Capítulo 13

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Capítulo 13: Gato y ratón

Tomás Moro plantea por primera vez el concepto de Utopía, designandolo al ideal de una sociedad perfecta, en la que los individuos alcanzan la felicidad plena y reina la paz. Algo imposible, si lo pensamos y lo tratamos de contrastar con los problemas graves de la actualidad. Entonces, utopía se quedará encacillada a aquel bien que fantaseamos para nuestra comunidad, pero no pasa de ser una idealización inalcanzable. Empero, los problemas actuales que afectan a diversos grupos sociales cada día emergen y pareciera que la justicia -la solución y única vía- solo es para aquellos que la pueden pagar. Las personas de los barrios bajos de Bronx lo sabían más que nadie, la gente de los otros cuatro distritos de Nueva York no les importa y hacen de oídos sordos porque no es su problema y no llegan a ser afectados. Amatista, como toda erudita en la filosofía y de buen corazón, negó la denuncia que le ofrecieron los agentes de Alchemax contra su agresora de aquel día de velada, porque ella más que nadie en este mundo, vivió en carne propia de negligencias e inmoralidad de la justicia.

Al contrario de lo que muchos creerían, Kyteler no estaba enfurecida con la periodista ni molesta porque le haya dejado en debilidad ante cámaras. La comprendía, en lo muy profundo de su corazon, pero las acciones que debe realizar para llegar al fin le eran más importante que dejar al desnudo sus sentimientos de amnistía. Miguel se sorprendió cuando le informaron que Amatista había denegado la denuncia que Alchemax planteaba levantar contra ella, alardeando que no hay tiempo que perder ahora que se encontró el caso de una de las primeras víctimas de Ausen, y tan pronto como encuentre el horario perfecto, tomaría cartas en el asunto. Aunque no le pareció lo correcto, aceptó la decisión de la psicóloga y no interfirió más en su firmeza. Después de todo, hay una razón para dejarla absuelta, existe un pensamiento bien justficado del que Miguel quiere saber, porque Kyteler tiene una forma fascinante de ver al mundo bajo un criterio propio creado y forjado a través de veintinueve años de vida. Sin embargo, es de noche para saberlo y preguntarle. Ha de esperar al amanecer.

Los profesores de universidad no se cansan de decirlo, de advertir a las nuevas generaciones de egresados que el mundo laboral es terrible, sobre todo en un mundo hiperglobalizado. Pero quienes se esforzaron obtuvieron lo que otros no. Amatista fue de los pocos alumnos destacados en una universidad de renombre. Consiguió hacer su servicio social en una buena institución, y posteriormente, consiguió una plaza del gobierno en una escuela marginada de Bronx. La paga era lo suficiente para pagar el alquiler, despensa, gastos personales y de bebé. Ahora que trabaja en las tardes con Alchemax, los días eran tan cansados para la adulta. Pero más pesado el ser mamá. El institnto materno obliga a las mujeres a quedarse en casa criando y velando por los niños, pero la presión de encajar y establecerse un rol adecuado que contribuya a la sociedad también era importante. Algo que se lleva practicando desde el siglo veinte. Al llegar a casa, Amatista arrojó el maletín en el sofá y fue corriendo a la habitación donde duerme su querida hija. La sostuvo entre sus brazos y, la niñera, fue testigo de como una pequeña lagrima rodó por su mejilla.

«Me he perdido de tus primero pasos» se le oyó murmurar. «Lo siento tanto, mami está ocupada creando un mundo mejor para ti...»

Amatista acostó a su hija y le cantó con delicadeza para que los ojos heterocromáticos de Zafiro, cerraran párpados. De esa sonrisa alegre e inocente que Zafiro le dedica a su madre, muchas se han perdido y arrebatado. Ausen no ha de ser mala ante los ojos de las víctimas de allá fuera que estarán desesperadas por ver tras las rejas a los agresores y asesinos de sus familiares, para ellos es la mujer que dio el primer paso para hacer valer el derecho de la justicia que el Estado no se preocupa en hacer cumplir. Zafiro se recuesta en los cojines de animales y se queda dormida de forma tan profunda que hasta la respiración de su madre pegandole en el rostro no la despierta. Kyetelr le pocisiona en la frente un beso delicado de amor profundo y sincero, derramndo en su piel un poco de ese afecto. Su corazón está con ella y no hay fuerza sobrenatural que lo borre. Acontinuación la mira por última vez desde el marco de la pierta y cierra la habitación.

ANTIHÉROE ⋮ MIGUEL O'HARADonde viven las historias. Descúbrelo ahora