Paradise City

¿Qué debería hacer?

Noah

Escuché una estridente voz a mis espaldas gritar mi nombre, cerré los ojos con fuerza y me giré sobre mi cuerpo. Me tambaleé un poco en el banco de la barra.

- ¡Dios! ¡No lo puedo creer, eres Noah Sebastian! - Chilló una chica como de veinte años frente de mí. Asentí sin muchos ánimos y con la visión borrosa. Esos tragos me estaban pasando factura. - ¿Podemos sacarnos una foto contigo? - Preguntó la chica, yo ni siquiera había notado que iba con alguien más. Volví a asentir, intenté ponerme de pie, pero fallé olímpicamente. 

Las dos rubias me sostuvieron como pudieron, se veían bastante incómodas y yo comencé a sentirme culpable por ello de inmediato. Me alejé de golpe y de espaldas, suerte que la barra estaba ahí o hubiera caído directo al suelo. Las muchachas preguntaron si estaba bien, como pude les dije que sí. El mareo ligero de segundos atrás se había convertido en una pesadilla, todo me daba vueltas. Las voces, la música y los recuerdos se agolpaban a mi alrededor, provocándome unas náuseas increíbles. Me llevé una mano a la cabeza.

- L-lo siento... - Les dije, ellas estaban paralizadas frente a mí, sin saber qué hacer. Ya había tenido demasiado en poco tiempo, no sabía ni qué pensar. De pronto las lágrimas me invadieron y me fue imposible contenerlas. Me tapé la cara con las manos, no quería que me vieran llorando como un bebé. - ¿Puede-n decirle q-que venga? - Me miraron extrañadas. - A mi novia. - Sus rostros reflejaron sorpresa, comenzaron a murmurar cosas que no entendí.

- Noah, por fin te encuentro. - Oí a alguien decir con mucho alivio a lo lejos, no sabía de quién se trataba, pero deseaba con mi alma entera que fuera Alex. - Hey, ¿cuánto has bebido? - Abrí los ojos para encontrarme con Nicholas frente a mí. Lloré con más fuerza. Ni idea de qué habría pasado con las chicas, pero desaparecieron de mi vista. Me sentía muy avergonzado. 

- ¿Y Alex? - Pregunté, esperando una confortante respuesta que sabía, no era posible. Nick puso una mueca de confusión.

- No lo sé, ¿estaba aquí contigo? - Me dijo en un tono tranquilo. Negué con la cabeza. Pude sentirlo soltar aire con pesadez. - Vamos a casa. - Asentí, apenas podía moverme. Nicholas me llevó a rastras hasta el auto y me dejó en los asientos traseros. Ni idea de cómo fue que llegué a mi cama, pero no me detuve a pensarlo y dejé que el sueño rezagado de los días anteriores me venciera al fin. 

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Desperté a la mañana siguiente con una resaca terrible y unas náuseas tremendas, por lo que eché a correr hasta el baño y vomitar. Una mueca de asco me apareció en el rostro al instante, me puse de pie como pude para lavarme los dientes, pero resultó que todavía tenía más por dejar salir, así que volví a tirarme al piso para terminar de sacar la mierda de mi sistema y una vez concluido, me lavé los dientes. Me miré al espejo y lo único que visualicé eran mis enormes ojeras, mis ojos rojos, mi piel pálida y los labios resecos. Me mojé el rostro, fue entonces que me di cuenta de que aún usaba la ropa de la noche anterior. ¿Qué tanto había pasado? Con pereza y dolor de estómago y cabeza, me fui a poner ropa más cómoda, luego me arrastré hasta la cocina para beber toda el agua del mundo. Los chicos ya estaban desayunando, me ofrecieron acompañarlos a comer, pero me negué rotundamente, aún estaba asqueado. Tomé tres aspirinas y una taza grande de café, me dejé caer en una de las sillas del comedor recargando mis brazos en la mesa para poder colocar mi cabeza entre estos. Sabía que todos me miraban esperando mi siguiente movimiento. Finalmente, Joakim rompió el silencio.

- Ah, ayer vino Alex a buscarte... - De inmediato despegué la cabeza de la mesa y le puse toda la atención del mundo, aunque eso era una tarea casi imposible en mi estado. Lo miré exhausto y desesperado. Una ligera luz de esperanza iluminó mi pecho. Jolly continuó hablando. - Trajo algunas cosas que dejaste en su casa. - Señaló una caja en la encimera del fondo, cerré los ojos arrepentido aún por la estupidez que cometí con ella y que hasta la fecha no sabía cómo arreglar.