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—La verdad es que no he tenido la oportunidad de agradecerte.

—¿Agradecerme? —según tengo entendido él no recuerda nada de lo sucedido. Aleix me comentó que el doctor había dicho que el cerebro de Aiden evitaba ese día, una manera de protegerse.

—Si —se sentó mirando al cielo. —Ya se lo que paso, lo que... intenté hacer y no estoy ni por asomo orgulloso de eso, más porque no lo entiendo, no lo quise hacer.

—Te creo —giré mi cabeza sonriéndole.

—A veces en los sueños podía ver a alguien, oír una voz —que no sea lo que estoy pensando, por favor. —No podía entender que decía pero siempre me salvaba. En los sueños aquella persona me salvaba y no sé porque siempre que despierto tengo ganas de probar algo nuevo.

Seguía observándolo y él seguía con su mirada en el cielo mientras hablaba.

—Tengo la sensación de que es tu voz, diciéndome siempre que el red velvet es el mejor.

—¿Postre? ¿Despiertas con ganas de probar los postres? —puede ser difícil de entender eso pero yo más que nadie sé lo rara que es la vida, y las inusitadas encrucijadas en las que te puedes ver enredada.

El giró su cabeza posando sus ojos en mi. En ese momento es cuando me doy cuenta que él realmente esta mejor, su mirada no carece de brillo, de hecho muestran alegría, ya no tiene ojeras y tampoco se ve pálido. Él se ve sano, como si nada hubiera pasado. No es el mismo chico de aquel miércoles, es alguien diferente y saberlo me hace sentir bien, de alguna manera le devolví la vida. No creo que pueda arrepentirme de eso.

—Es raro, antes no podía prestarle atención a esas cosas y ahora es otra razón para despertar.

—Me da gusto saber todo esto, es agradable —y lo digo enserio.

—Soy Aiden —hice parecer que no lo sabía.

—Oh, un gusto. Soy Pollet aunque eso ya lo sabías ¿verdad?

—Si, lo siento, me lo ha comentado mi hermano ¿Tú y él se conocen? Bueno esta claro que si.

Inhale el aire fresco de abril, la llegada de mayo ya se puede sentir, y giré mi cabeza. El cielo se encuentra despejado y la luna esta en su punto más alto.

—No creo que nos conozcamos tanto. Gracias por todo lo que has dicho hoy, yo debo regresar ya es tarde —me levanté para ir a mi habitación pero antes de eso me detuve y regresé. —Si me alegra saber que estas mejorando, cuidate mucho ¿si? Y no te quedes mucho tiempo aquí esta haciendo frío.

Vi como él asintió, me despedí haciendo una seña con mi mano y seguí con mi camino. Al llegar a mi habitación ya no había rastro de nadie, ni de la doctora, ni de mi papá, me acosté encima de las sábanas sintiendo como el cosquilleo en mis pies comenzaba a empeorar.

Decidí meterme al baño y tomar una buena ducha sin mirar el reloj. De seguro el agua me ayudaría. Giré el grifo de la ducha esperando sentir el agua caliente entibiar todo mi cuerpo.

Ahogué un grito al sentir el agua demasiado helada, caían como cuchilladas sobre mi piel o al menos así es como la siento yo. Espere un poco pero el agua no calentó así que me termine bañando así, sintiendo como la piel me ardía con solo el roce del agua. Eso suele pasar más de lo que gustaría admitir y es una tortura para mi aguantar algo así.

Con el invierno permanente ya tengo suficiente.

Salí para ponerme un calentador, el más grueso y caliente que encontre, unas medias, una blusa mangas largas y un abrigo encima. Todo eso para entrar en calor, o bueno al menos intentarlo. Enrolle una toalla en mi cabello para no sentirlo mojado sobre mi. El frío me estaba ganando. Fue mala idea lo del baño a estas horas.

Tomé mi cuaderno de dibujo y otro donde tengo pegadas varias fotos. Al abrirlo lo primero que veo es una foto de mi mamá.

Paso mi dedo por su cara, Claire se parece tanto a mamá. No puedo evitar pensarlo cada que veo su foto o veo a mi hermana. Sus ojos azules y cabello castaño, tenía la misma mirada de mamá incluso cuando se enojaba, las mismas facciones.

Todo eso me lleva a varios recuerdos que preferiría olvidar, pero que por alguna razón siguen muy latentes en mi mente.

La segunda vez que me condené. Lo recuerdo bien.

Había decido con toda seguridad dejar de prestar atención a todo lo que pasaba a mi alrededor. No quería seguir evitando el fin de las vidas de otras personas, no quería seguir absorbiendo todo lo "malo", no quería llevar a mi cuerpo a ese fin. Al mismo fin en el que me encuentro ahora.

Recuerdo haberme dado cuenta de lo que realmente pasaba. Cada vez que alguien iba a morir una sombra aparecía, sombra que solo podía ver yo, seguido de un frío escalofriante que recorría todo mi cuerpo desde la punta de mis pies hasta la última hebra de cabello, era como una advertencia que simplemente llegaba. Me llegaba y yo debía decir que hacer, siendo una niña nunca lo entendí.

Tenía doce. Una niña iba a morir ahogada en un lago congelado, bueno aparentemente congelado, era noviembre la nieve había llegado y todos parecían emocionados. El frío llego a mi como un fuerte viento haciéndome tropezar, alcé mi cabeza y note como una niña se acercaba al lago sin nada de cuidado, no había nadie a mi alrededor ¿como podía ser eso posible si recordaba haber llegado con Claire y mamá?

Me acerqué rápidamente a la niña evitando que tocara el hielo que se veía frágil aún, no estaba del todo congelado. Aquella niña pudo morir, lo supe porque aquella voz luego me lo confirmo.

De esa situación salio el frío que siempre siento, el invierno para mi. Recibo todo el frío que ella debió recibir, es una tortura. De haberlo sabido con claridad me hubiera evitado muchas cosas, tantas situaciones, tantas enfermedades albergadas en un solo cuerpo, tantos malestares.

El doctor que me revisó al día siguiente dijo no encontrar nada, pero yo seguía con la idea de un frío aplastante sobre mi. Justo en ese momento fue cuando decidí ya no hacer nada más por los demás, decidí ignorar el frío y aquella sombra, decidí ignorar la voz de la sombra y la voz de mi cabeza, mi voz.

Cada vez que estaba fuera de casa y sentía ese frío que tanto me costo diferenciar, regresaba de inmediato. No miraba a nadie, solo me tapaba mis orejas y corría, corría tanto como mi cuerpo me lo permitía.

Uno de esos días estaba en casa, en el patio, y comencé a sentir eso, el frío recorrerme por todo mi cuerpo y sentí esa presencia. Su ausencia y presencia es demasiado notable, entonces es fácil.

Iba a ingresar a casa cuando vi a mi mamá salir de prisa, cruzó la calle sin prestar mucha atención y un auto a toda velocidad la embistió. El grito que salio de mi garganta calló todos los ruidos.

El cuerpo de ella había salido disparado varias casas adelante y yo solo podía ver su cuerpo, ahí en la calle. Lo que pude evitar. Sentí a mi papá correr hasta donde ella se encontraba, yo no podía moverme y las lágrimas ya estaban saliendo empapando todo mi rostro.

El señor que iba conduciendo salió del auto y se veía aterrado. La ambulancia llego pero fue tarde, ella ya había muerto. Y yo... yo no hice nada para ayudarla. Después de ese día siguieron noches sin poder dormir, noches en las que despertaba llorando, gritando poder verla una vez más, pidiéndole que la devolvieron, ahora entiendo mejor el hecho de que ella nunca volverá. Fue mi culpa, nunca hubiera pasado algo así de no ser por mi y por el estúpido ser que siempre me persigue, y por eso no volverá.

Desde ahí no puedo simplemente ignorarlo, no puedo hacerlo. Es un castigo. Uno que de seguro no era para mi porque en esto me estoy llevando demasiado.

Suspiré cerrando el cuaderno de las fotos y abriendo en el que dibujo, saque los lapices y comencé a trazar toda las líneas del dibujo. No mentí en la azotea, si estoy alegre de saber que Aiden salió de eso, solo que no me gusta saber que ahora eso lo tengo yo.

Destinados a serМесто, где живут истории. Откройте их для себя