Las muchas formas del pecado (II)

30 6 1
                                    

#LaMúsica

La música sacra es aburrida. Es lo único que Beelz ha escuchado en su casa desde que sus padres decidieron volcarse en la religión para esconder las miserias de su relación, así que despertar con un coro del rosario desde la radio ya no es tan extraño. Él, en cambio preferiría algo, cualquier cosa, que remotamente hablase del mundo real. Por eso el casette en su walkman tiene las cosas más ruidosas que pudo encontrar entre las colecciones de Luci y Crowley.

Huye de su hogar después de un desayuno rápido, en el que ignora por completo la pelea sin palabras que se gesta sobre la mesa. ¿Su padre estará de nuevo coqueteando con su secretaria? Abre la puerta del garaje y toma su bicicleta. Pedalear hasta el colegio siempre le ayuda a despejar la mente, también a disfrutar de la música... toma el camino largo, dejando de lado las calles pavimentadas y cruzando a través del bosque, mientras los acordes de Paranoid (1) reverberan en sus oídos. Puede acelerar cuanto quiera por aquí, ya que solo algunos viejos usan el paso en las tardes con sol.

El viento en su cabello corto y la firmeza de sus pies sobre los pedales lo son todo.

Una mancha blanca en una curva le distrae. Frena un poco. ¿Quién sale a correr en este pueblo? Para su sorpresa es el cura, el nuevo cura.

―¡Baal! ―Le llama, en cuanto le distingue. War Pigs comienza a sonar.

―Padre Gabriel ―responde, sin mucho entusiasmo, o intentando no sonar ansioso. La ropa de correr se ajusta en todos los lugares donde no debería mirar a un sacerdote―. No sabía que hacía deporte tan temprano.

―Cuidar el cuerpo es alabar a Dios ―dice él, con su perpetuo buen gesto.

No se han vuelto a reunir luego del extraño intercambió, pero su madre no ha parado de hablar de los hermosos sermones que el párroco arroja desde su púlpito. El padre Gabriel habló sobre los salmos, seguro sabe componer buenas rimas y cantar en coros aburridos.

Mientras él continúa en su bicicleta, el sacerdote trota a su lado con entusiasmo. Disfruta realmente del ejercicio.

―¿Qué escuchas? ―pregunta, señalando a sus auriculares.

Quiere decir que nada; sin embargo, detiene su vehículo y extiende el aparato para que él pueda escuchar. Tal vez así no hayan abejas picando en sus costillas y las nauseas no ronden su garganta.

El padre Gabriel se acerca, lo suficiente para no ser inoportuno, y presta atención a la melodía que le ofrecen. Se balancea un poco con ella, movimientos que son tímidos y algo compungidos.

―¡Es buena! ―dice el sacerdote, casi gritando. Las personas que usan audífonos por primera vez suelen hacer eso.

Más allá de ese incidente, le gusta que él encuentre divertida su música. ¿No se estaba quejando el domingo de que adoraba al diablo? Escucha un poco más y devuelve los auriculares. La luz del sol rebota en los ojos azules volviéndolos más claros. Beelz quiere preguntar cuál es su canción favorita.

―Voy tarde a la escuela ―dice, tratando de salir de allí.

―Entonces no te detengo más. ―Otra vez una sonrisa―. Gracias por la música.

Asiente con algo de timidez, antes de acomodar los pedales de la bicicleta y comenzar a distanciarse. No se atreve a mirar atrás.

"La mano de Dios, ha llegado la hora/ Día del juicio, Dios está llamando" (2)―escucha tararear al sacerdote cuando se aleja.

El "señorita, llegó tarde" por parte de su maestra, le importa un comino.

⁜⁜⁜⁜⁜⁜⁜⁜

1. Paranoid es una de las canciones del album Paranoid de la banda Black Sabbath de 1970

2. Estas son líneas de la canción War Pigs, también del album Paranoid.

Archivos inoportunosOnde histórias criam vida. Descubra agora