Ahora O Nunca

Capítulo 1

Indara.

—Ya cambia esa cara, indi —Hannah me dice.

—Si no querías venir, lo hubieras dicho antes de aceptar —continúa Dalia, las miro indignada y a la vez sorprendida.

Dalia y Hannah, son mis amigas hace seis años aproximadamente. Nos conocimos en la secundaria, un día el colegio había organizado un torneo de voley, aunque yo no participaba igualmente tenía que ir, estaba en la parte de las tribunas, cansada de estar ahí, me levanté para irme, cuando iba pasando entre medio de las personas, escuché que gritaron mí nombre y lo último que recuerdo de ese día, es haber despertado en la habitación de un hospital. Días después me enteré que la culpable fue Dalia, ella se había enojado porque habían perdido así que agarró la pelota de voley y la pateo -¿Acaso no le enseñaron que las pelotas de voley no se patean?- cuestión que se estaba apenada por su mala puntería y no me dejaba en paz ni un solo día, de apoco me fui acostumbrado a su presencia en mí día a día y nos hicimos amigas. Y Hannah, bueno, ella ya era amiga de Dalia desde pequeñas.

Volviendo al presente, siempre que quieren salir de improvisto es porque el chico que le gusta a una de ellas va a estar en algún lado, como hoy. Hannah vio por una historia de instagram que su chico va jugar un mini partido de fútbol con sus amigo en una plaza que está cerca de mí casa, así que acá estamos, hace más de veinte minutos viendo cómo corren detrás de una pelota.

—En mí defensa —les digo —ustedes me obligaron a venir.

Siempre que me obligan a ir a algún sitio con ellas, mí excusa para no ir es, según yo, tengo cosas que hacer y según ellas, no las quiero, pero al fin y al cabo termino por acompañarlas.

—Pero mira —Hannah me toma del mentón, gira mí cabeza en dirección al chico que ella vino a ver y pregunta —¿No es lindo?.

—¿Quién Roberto?.

Me suelta molesta.

—Romeo y si, él.

Aunque se que Roberto no es su nombre, lo digo para molestarla.

—No.

—¡¿Cómo que no?! —grita indignada.

—Escucha... —la miro fijo —el chico que te gusta o con el que estás en pareja, no me tiene que gustar ni aunque sea un poquito. Es la ley de la amistad.

—Concuerdo —dice Dalia.

—Tienes razón —asiente y vuelve a concentrarse en su chico —Oye, Dalia —Hannah la llama.

Sabía que aunque intente que se calle no dura ni media hora si decir una palabra.

—¿Qué? —responde sin despegar la vista de su celular.

—Señor ojos cielo no deja de mirar a Indi.

Empiezo a mirar hacia todos lados para encontrar al mirón.

—Es el que ataja —Dalia dice en mí oído.

Mí vista se mueve automáticamente hacia el arco, efectivamente tiene los ojos celestes y efectivamente me estaba mirando, desvía la mirada cuando ve que lo pilló observándome.

—Nada que ver, ustedes están locas.

—No y ya va siendo hora de que salgas y conozcas a alguien —empieza Hannah.

Ya me se su discurso de memoria, así que la interrumpo antes de que siga hablando.

—Cuando sea el momento lo haré.

—¿Momento de qué? —pregunta Dalia.

—No sé.

No sacan más el tema, siempre que me hablan sobre conocer a alguien me enojo porque yo no tengo la misma facilidad para socializar que ellas.

Los chicos hacen una pausa para descansar y Hannah aprovecha para acercarse a su Romeo, mientras Dalia y yo nos quedamos hablando. De vez en cuando volteo a ver al chico de ojos celestes, ahora él está pateando hacia el arco y otro chico ataja. A decir verdad, es medio malo para patear, mejor que ataje.

—¿Podrás esta noche? —pregunta mí amiga.

—Si —le digo y me levanto para juntar mis cosas e irme —voy a arreglarme o si no, no llego.

Cualquier excusa para irme es buena.

—Es a las nueve de la noche, tienes tiempo —me dice para evitar que me vaya.

—Lo sé, pero igual me voy.

En el fondo sabe que aunque intente convencerme me voy a ir igual, porque ya me aburrí de estar acá.

—Okey, después pásame a buscar.

Asiento y camino hacia mí coche con la mirada puesta en mí celular. Escucho que gritan, pero antes de poder levantar la vista, siento como un cuerpo choca contra el mío, haciendo que ambos caigamos al suelo.