Detrás de ese apellido

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Yo salí corriendo directa hacia la nieve, y tiré de la mano a Kara para que me siguiera. Esta se sorprendió mucho y me hizo gracia su rostro de confusión, pero eso no me paró y la cogí por el brazo, lanzándola conmigo hacia la fría nieve de invierno. Yo iba sacando gritos de alegría, y a Kara se le escapó alguno sin querer. Desde bien pequeña, siempre me había gustado la nieve, vivíamos en una ciudad cerca de Canadá cuyo entorno en invierno era precioso, precioso y nevado. Yo vivía en las afueras, justo al lado del bosque más cercano, y eso me daba más acceso a la nieve libre. Con mis hermanos solíamos jugar muy a menudo con ella, a juegos como guerra de bolas de nieve o cosas así, al igual que el paintball, yo era buenísima y casi nunca me ganaban, por lo cual le propuse de inmediato una guerra a Kara. Al principio ella no quiso y se mostró como siempre, pero luego le lancé una bola y se puso un poco furiosa. Aquello me gustaba por donde iba. Kara se puso tras un pequeño muro de nieve y desde allí me tiró una bola tan bien como supo, pero en vez de a mí, le dio a otra chica de por ahí. La chica se dio la vuelta enfadada, pero entonces un amigo suyo le tiró una bola a ella llamándola "amargada" y sus amigos se unieron. Al final esa chica y otras empezaron a tirarles bolas de nieve y los chicos igual, Kara y yo seguíamos tirándonos bolas, y poco a poco más gente se empezó a unir a la guerra. Aquello era tan bonito y tan divertido, hacía años que no me sentía tan viva, no desde aquellos momentos en casa, en los que jugábamos con mi padre y la nieve... Un recuerdo fugaz de mi padre se me pasó por la mente, pero al instante se me fue en cuanto una bola de nieve se me estampó contra la cara y me dejó helada.

Busqué con la mirada al causante de aquello y volví a ver a los dos chicos del "mata" que se reían de mí descontroladamente, al menos, así lo hacía el rubio, el moreno estaba de espaldas, pero parecía haber sido él quien me había tirado aquella bola. Por lo que volví de nuevo a coger mi bola y la lancé con todas mis fuerzas a aquellos dos capullos que no paraban de reírse de mí. "Qué imbéciles" Pensé en cuanto la bola llegó de pleno a la nuca del moreno. Sonreí malvadamente con satisfacción al ver mi victoria, pero al instante aquel chico se giró hacia mí, y unos ojos verdes de serpiente me clavaron encima de mi mirada. Me dieron escalofríos y me sentí incómoda al tener sus ojos sobre los míos, pero con orgullo le sonreí malvadamente, y eso extrañamente entristeció el rostro del moreno. Me preparé otra bola para lanzarle y la disparé tan fuerte como supe, pero por desgracia el chico esquivó la bola. Su rostro dibujó una leve sonrisa, y entre sus labios entendí esta frase que me susurraba "Aoa noue da" Pero creo que quería decir "Ahora no me das" Yo le susurré un mensaje de venganza y él se escabulló por la nieve, no me lo pensé ni dos segundos que fui detrás de él. El rubio se quedó perplejo al ver la reacción de su amigo, pero no le di importancia a ese, solo le di importancia a aquel chico moreno que había cotilleado sobre mí. Le perseguí un rato por la nieve hasta que lo perdí de vista, y de repente una bola helada dio contra mi nuca. Me giré al instante y vi su rostro pegado detrás del mío, sonriente y orgulloso, no me había dado cuenta de lo guapo que era.

— ¡Venganza! — Gritó mientras se echaba atrás.

Yo le miré de arriba a abajo, no estaba nada mal, y que no fuera mi tipo no influía en que en ningún momento pensé en él de esa manera.

— Joder... — Suspiré con una sonrisa tirándome hacia atrás — Maldito seas —

Dije eso un poco de broma, pero él no se lo tomó tan bien.

— Oye, que tampoco es para tanto comparado con el golpe que me has dado tú antes.

— No — Señalé sonriente y sin podérmelo creer — Tú le habías dicho algo gracioso sobre mí a tu amiguito y yo solo me vengaba.

El chico frunció el ceño.

— Yo no le he dicho nada a Pol "gracioso" sobre ti, pero si ni siquiera te conozco — Sus palabras me dieron en todo el pecho.

Detrás De Cada AlmaWhere stories live. Discover now