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Apago su alarma por segunda vez y volvió a quedarse dormido.

Cuando volvió a abrir los ojos, se dio cuenta que faltaban sólo 25 minutos para entrar a trabajar.

Salto de su cama y se dirigió a la ducha para darse un baño rápido de agua fría. Al salir se vio en el espejo y se dio cuenta que tenía marcas purpuras y rojas en su cintura y en su cuello.

Mierda. Lo que le faltaba.

Se vistió, bajo las escaleras y corrió al paradero donde justo había llegado un autobús. A penas alcanzó a tomarlo.

Suspiró y se sentó en el primer asiento.

15 minutos después ya estaba subiendo en el ascensor, hacía su lugar de trabajo. Para su suerte y como había dicho, el señor Malfoy no había llegado. Recupero todo el aire que había perdido y se sacó su abrigo para dejarlo en el perchero. Se estaba comenzando a acercar el invierno.

Se sentó en su silla con un leve quejido, mientras encendía la computadora y revisaba el horario del señor Malfoy. Tenía una reunión agendada para las 12, un almuerzo con su madre a las 1:30 y una última reunión a las 3:45.

Una hora después de lo normal, llegó Draco, pero no solo, sino que venía a con su novia Astoria.

Harry no se sorprendió, ya que ella ya había ido allí un par de veces.

—Buenos días, Harry. —lo saludó Draco.

—Buenos días, señor Malfoy, señorita Astoria. —ella solo lo miró con su cabeza en alto.

—¿Podrías ir al café que esta en la esquina y traerme un café negro y un cappuccino? —le pidió Draco, mientras le entregaba una tarjeta negra.

—Por supuesto, voy enseguida.

Draco y Astoria entraron a la oficina del rubio y Harry se dirigió hacia el ascensor. Al salir del edificio se percato de que no había llevado su abrigo y afuera caían unas cuantas gotas de agua.

—Mierda. —trató de cubrirse con sus manos y corrió al café que estaba frente al edificio.

Entró y el chico de pelo castaño lo recibo con una sonrisa.

—Hola ¿que te puedo servir? —le preguntó cuando el azabache se acercó.

—Quiero un café negro y un cappuccino. —dudó un poco antes de agregar.— Y dame también un té con dos de azúcar, pero ese lo pagaré aparte.

—Okey ¿tu nombre?

—Harry.

El chico sonrió.

—Enseguida estará tu orden, Harry.

Harry solo asintió y se sentó en una mesa que estaba vacía. Miro su teléfono; tenía mensajes de Ron y Hermione diciéndole que salieran a tomar algo.

Suspiro y contesto que no podía hasta el sábado. Enseguida recibió respuesta de sus amigos diciéndole que lo único que hacía era trabajar para un hombre gruñón.

Sonrió.

—Harry. —levantó la cabeza. El chico lo miraba con una sonrisa.— Tú pedido esta listo.

Se acercó y tomó la orden con su mano izquierda, mientras que con la derecha pagaba con dos distintas tarjetas.

—Gracias. —dijo y salió del café. Ya estaba lloviendo.

Trato de irse lo más rápido que pudo, para no mojarse y derramar los cafés al mismo tiempo.

Subió el ascensor, llegó a su piso, dejó su té en su escritorio y luego se acercó a la puerta de la oficina. Tocó suavemente, adentro no se escuchaba nada.

—Adelante.

Abrió la puerta y solo se encontró a Draco dentro, viendo unas carpetas.

—Aquí esta lo que pidió, señor Malfoy. —se acercó y dejó el pedido sobre su escritorio.— ¿Y la señorita Astoria?

—Fue al baño, ya vuelve. —levantó su mirada gris para fijarla en Harry.— ¿Qué dijo Crispino por haber cancelado la reunión de nuevo?

—Bueno, primeramente se enojó y me comenzó a insultar hasta en italiano, luego se calmo y dijo que sería la última vez que pospone la reunión. —le informó Harry.

Asintió.

—¿Para cuando quedó?

—Jueves en la tarde.

—Bien, puedes irte.

Harry asintió y salió de la oficina. Justo cuando estaba sentadose, Astoria salió del baño y paso por su lado sin dirigirle ni una mirada.

Al parecer ella lo odiaba y Harry no tenía idea de porqué.

Se mordió el labio pensando en una posibilidad de porque lo odiara. Después se quito esa idea de la cabeza y tomó su té.

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A las 11:45 Draco salió de su oficina junto con Astoria.

—Me voy a mi reunión. —le comentó Draco.— No vuelvo hasta después de mi almuerzo con mi madre.

Astoria esta vez lo estaba mirando y Harry se sintió raro. Ella soltó un risita.

—Parece que Potter tuvo una noche de pasión anoche. —dijo.

Y Harry recordó todas las marcas que Draco le había dejado en el cuello. Su mano viajo instintivamente a su cuello, tratando de cubrirse, mientras sus mejillas se ponían rojas y miraba a cualquier otro lado.

Draco se aclaró la garganta.

—Por favor, no te entrometas en la vida personal se mi secretario. —soltó Draco con voz gélida.— Eso no nos interesa.

—Okey. Buenas tardes, Potter.

—Adiós, señorita Astoria.

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Estaban por ser las 10:20, cuando Harry empezó a guardar sus cosas. Tomó unas carpetas y se dirigió a la oficina de Draco.

Tocó la puerta.

—Pasa. —escuchó la voz fría de Draco.

Entro y se dirigió a donde estaba el rubio. Éste se encontraba apoyado contra su escritorio mientras veía su teléfono.

—Aquí están las carpetas que me pidió, señor Malfoy. —indicó mientras estiraba las carpetas hacia él.

Draco las tomó y las dejo sobre el escritorio detrás de él.

—Ven aquí un segundo. —le dijo antes de que Harry se fuera.

El azabache se acercó más y Draco le levantó su cara. Sus dedos acariciaron las marcas rojas y purpuras que habían en su cuello. Se acercó más. Harry se estremeció cuando sintió el aliento de Draco en su cuello. Soltó un grito ahogado cuando sintió sus dientes mordiendolo y jadeo cuando se alejo.

Draco lo miró con sus ojos grises inexpresivos.

—Ya puedes irte.

Harry asintió y se dirigió a la salida.

—B-buenas noches, señor Malfoy.

Salió, tomó su abrigo y fue al ascensor.

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Mi Jefe, El Señor Malfoy [Drarry]Where stories live. Discover now