𝐇𝐨𝐰 𝐝𝐨 𝐢 𝐬𝐚𝐲 𝐠𝐨𝐨𝐝𝐛𝐲𝐞?

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Narrador onmisciente

CAMINABAN CON LAS MANOS ENTRELAZADAS EN LA OSCURIDAD. Habían escapado del campamento sin que nadie se diera cuenta. O eso creían, todas lo sabían, simplemente decidieron ignorarlo.

La luna alumbraba el bosque, iluminando el suave rocío del pasto, que brillaba como diamantes. Algunas ardillas salían de sus hogares para ver a ambas chicas y un cervatillo junto con su madre brincaban en el pastizal. Los búhos ululaban y los zorros dormían en sus madrigueras.

Todo era una calma efímera. Una total gloria para personas como ellas, que tenían días complicados y atareados. Pero algo que amaban.

Su salvación y maldición.

Ser cazadoras de Artemisa.

Entre risas y toqueteos caminaron a la parte más calmada del bosque. Una fugaz imagen pasó por la cabeza de la rubia. Un chico que creía a amar, de cabello terracota y ojos oscuros. Una falacia. Debajo de toda aquella belleza intrínseca se encontraba su verdadero ser, uno malévolo. Un demonio vestido de hombre.

Su compañera percibió el cambio de humor de su amante. Y sosteniendo sus mejillas con delicadeza, la besó.

La besó de aquella forma que solo ella sabía hacer, nublando cada sentido de coherencia que habitaba en ella.

Solo eran ellas dos. Zöe y Zereth. La luna y la estrella.

Artemisa iluminó su camino para su seguridad. Amaba la relación de sus dos mejores cazadoras, tan valientes y seguras. Dos almas predestinadas. Nunca podría prohibir algo que las mismas estrellas ordenaron milenios atrás. Pero si alguien le preguntara, ella negaría.

Zereth se separó con los ojos iluminados de amor. Un amor que no se atrevía a expresar verbalmente, sabiendo el rechazo que provocaría. Así que, decidió expresarlo de la mejor manera: el sentir.

Acostándola en el pasto, la beso con intensidad, pasión y amor. Expresando todo aquello que no se atrevía a decir pero que sabía con certeza que ambas sentían. Ambos corazones latían a la par. Un amor recíproco tontamente callado.

Y ahí, en medio del bosque, con suspiro, gemidos y besos, el juramento se había quebrado.

Y qué bien se sentía aquello.

ANATEMA | P.JWo Geschichten leben. Entdecke jetzt