Capítulo 3. Episodio 5. Fructífero

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Las copas carentes de hojas, reemplazadas por un montón de gajos secos como dedos que se estremecían erráticos, proyectaban largas sombras sobre nuestros rostros.

Sus troncos irregulares crujían a cada momento, como si se fueran a romper mas sin embargo eso nunca ocurrió. Y los agujeros que hacían de sus rostros casi parecían burlarse de nosotros. Eran el perfecto monstruo salido de las pesadillas de un niño, que observando por la ventana a media noche al árbol muerto de fuera y que golpeaba con sus ramas el cristal, deseoso de llegar a él, se escondía bajo sus mantas.

Joy no escatimó en tiempo y sacó su espada convertida en un látigo. Lo agitó con fuerza hacia adelante y como si fuera una serpiente encantada intentando lanzar una picadura atacó a los árboles.

Sin duda el arma de Joy era demasiado versátil al convertirse en varias armas y ese látigo había demostrado su utilidad desde que lo conocimos, sin embargo, al enredarse con las ramas de los árboles no pudo romperlas como había hecho con los gusanos en la zona anterior.

El ángel hizo fuerza en su agarre pero aún así los árboles lo estaban arrastrando hacia ellos. ¿Incluso él era incapaz de manejar la situación?

Mi pregunta no tardó en obtener respuesta cuando Joy se rio:

—Bien, son algo robustos —dijo todavía ejerciendo presión pero con un tono que denotaba confianza—. ¿¡Que tal esto otro¡?

El látigo se desenredó de los árboles y volvió a ser uno a medida que reducía su tamaño hasta volver a ser una simple empuñadura. Joy levantó el objeto rectangular y este se convirtió primero en el mango de una espada al cual le creció una hoja dorada que sostuvo con ambas manos.

Joy vio sus ojos reflejados en la hoja cuando la llevó detrás de su cadera, inhaló el aire y gritó:

—¡Al suelo!

Un haz de luz dorada pasó sobre nuestras cabezas cuando Joy empuñó en un semicírculo su espada hacia los árboles.

Cuando la luz se desvaneció me apresuré a escupir la tierra que me había entrado en la boca al arrojarme al suelo y me puse de nuevo sobre una pierna.

Delante de nosotros había montones de pedazos de madera limpiamente cortados. Era como si una raqueta de tennis con cuerdas afiladas les hubiera pasado en cima.

—Parece que no soportaron el estilo celestial —se burló Joy.

—No sabía que podías hacer eso —le dije.

—Es algo arriesgado si no se tiene cuidado —respondió riendo mientras su larga melena dorada se sacudía—. Bueno, es hora de moverse. Probablemente regresen a su estado normal cuando salgamos de esta zona y regresen a la siguiente —agregó, señalando mis manos convertidas en ramas.

Gunther que había ido a ver los restos de los árboles y luego el tronco del árbol gigante, regresaba corriendo mientras agitaba las manos.

—¡Detrás de ustedes!

Cuando dirigí la vista hacia atrás, vi tres raíces como anacondas que sin hacer ningún sonido se habían acercado hasta nosotros.

Sin darle tiempo a Joy de reaccionar, una de las raíces se enrolló alrededor de mi pierna derecha y me jaló con tal fuerza que volví a caerme de cara al piso, luego me arrastró tan rápido como pudo. Casi al mismo tiempo escuché a Deia y a Ram hacer un par de quejidos y luego solo tierra y rocas golpeando mi cara.

***

Estuve cerca de perder la conciencia de nuevo pero los golpes no habían sido tan fuertes como una tacleada de Deia, así que para mi mala suerte había sentido cada piedra y cada cortada mientras me arrastraban. Esta vez deseé personalmente haberme desmayado.

Infierno De La Eternidad (Borradores)Where stories live. Discover now