Ella

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*Kara*

Madre mía, qué nervios. ¿Cómo puede escribir Brook dos mil palabras en cada capítulo, ¡y además veintisiete! Yo estoy atacada por escribir en este diario por primera vez. Brook es una diosa de verdad.

Brook.

Solo... Brook.

Esa chica me había cambiado la vida por completo. No sabéis cuanto. Me había pasado toda la vida siendo "esa lesbiana sin familia" Y ese apodo había dejado de molestarme por completo en cuanto conocí a la persona más maravillosa que ha existido jamás.

Esa chica había conseguido que sonriera después de diez años enteros de depresión en la que durante un año apenas hablé cinco veces. Me había quedado en completo silencio. No era nada, nada más que la burla de esos chicos imbéciles.

Estaba seca por dentro, no es coña. Desde que mis padres me abandonaron en la cuneta cuando nací, mi vida ha sido un infierno peor que el de verdad. Me quedé en una casa de acojida, con una familia muy simpática, un padre y una madre, hasta tuve una hermana por unos años, normal, entonces paré de estar en el infierno.

Hasta que el padre se separó, y la madre se buscó a otro. Cuando conocí a ese hijo de puta que resultó ser el nuevo padrastro de la familia, mi vida volvió al infierno. Y fue peor de lo que imaginé. Ese mal nacido pegaba a la madre, mucho, era constante, habitual.

A los seis años o por ahí comprendí que yo era lesbiana. Y allí empezó el bulling. También era constante, también era habitual. No lloraba, no podía. Si lloraba los chicos aún me pegarían más, si lloraba me humillarían, me manipularían y verían que era más fácil jugar conmigo de lo que se pensaban.

Cuando llegaba a casa tampoco podía llorar, estaba ese hijo de perra, y si lloraba culparía a la madre y entonces la pegaría aún más fuerte. Y a mí me pegaría con el cinturón, cosa de la que no se cortó.

Cuando cumplí los seis, fue el peor año de mi vida, y de lejos.

Me hacían bulling sin siquiera saber por qué, en casa estaba sola, y ese nuevo padre decidió ir a por mí. Una noche, mientras dormía, apareció en la puerta. Estaba todo oscuro y apenas comprendí que pasaba. La madre y su hija estaban fuera, por lo que nos quedamos solos.

Y entonces pasó.

No puedo ni quiero describir lo que pasó. Lo único que puedo decir es que ese fue el primer día en que me empezó a violar, no es broma, va en serio. Tenía apenas seis años, y empezó, y también se volvió constante.

Siempre que la madre estaba fuera, él iba a por mí. Le suplicaba, le lloraba, le gritaba a la madre que se quedara, pero entonces la pegaría y ella no quería eso, así que yo me quedaba sola una y otra vez.

Y eso solo significaba una cosa.

Estuve todo ese año pensando en suicidarme, era demasiado para mí, demasiado. A una simple niña de seis años con bulling y ya habiendo perdido la virginidad con ese hijo de perra, pensé muchas veces en colgarme con una cuerda. Hasta tenía una bajo la cama por si acaso.

Así que un día, cuando el padre se quedó en el trabajo, me escapé de casa. Sabía que si no huía bien y me encontraba mi tortura sería peor que cualquier atrocidad que me hubiera hecho.

Por eso corrí, y corrí.

Cogí tres buses, y me pasé más de cuatro días de viaje. Me cambié el nombre, y llegué a un pequeño pueblecito en Delaware, donde nunca me encontraría, y me quedé allí. Fui al ayuntamiento pidiendo ayuda, me instalaron en un orfanato.

Y lloraba, mucho.

Siempre que estaba sola, no hacía otra cosa que llorar, y llorar, y llorar, y seguía llorando. Me pasé así diez años, diez largos años llorando y llorando y llorando a cada segundo del día, y llorando. Hasta que me quedé sin más lágrimas que derramar.

Detrás De Cada AlmaWhere stories live. Discover now