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Al siguiente día, cuando Draco fue al trabajo, se dio cuenta de que las cosas en el escritorio de Harry no estaban y solo quedaba el computador que era propiedad de la empresa.

Enojado entró a su oficina y marcó el número de la secretaria que estaba en el primer piso.

¿Si, señor Malfoy? —escuchó la voz de una mujer a través de la línea.

—Pon un aviso. —le dijo.— Necesito secretaria nueva.

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Cuatro días después, Harry había conseguido un puesto en la empresa de un hombre llamado Amadeus Slade, de 49 años, que era socio con la empresa de los Malfoy.

Estaba tranquilo, pero sentía la falta de Draco. Cada vez que la puerta de la oficina de abría, creía que iba a ver al rubio.

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Era sábado y Harry se encontraba en su casa, disfrutando de su noche con Hermione y Ron.

—Chicos, les tengo que contar algo. —dijo Hermione en algún momento de la noche. Varias botellas de cerveza descansaban sobre la mesa.— Estoy saliendo con alguien.

—¿Qué? —dijo Harry con una sonrisa.— ¿Cómo se llama?

—Se llama Pansy. —dijo sonrojada.

—¡Por Hermione y Pansy! —celebraron Harry y Ron chocando sus botellas.

—Harry. —le hablo el pelirrojo. El azabache giro su cabeza y lo miro. Su mundo dio vueltas por unos segundos.— Yo también estoy saliendo con alguien.

—¡Ah, si! —dijo tomando un sorbo de su cerveza.— Blaise me lo dijo. —en el segundo que lo dijo se tapó la boca.— Dios, lo siento, se supone que me lo tenías que decir tú y yo me temía que sorprender. —tomó entre sus dos manos su cabeza que daba vueltas.

—¿¡Blaise te lo dijo!? —exclamó Ron.

—Si. —dijo Harry triste.— El otro día nos encontramos en una cafetería y charlamos por horas. Sólo se le salió y yo no tenía que decir nada hasta que tu me lo dijeras. Lo olvidé. —se tiro sobre Ron para abrazarlo.— Perdóname, amigo.

Ron lo abrazó de vuelta, mientras los dos sollozaban.

—¡Perdóname a mi por no decírtelo! —pidió Ron.

—¡Harry, eres el único soltero! —Hermione se unió al abrazo.

—¡Nadie me va amar nunca! —lloró Harry.

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El día miércoles, el señor Slade le pidió a Harry que lo acompañará a una junta. Se arregló, se puso un traje negro y fue junto a Amadeus a la reunión.

Era en un gran salón. Entraron y Harry iba detrás de Slade, mientras este saludaba personas importantes.

Anotaba algo en su agenda cuando él llegó.

—¡Señor Malfoy! —saludó Amadeus. Harry levantó su cabeza rápidamente y miró al rubio frente a ellos.

—Slade. —lo saludó con un apretón de manos y miró de reojo a Harry.

—¿Cómo te encuentras, muchacho?

—Muy bien, ¿y usted? —preguntó.— Veo que tiene nuevo acompañante.

—Ah, si. Te robe a tu secretario, Malfoy. —rió. Harry se removió incómodo.

—Me doy cuenta. —dijo el rubio mirando a Harry, esperando a que este le devolviera la mirada.— Nos vemos, Slade. Cuida a Harry.

—Por supuesto que si. —le paso el brazo por la cintura. Draco frunció el ceño y se fue.— Vamos, Harry. Quiero tomar algo.

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Dos horas después, iban caminando hacia la salida. El señor Slade pasado de copas y Harry tratando de que no se cayera.

—Harry, llévame al baño. No me siento bien. —el azabache suspiró y con esfuerzo llevo al hombre hacia los baños.

Este entró a un baño, mientras Harry se quedó apoyado en los lavamanos. Miro su celular hasta que el señor Slade salió del baño. Se acercó a los lavamanos y acorralo a Harry contra estos.

—S-señor Slade. —Harry lo intento de apartar. Sus manos recorrieron los costados del azabache.

—¿No me vas a dejar tocarte? —dijo hundiendo su cabeza en el cuello de Harry.— Con Malfoy lo hacías sin problema.

—Se- señor Slade, por favor.. —agarró su cintura y lo dio vuelta. Su entrepierna endurecida contra su trasero.— B- basta..

—Quédate quieto.

Apretó sus ojos, mientras intentaba que el hombre no bajara su pantalón. Y de un segundo a otro no lo sintió. Abrió los ojos y vio a Amedeus en el piso con Draco encima de él pegandole.

Se quedó congelado en su lugar, mientras veía la sangre salpicar en el piso.

—¡No te atrevas acercarte a él en tu vida! —gritó Draco, mientras se levantaba.

Se acercó a Harry y lo tomó de su mano.

—Vamos. —Harry se dejo llevar por el rubio hasta un auto negro. Draco se subió y Harry le siguió. El viaje fue en silencio, hasta que llegaron al departamento del rubio.— Puedes bañarte si quieres. —Draco lo quedó mirando.

—Si,.. claro. —se dirigió al baño, se despojo de su ropa y entró a la ducha. Los latidos de su corazón ya se habían calmado.

Con el agua caliente despejo su mente y se olvidó del miedo que había sentido hace unos minutos.

Salió de la ducha y vio una toalla y ropa limpia sobre el lavamanos. Se secó y se puso la polera y pantalón que le quedaban un poco grande.

Abrió la puerta y caminó lento y en silencio hacia el living. El rubio estaba parado junto a la ventana, mirando la ciudad.

—¿Señor Malfoy? —hablo el azabache.

—Harry. —el rubio se acercó al sillón y se sentó.— ¿Cómo estás?

Harry lo imitó y se sentó en el sillón junto a él. Cruzó las piernas bajo el cuando se sentó y miró sus manos.

—Me siento mejor. —se mordió el labio.— Gracias por lo que hizo. —miró al rubio y este tenía la cabeza levemente inclinada hacia un lado y lo miraba con tanto cariño, que Harry no supo descifrar porque.

—No fue nada. —tomó la mano de Harry.

Su corazón se aceleró con ese gesto del rubio, hasta que vio sus manos. Sus nudillos lleno de sangre.

—¡Señor Malfoy! —tomó la mano del rubio entre las suyas.

—Tranquilo, no es mi sangre. —se acercó más al azabache.— Harry, necesito decirte algo.

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Mi Jefe, El Señor Malfoy [Drarry]Where stories live. Discover now