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Lunes. 14:30. Ambos estaban en el comedor de la gran escuela, como ya era costumbre, con sus bandejas enfrente y lo único que se escuchaba eran las charlas lejanas de otros compañeros en mesas diferentes junto con la comida de sus platos siendo masticada.

Ese silencio, en parte algo ruidoso por sonidos externos, era incómodo. Un silencio incómodo que era bastante notorio como ambos querían romperlo, sin saber como, pero de una manera y otra quería hacerlo.

—¿Sabes cómo se dice "embarazada" en chino?— El de pelo azabache intentó romper el hielo con una broma que, siendo sinceros, no era muy bueno en ellas.

—¿Qué? ¿Cómo?

—"Tá-hinchá"

Rubén dejó de comer y levantó la mirada de su comida, mirando extrañado al chico que tenía enfrente.

—¿Y ese chiste tan bueno?

Samuel se encogió de hombros y Rubén no pudo evitar soltar una muy leve risita, pues el chiste había sido tan malo que hasta le causaba gracia.

Bien como Samuel quería, ese silencio incómodo había desaparecido. Los dos hablaban animadamente, compartiendo sus comidas y charlando de trivialidades cuando un pequeño chico de ojos azules se le tiró al más alto, principalmente a pegarle.

—Joder, Rubén. Deja ya a tu novio y vámonos a jugar al vóley.

¿Novio?

Rubén se giró para poder mirar a su amigo, algo enrojecido por su blanca piel y extrañado. Tardó unos leves segundos en procesar aquello y después pudo contestar.

Qué pesado eres, Alex. No me dejas ni terminar de comer.

—Que sí, vámonos.

Ni siquiera le dejó tiempo para despedirse. Alejandro tiró de su brazo hasta poder levantarlo de su silla y llevárselo casi a rastras por el pasillo.

—¿Entonces ese Samuel te gusta?— Eso fue lo primero que preguntó Alejandro en cuanto llegaron al gimnasio para entrenar un poco.

—Que no me gusta, tonto. ¿Por qué sacáis conclusiones sin saber nada?

—Pues no será por el beso de la fiesta el otro día.

—Vuelvo a repetirte que no estábamos en nuestros cinco sentidos.

—Los borrachos son más sinceros que los sobrios.

—Buenos días, Mangel.

Miguel Ángel acababa de llegar junto a ellos, con su típico zumo y mirándolos desde fuera. Él siempre estaba en todo, en cualquier momento y cualquier lugar, siempre preparado y dispuesto para añadir cualquier cosa, aunque no fuese necesaria.

—Yo concuerdo con Mangel—. Irina también había llegado junto al otro chico y se había metido a jugar con Rubén y Alex.

—Qué pesados. Samuel y yo solamente somos amigos—. Se cruzó de brazos mientras hablaba, lo que causó que la pelota fuese directa hacia su cabeza y también la risa de sus amigos.—Muchas gracias, Irina—. Mientras el alto se sobaba la cabeza en el lugar donde la pelota de vóley había caído.



















El viento que soplaba de manera leve por aquel lugar hacía mover las hojas de diferentes colores que aún seguían en los árboles. Algunas pequeñas aves seguían revoloteando por allí mientras el cielo se tornaba de un color más anaranjado. Se escuchaba el crujir de las hojas que reposaban en medio del camino delimitado en el parque por los pasos tranquilos que pasaban por allí.

"I want to be with you." | 𝙍𝙪𝙗𝙚𝙜𝙚𝙩𝙩𝙖 𝘼𝙐.Where stories live. Discover now