VI. LA CAUSA

569 66 3
                                    

Ya habían pasado un par de meses desde que el rubio entró a la escuela, y cada día odiaba más a Ken. Ken no parecía tomarlo en cuenta, ya que, para él, la única persona que importaba en su vida era su pequeña hermana, quien desafortunadamente estaba en un salón de clases diferente.

Hyuk no sabía qué hacer. Quería encontrar la manera de poder acercarse a la niña que tanto se juntaba con Ken y ser su amigo, para así estar en el lugar del castaño. Pensaba que, siendo su amigo, ella dejaría de ser tan cariñosa con Ken para ahora serlo con él. Siendo solo un niño, creía que lo único que quería de esa niña era su amistad, sin darse cuenta de que sus celos hacia Ken eran porque en realidad sentía otra clase de cosas hacia esa pequeña.

Los años pasaron, y el rubio nunca se atrevió a hablarle a esa pequeña. Tenía que conformarse con verla de lejos, siempre acompañada del "nerd" de Ken. En esos años había conocido a varios chicos con los que se juntaba, pero el único al que consideraba amigo era a Hongbin, un niño que había conocido en la escuela cuando tenía nueve años. En ese momento, ya tenía doce años e iba en sexto grado.

Para desgracia del rubio, todos esos años que estuvo en la primaria le tocó en el mismo salón que Ken, y nunca le tocó con la castaña de la cual había descubierto que tenía su edad, ya que la vio entrar en uno de los salones de su mismo grado. Sin embargo, no sabía cómo se llamaba ni mucho menos que le gustaba. Con el paso de los años, el odio de Hyuk hacia el castaño había aumentado, y junto a sus amigos, se las arreglaba para siempre humillar o hacerle bromas a Ken.

Un día, lo castigaron a Hyuk porque el maestro lo atrapó aventando papelitos en clases junto a Hongbin, pero el castaño se había salvado de no ser visto. Así que el rubio caminaba perezoso hacia la dirección.

Al llegar, vio que la secretaria no estaba, así que se sentó con la cabeza agachada en las sillas para esperar que saliera la directora y lo atendiera. Al levantar la mirada, ensanchó los ojos al ver sentada en una de las sillas a la chica castaña de la cual llevaba cuatro años queriéndose acercar.

No pudo evitar que una gran sonrisa de felicidad adornara su rostro y, con algo de nerviosismo, se sentó unas tres sillas al lado de ella, pensando que tal vez esta era su oportunidad para acercársele.

Observaba atento cada detalle de la niña y se dio cuenta de que de cerca era mucho más bonita. Empezó a observar cada detalle de ella para grabárselo perfectamente en su mente. Empezó por ver su hermoso y largo cabello color café, el cual le llegaba a mediación de la espalda, y una diadema color negro la adornaba, dejando que unos mechones lacios cayeran en sus mejillas. Después bajó a su rostro y se quedó maravillado al ver sus hermosos y grandes ojos, pero frunció el ceño al notar que la mirada de la niña se veía fría y opaca. Esa mirada no era en nada parecida a la que tenía cuando estaba con Ken, y eso le molestó. Ahí fue cuando el pequeño Hyuk se dio cuenta de que no solo sentía celos de Ken porque quisiera ser amigo de esa niña y llegar a conocerla, sino que le gustaba. Por esa razón, la quería conocer.

Bajó la mirada un poco, notando cómo el uniforme escolar de la niña estaba algo arrugado y sucio, lo que lo hizo preocuparse. Suspiró y cerró sus ojos, tratando de darse valor, porque pensaba que las oportunidades de estar a solas con esa niña y lograr conocerla eran pocas, así que era ahora o nunca.

—¿Por qué te castigaron a ti? –preguntó tratando de parecer indiferente, pero se mordió la lengua al oír que su voz salió temblorosa, dejando ver lo nervioso que estaba. Sus mejillas se sonrojaron al ver que la niña volteaba a verlo con fastidio. Se sintió tan mal al recibir esa mirada que solía dedicarles a las molestas niñas que lo acosaban. Estaba seguro de que ella no le contestaría, al igual que él nunca le contestaba a las niñas molestas que le hacían preguntas, así que bajó la cabeza con tristeza.

¡YO NO SOY GAY!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora