XIII. TODOS PARA UNO

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Sara, Yuki, Ken y N estaban fuera de la oficina de la directora, esperando a que les permitieran pasar. Bueno, para ser exactos, Sara y Ken solo acompañaban a sus amigos, ya que no tenían nada mejor que hacer.

Yuki estaba sentada, desparramada en la silla, mirándose las uñas con aburrimiento. Sara, que estaba a su lado, miraba el reloj colgado en la pared encima de la puerta de la oficina de la directora. Ken, algo nervioso, no quitaba la vista de la puerta, mientras que N, al otro lado de Yuki, se entretenía haciendo globos con su goma de mascar.

De repente, la puerta de la oficina se abrió, llamando la atención de todos. Salió la secretaria de la directora, la misma que los había atendido al llegar. Era una mujer que aparentaba tener unos treinta años, con cabello corto y lacio de color negro. Sus rasgos eran simples pero atractivos, y aunque era pequeña y delgada, estaba bien proporcionada.

—La directora Ángela los espera en su oficina —dijo la secretaria con una voz tranquila y suave, con un toque cálido y amable.

Yuki la miró con aburrimiento mientras se ponía de pie. N, por su parte, la observó con una mirada un tanto intensa, lo que la hizo sentir un poco incómoda.

—Aunque sea mayor que yo se ve que es tímida, así será más fácil follármela –el moreno sonrió de medio lado y se puso de pie, camino hasta estar demasiado cerca de la pelinegra, la cual se había puesto demasiado nerviosa mientras que Yuki y Sara rodaron los ojos. – ¡Gracias hermosa Dania! –dijo ronco y coqueto cerca del oído de la pelinegra para después morderle el lóbulo de la oreja sacándole un leve gemido provocando que se le sonrojaron de sobremanera sus mejillas. N sonrió triunfante al saber que sería más fácil de lo que imaginaba y camino hacia la oficina junto a Yuki.

—Menos de un día. –dijo con indiferencia Sara viendo con burla a la pelinegra que estaba parada enfrente de ella con la mirada perdida, sonrojo en sus mejillas y tocándose la oreja que el moreno había mordido.

—¿Eh? –dijo sin entender al salir del shock y miro extrañado al castaño que le había hablado y la miraba burlón.

—Que en menos de un día mi amigo estará entre tus piernas follándote. –dijo con algo de burla y Dania se sonrojo toda mientras fruncía el entrecejo molesta.

—Él es un alumno. Esta contra mi ética meterme con alguno de ellos. –dijo ofendida y mirándolo molesta. Sara se encogió de hombros restándole importancia y miro con indiferencia hacia la ventana.

—Solo te lo digo porque lo conozco. –dijo con tranquilidad y Dania fulmino con la mirada al lindo pero irrespetuoso castaño, suspiro con cansancio ante su inmadurez de enojarse con un mocoso, así que mejor dio media vuelta y camino hacia su escritorio para seguir trabajando.

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Yuki y N entraron a la oficina, cerrando la puerta tras de sí. Detrás del escritorio había una persona sentada en una silla giratoria que les daba la espalda.

—Siéntense —dijo una voz femenina, suave, pero con un toque firme que no admitía objeciones.

Tanto N como Yuki se miraron, se encogieron de hombros y luego se sentaron en las dos sillas frente al escritorio.

—Kagawa Hakyeon, hermano mayor por unos minutos, y Kagawa Yuki, hermana menor. Nacieron aquí, pero desde los cinco años viven en Rusia. Ambos tienen dieciséis años y, por lo que veo, tienen unas excelentes notas —dijo la directora con seriedad.

—Así es —respondió N con tono de aburrimiento.

—¡Díganme, jóvenes! —La silla giró lentamente, revelando a la directora.

¡YO NO SOY GAY!Où les histoires vivent. Découvrez maintenant