Capítulo 5

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Indara.

—¿Qué pasó? —Dalia pregunta cuando abro la puerta.

Quisiera saber cómo hace mí amiga para enterarse de todo sin que nadie le diga nada, tendrá algún sexto sentido o alguien que le cuente todo, o cámaras en todos lados aunque eso último suena un poco psicópata, no lo descarto.

Hace una semana que no veo a nadie, excepto a Sarah, ella tiene llave entra y sale cuando quiere. Mí celular permaneció apagado estos días, mis padres llamaron al teléfono de la casa,  preguntaron porque no respondía el celular y les mentí diciendo que la batería se había dañado, me creyeron, después de asegurarles que estaba bien, me dejaron de llamar los siguientes días.

Mí ánimo no ha sido el mejor todos estos días, llorar se está haciendo parte de mí rutina y tengo que cambiar eso, no entiendo porque estoy muy sensible, me gustaría pensar que todo esto es una pesadilla. Antes cuando me sentía así, salía a caminar o iba a algún sitio tranquilo y se me pasaba, pero ahora... ahora no puedo, el yeso es una tortura, no puedo hacer mucho con esta cosa, no veo el día que me lo saquen y que mí vida sea como antes.

Siento un vacío en el pecho, que duele. Mis días se resumieron viendo películas, comer y dormir. Fueron unos días horribles y dolorosos.

De alguna forma Dalia obtuvo el número de teléfono de casa y me llamo, cuando apenas conteste me dijo que le visitaría y aquí está, con su cara de preocupada.

—¿Con qué? —me hago la tonta.

Si hay algo que ella odia es que le respondan una pregunta con otra.

—No te hagas —me señala. —¿Por qué se pelearon?.

—¿Cómo...? —la miro.

Dejo la pregunta a la mitad al recordar que siempre se entera de todo.

—¿Qué pasó? —vuelve a preguntar.

—Nada.

Enciendo mí teléfono, empieza a sonar con las notificaciones de llamadas perdidas y mensajes. Dalia me lo saca de las manos y lo coloca detrás suyo. Trato de acercarme para recuperarlo, pero rápidamente lo guarda en su bolso. La miro enojada, su rostro serio me demuestra que no está jugando.

—¿Qué pasó? —insiste.

—Me pregunto si me rompieron el corazón y me enoje —agachó la mirada.

Se que ahora se viene el regaño de mamá oso.

—¿Solo por eso? —asiento, suspira y dice —¿No lo superarás nunca verdad? —pregunta y niego —pues es hora de que lo vayas haciendo, no puedes estar por la vida recordando esa mierda, tienes que aprender a soltar y dejar de ser tan desconfiada. No puedes vivir con eso. ¿Se lo dijiste?.

—No tiene porque saber —me encojo de hombros.

Dalia se levanta del sofá y empieza a caminar de un lado, mientras yo la sigo con la mirada. Está analizando la situación para seguir su discurso, lo sé.

—A Ethan le gustas —la miro.

Ethan...

Su nombre no ha dejado de sonar en mí cabeza, cuando más quería dejar de pensarlo peor era.

Niego a lo que cuando escucho a Dalia decir tremenda estupidez y si, lo es. A Ethan no le puede gustar alguien como yo, no me conoce, no sabe nada de mí.

—No mientas —me levanto de mí lugar —no trates de consolarme diciendo tal cosa, eso no es verdad.

—Indi, no seas tan ciega, ponte a pensar en todos estos días —los recuerdos aparecen, pero niego para que desaparezcan —te llevo al hospital cuando te lastimarte —empieza a recordarme.

—Fue su culpa y se sintió culpable —contradigo.

—Te trajo a tu casa el día que tocamos en el bar.

—Si, porque tu estabas ebria.

—Vino para pasar el tiempo contigo.

—Porque no podía salir y deja de hacer esto —le digo —de que sirve recordar todo si cuando desaparezca de mí vida esos momentos también se irán con él.

—¿Te estás escuchando? —se acerca —Quieres sacarlo de tu vida en cuanto no hizo nada malo, no puedes hacer eso con cada persona que se te acerque.

—Si puedo —vuelvo a sentarme cuando se me quiebra la voz. —Y no hago eso con todos, tú y Hannah siguen aquí...

—No es lo mismo. Tienes que aprender a querer a los demás, es hora de que abras tu corazón y dejes que alguien entre. No puedes seguir huyendo cuando alguien quiere entrar en tu vida.

—No puedo —apoyo los codos en mí piernas y me cubro la cara.

—Si puedes —se sienta junto a mí y pasa su mano por mí espalda —intentalo.

—De que sirve, si cuando empiece a demostrar mis sentimientos se irá y me dejara.

Siempre es así, cuando alguien empieza a demostrar interés en ti termina marchando, hará su vida como si nunca hubieras estado en ella, ¿Y tú? Tu tendrás que superar a esa persona, miles de inseguridades llegan y te hacen dejar de confiar.

Es doloroso ver cómo esa persona te supera y tu sigues con su recuerdo.

—Llamalo —me da mí celular.

—Ahora no —suspiro —¿Qué le diré?.

Se lleva la mano al mentón pensativa.

—La verdad —niega. —Mejor llamemos a Hannah, pasemos una tarde de chicas, luego lo llamas y lo invitas al show de esta noche.

Asiento y llama a nuestra amiga.

Llega luego de quince minutos, Dalia le cuenta todo lo que está pasando.

Nuestra tarde de chicas se pasa poniéndonos mascarillas faciales, nos esmaltamos las uñas, nos arreglamos el cabello, vemos una película comiendo helado, cuando termina las tres nos limpiamos las lágrimas, reímos al darnos cuenta que lloramos cuando el perrito de la película murió.

Terminamos la tarde preparándonos para ir al bar, Hannah y Dalia se prueban mí ropa, lo bueno de que tengamos la misma contextura física es que siempre nos préstamos la ropa.

Hannah termina usando un vestido negro que le marca las curvas, se pone los zapatos que son del mismo color y empieza a planchar su pelo cobrizo, mientras nos cuenta como va su relación con Romeo.

Dalia, usa un vestido azul claro que también se ajusta al cuerpo, zapatos blancos y empieza a maquillarse, su cabello color rubio está trenzado.

Y yo, bueno mientras miro mí teléfono sigo pensando que hacer, si llamarlo o mandarle un mensaje de disculpas. Si fuera por mí me quedaría en mí cama usando mí pijama y mirando una película, pero un vestido verde petróleo cae frente a mí, Dalia y Hannah están paradas frente a mí esperando a que empiece a prepararme. Cuando termino de alistarme nos paramos las tres frente al espejo y nos tomamos una foto.

Luego me dejan sola en mí cuarto para que haga esa llamada. Me siento en mí escritorio y miro mí teléfono que está en mis manos. Empiezo a mover mi pierna, nerviosa. A los diez minutos salgo del cuarto, Hannah me mira y Dalia pregunta...

—¿Y llamaste?.

Paso por su lado tratando que no se me note lo nerviosa.

—Si —respondo —vamos.

Sin decir nada más la tres salimos de la casa y nos subimos al coche. Se que se dieron cuenta que les mentí, pero en el fondo saben que no es fácil esto para mí, por eso no dicen nada.

Otro día será, otro día tendré el valor de hacerlo, pero por ahora es mejor dejar las cosas así.

Ahora O NuncaWhere stories live. Discover now