Singularity | Taekook

04| Un recuerdo

Algo había cambiado desde aquella noche, a Jimin le era imposible ignorar los suspiros profundos y las miradas pérdidas de su abuelo. Era como si aquel hombre se estuviera ahogando en la melancolía de sus recuerdos.

Quería preguntar, en verdad necesitaba hacerlo; su interés era tanto que incluso acudió a Irene, le preguntó sobre el cuadro pero no pudo ayudarlo. Entonces comenzó a formular opciones, inmediatamente descartó la idea de que aquel hombre fuera amigo de la familia, también el hecho de que haya sido un encargo que nunca recogieron, pues aunque su abuelo de joven haya sido uno de los pintores más reconocidos de toda Francia había sido específico, se trataba de un amigo.

Lo siguiente fue buscar en Internet, resultó que la pintura ni siquiera aparecía en el repertorio de su abuelo, nunca la publicó.

Los días pasaban demasiado rápido para su gusto, en menos de tres semanas debería regresar a casa, pero no podía irse sin saber quién era aquel hombre.

«Vamos» Se animó a sí mismo mientras bajaba las escaleras, su estómago tocó fondo al ver a su abuelo sentado sobre el sillón individual con vista hacia la ventana.

—Abuelo —la ensoñación del hombre se desvaneció ante la voz de Jimin.

—¿Sí? —contestó el hombre con la garganta seca.

—Puedo preguntarle algo —continuó Jimin llegando a la sala y sentándose en el sillón más próximo a Jungkook.

—Sí, dime.

Por un instante Jimin titubeó.

«Es ahora o nunca»

—Es sobre el cuadro del otro día.

El cuerpo de Jungkook se tensó.

—¿Qué ocurre con él?

—La noche, ¿cierto?

El hombre asintió algo extrañado de volver a escuchar ese nombre después de tanto tiempo.

—¿Usted lo pintó?

—Sí —respondió con dificultad.

—Podría decirme cómo se llama el joven, por favor.

Tras un largo suspiro, dijo:

—Su nombre es Kim Taehyung —respondió saboreando cada sílaba que componía el nombre.

—¿Entonces sigue vivo? —preguntó con ilusión Jimin.

—No lo sé, hace mucho que le perdí la pista.

—¿Cómo lo conociste?

Jungkook miró a Jimin fijamente.

—¿Por qué quieres saberlo?

—Tengo un fuerte motivo por el cual necesito saber más sobre ese hombre.

—Dímelo.

—Abuelo, yo no...

—Que me lo digas —exigió Jungkook —, o de lo contrario no te contaré sobre él.

—Abuelo, yo... yo tengo el presentimiento que lo he visto antes —mintió. O bueno, no del todo —. Así que le pido que me cuente sobre él, por favor.

—¿Lo has visto? —murmuró Jungkook con un brillo singular en los ojos.

Jimin asintió.

—Por lo mismo, le suplicó que me cuente sobre él.

Un silencio incómodo se instaló en la habitación, fueron los segundos más largos que torturaron a Jimin.

—Te contaré —dijo Jungkook luego de pensarlo —. Fue hace años, cuando era joven en una noche después de pasar la tarde con una amiga y dejarla en su casa, fue entonces que lo ví —habló centrando su mirada sobre sus arrugadas manos sintiendo el pesar de los años—. Tocaba el violín en la plaza de la primavera, en Francia —. Una débil sonrisa decoró sus labios y el brillo regresó a su mirada —, justo cuando el día y la noche se tocaban él hipnotizaba al mundo con su música —comenzó a relatar el hombre mientras Jimin sintió la tensión abandonar la habitación —. Él era extranjero, coreano —agregó —, tiempo después pude saber que estaba de paso, su sueño era ir a Estados Unidos y tocar en New York.

—¿Y cómo fue?

—Fue su música —dijo con melancolía —, nunca he vuelto a escuchar algo parecido, su destreza era mágica, algo inhumano.

—Abuelo...—volvió a vacilar Jimin —, ¿él fue importante para ti?

—Sí —afirmó sin titubear —, él fue un antes y un después en mi vida.

—¿Podrías contarme un poco más?

El silencio volvió a instalarse.

—No hay mucho que contar, solo fue parte de mi pasado, y ahora es un recuerdo más —respondió con la mirada opacada por la tristeza, el tiempo y el remordimiento —. Estoy un poco cansado, iré a mi habitación —le informó antes de levantarse del sillón.

—Te ayudo —exclamó Jimin inmediatamente.

—No es necesario —lo detuvo —, aún no soy un viejo senil —bromeo, alejándose del joven y perdiéndose escaleras arriba.

Caminó a través del pasillo sintiendo el peso de los años colgar sobre sus hombros y el aire faltarle al revivir algo que creía marchito.

Suspiró resignado ante la puerta de su habitación.

—TaeTae —murmuró con pesar antes de entrar.