¡YO NO SOY GAY!

I. UN TRÍPODE DIFERENTE

Buen día

Creo que este será el único capítulo donde escriba algunas palabras al inicio. 

Han pasado más de 3 años desde que entré en este fic. Pensaba que definitivamente quedaría allí, y es que tantas cosas cambiaron que en algún momento olvidé incluso que tenía esto. Tal como anuncié hace una semana, mi propósito es regresar a escribir fics, pero con grandes cambios. Prometí que las historias terminadas permanecerían en mi perfil, por lo que decidí, por una última vez, intentar arreglar las cosas que en algún momento no noté en esta historia.

De cualquier manera, espero que puedas seguir leyendo no solo esta, sino otras más en mi perfil.

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En este momento me siento más perfecto que nunca. Mi rostro está adornado por una sonrisa de medio lado y el triunfo me hace brillar. La razón es porque he sido aceptado en la prestigiosa escuela Saint President. El motivo de mi felicidad es sencillo: esta es la mejor escuela de todo el país, y solo asisten las personas más ricas del mismo. Como es obvio, no tengo necesidad de decir que tengo dinero de sobra. Bueno, mis padres lo tienen de sobra, pero por ser su hijo tengo derecho a todos los lujos que quiera. Además de ser rico, para entrar a esta escuela debes ser muy inteligente. No quiero presumir, pero siempre he tenido notas perfectas sin hacer mucho esfuerzo.

En esta escuela solo aceptan niños ricos y prodigiosos. Aunque hay becas, y a veces son para "pobres", no muchos logran entrar. Como solo entregan dos becas por año, no debo preocuparme de que el lugar se infeste de "plebeyos".

Volviendo al tema, si soy sincero, no es novedad que alguien como yo haya sido aceptado en esta escuela. Soy un prodigio entre los prodigios. Sencillamente, leo algo y en el instante lo memorizo. Ni siquiera tengo que prestar mucha atención en clase. Mi inteligencia y astucia son la envidia de casi todos los que me conocen. Aunque no es solo por eso, también por mi físico: un cuerpo excelente, delgado, pero con músculos marcados, alto, piel muy clara, ojos algo rasgados y cabello muy bien peinado. En resumen, soy perfecto.

Hablando de mis pasatiempos, siempre he tenido a la mujer que quiero. Con solo chasquear los dedos, puedo tenerlas a mis pies idolatrándome, rogándome para que salga con ellas. Una leve sonrisa e inmediatamente se abrirán de piernas para mí. Siempre he tenido ese efecto en las chicas. Aunque de niño no ponía mucha atención, al crecer aparecieron las hormonas y con ellas las necesidades.

Mi vida ha sido muy corta hasta el momento, pero si de algo me he dado cuenta es de la falta de cerebro de las mujeres. Me gustan las cosas difíciles y hasta el día de hoy no ha existido ninguna que sea capaz de ponerme un reto. Debido a esto, solo obtengo lo que quiero de ellas y enseguida las boto sin importarme más. Me molesta que solo sean capaces de pensar en chicos, su físico, ropa y no sé qué más. Hasta el momento no he conocido mujer que merezca la pena convertirla en mi novia.

Mi familia está conformada por Han MinJoo, que es mi padre y dueño de la empresa más grande y prestigiosa del país en arquitectura. Lo admiro mucho y siempre me empeño en enorgullecerlo. Mi madre, Han SoEun, es tierna y cariñosa, algo sensible. Es con la única que soy capaz de mostrarme perceptivo. Es ama de casa y le gusta cocinar, en especial postres. Aunque a la familia no le gusten, yo me como todos por complacerla. Después está mi hermano mayor, JunHyuk, quien tiene 21 años y estudia arquitectura. En cuanto a nuestra relación, en parte agradezco que la escuela sea un internado, porque no tendré que aguantarlo más, a él y sus estúpidas burlas, entre otras como que es el favorito de papá. Finalmente, estoy yo, Han SangHyuk, aunque todos me llaman solo Hyuk. Tengo 16 años y voy al primero de mis últimos 3 años de escuela, la preparatoria. Lo acepto, soy un mujeriego, arrogante, egoísta y me encanta la adrenalina y la diversión, especialmente las fiestas y el alcohol. Debido a esto, he tenido muchos problemas con mi padre. Pero como soy el preferido de mi madre, salgo impune. A decir verdad, en casa, mi madre es quien manda. Sin más, es hora de darle la noticia a mi padre de que su pequeño hijo se irá de casa a estudiar. Aunque extrañaré a mi madre, volveré en vacaciones.