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Se despertó primero. El sol apenas estaba saliendo, mientras alumbraba la ciudad.

Se giró en la cama y vio a Draco durmiendo junto a él. Su pelo rubio que siempre estaba ordenado, se encontraba desaliñado y su respiración salía lenta de entre sus labios entreabiertos. Acercó lentamente su mano y con un dedo recorrió su mejilla acariciando su mandíbula y pasando por su mentón.

Harry llevaba cinco meses trabajando para Draco. Y resignado, con su corazón latiendo contento, acepto que estaba completamente enamorado del rubio. Se le hizo un nudo en la garganta y se obligó a no pensar en que tenía una oportunidad con él, porque ya tenía a Astoria, con la que llevaban saliendo un año y Harry solo era su secretario, con el cual se acostaba cuando tenía ganas.

Quito su mano y se dio media vuelta, con cuidado se sentó en la cama y se levantó. Tomó ropa de su bolso y se dirigió al baño que estaba al final del pasillo. Se lavó y se vistió lentamente y con cuidado, cuando estuvo listo salió y se dirigió a la cocina.

¿Draco se enojara si ocupaba su cocina?

Mordiéndose el labio, se encogió de hombros y empezó a preparar el desayuno.

Treinta minutos después, tenía el desayuno listo. Panqueques con fresas, tostadas, café para Draco, té para él y huevos fritos.

Puso sus manos en la cintura y sonrió orgulloso al ver la mesa ordenada y lista para tomar desayuno.

—¿Qué haces?

Se sobresaltó al escuchar a Draco detrás de él. Se dio vuelta y el rubio estaba solo a unos pasos de él, con solo el pantalón de pijama puesto dejando su torso al aire. Harry trago fuerte antes de hablar.

—Buenos días, señor Malfoy. —se acercó a una silla y se sentó.— Espero que no le moleste que haya preparado el desayuno.

—Para nada. —se sentó junto a Harry.— Se ve delicioso todo.

Harry sonrió.

—Gracias. —dijo orgulloso de él.

El desayuno paso entre cortas conversaciones y halagos hacia Harry por lo bien que cocinaba. Al terminar de comer, Harry iba a levantar las cosas de la mesa cuando Draco lo interrumpió.

—No te preocupes por eso, Laura, mi sirvienta llegara en unos minutos y se ocupará de eso. —se acercó a Harry.— Acompáñame a la habitación.

El corazón de Harry se salto un latido.

Siguió a Draco hasta la habitación, donde el rubio cerró la puerta.

—Siéntate y sácate la polera.

Harry sentó en la cama y se sacó con cuidado su polera. Draco se sentó junto a él.

—El doctor dijo que todos los días hay que cambiar la venda. —agarró la cintura de Harry e hizo que se girará, dándole la espalda al rubio.— Quitaré la venda.

Sintió un pequeño tirón en su piel y luego un líquido frío lo hizo estremecer.

—¿Qué es eso? —preguntó.

—Esto ayudará a cerrar más rápido las heridas. —dijo y coloco una nueva venda.— Bien, ahora falta la otra.

Harry se iba a dar vuelta, cuando Draco hizo que se levantara y lo sentó a horcajadas de él. El rubor en las mejillas de Harry aumentando.

Quito la venda, mientras lo sostenía de la cintura con una mano y con la otra echaba el líquido en la herida. Secó el exceso y cubrió la herida con una venda nueva.

—Esta listo. —dijo el rubio mirando a Harry hacia arriba.

—Bien. —Harry lo quedó mirando y Draco sostuvo su mirada.— Ah.. ya me levantó. —hizo el amago de levantarse de las piernas de Draco, pero las manos en su cintura se lo impidieron.

Mi Jefe, El Señor Malfoy [Drarry]Where stories live. Discover now