Leaving California

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Alex

Rebusqué entre mis cosas buscando las llaves del departamento, tenía que entregarlas hoy. Un suspiro largo se me escapó mirando el vacío del lugar. Apenas duré un año ahí, pero ya no podía quedarme más. Dejé las llaves sobre la encimera de la cocina y di un vistazo a mi alrededor. Todo estaba algo borroso, no eran más que recuerdos algo amargos y nostálgicos. Aún me costaba trabajo creer que las cosas no habían funcionado. Por una vez en mi vida parecía que todo marcharía bien, mi carrera y mi vida personal comenzaron a elevarse, pero cuando las cosas no podían ir mejor, todo se derrumbó. No pedía nada más que ser feliz y amada, una vez más no lo conseguí. Le rogaba a Dios que por una vez en la vida me diera lo que pedía, y cada que eso no sucedía, sólo trataba de convencerme de que quizá no era el momento, pero ¿cuándo será entonces? 

Después de que Noah y yo intentáramos reconciliarnos, no tardamos mucho en darnos cuenta de que algo no estaba del todo bien. Ambos nos distanciábamos poniendo trabas ridículas, ya no habían peleas, sólo besos fríos y despedidas repentinas. Durante días busqué una excusa para no alejarme, para quedarnos juntos, sólo aferrándome a lo que alguna vez soñé que seríamos. Noah y yo entendíamos que no había remedio, y finalmente nos despedimos dolorosamente, pero conscientes de que era lo mejor. Ni siquiera tuvimos tiempo de saber si lo nuestro tenía lugar en este mundo, nunca lo dejamos ser entre tantas prisas e inseguridades. Alguien llamó a la puerta, otro suspiro se me escapó. Aún fantaseaba con verlo al otro lado del pórtico diciéndome que deberíamos intentarlo una vez más, rogando por que me quedara, pero con los días esas esperanzas e ilusiones desaparecían como el olor de su perfume en mi ropa.

Caminé para descubrir de quién se trataba. Sólo era la amable señora quien fue mi casera todo ese año. Compartimos algunas palabras, le pedí que me dejara estar unos momentos más allí, accedió de inmediato. Creo que la extrañaré. Cuando estuve sola otra vez me recargué en un muro y de a poco me dejé caer hasta el piso. Me sentía mareada, exhausta, enferma. Bostecé, no había logrado dormir muy bien la noche anterior, los recuerdos me golpeaban como el viento cuando vas a 180 en la carretera. Un vacío en el pecho me invadió, quería llorar, pero las lágrimas no salían. Una vez más me sentí derrotada, sin ganas de volverlo a intentar, tal vez lo mío era simplemente estar sola, ya habían tenido varias lecciones de este tipo, ya no quiero continuar. 

No supe cuánto tiempo pasó, pero supongo que el suficiente para que el atardecer pintara la casa ahora vacía, de naranja. Me tallé los ojos y me tapé el rostro después, miré mi reloj, luego la puerta y escuché atenta, deseando ver a Noah una última vez para despedirme, esta vez sin lágrimas y sin dramas, sólo quería un último día con él que fuera perfecto y luego irme en paz. Mi corazón gritaba que debía quedarme, y al mismo tiempo me rogaba que me fuera porque sabía que ya nada iba a ser igual, que no iba a funcionar. Me resigné, pues Sebastian no aparecía y yo era demasiado cobarde para llamarle. 

Salí finalmente de la casa con los cascos entre las manos, suspiré cuando guardé el segundo casco entre la red de la motocicleta. Adoraba ir por ahí en moto con Noah, lo hacía todo mejor. Era muy divertido ir con él con el viento golpeando con fuerza mientras cantábamos cualquier canción que nos viniera a la mente. 

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- ¿Sabes? Hoy ha sido un día espectacular. - Estábamos en mi casa, fue nuestra primera cita. Noah prometió cocinar algo para mí, al final hizo pasta, y estuvo muy buena, ahora bailábamos lentamente al ritmo de mi playlist de canciones de los 70's. Mis brazos alrededor de su cuello y sus manos en mi cintura apretando ligeramente y acercándome de a poco a su cuerpo. 

- Concuerdo, fue una excelente idea tener esta cita. Hacía mucho que no me la pasaba así de bien. - Respondió, y por inercia se me dibujó una gran sonrisa en el rostro. Le dejé un besito en la mejilla. Él se fue acercando de a poco, y mis nervios crecían. 

Si bien no era la primera vez que nos besamos, me sentía ansiosa, porque era la primera vez que no sería "forzado" por así decirlo, todos los besos de los días anteriores fueron en escena, y claro, los disfruté, pero esta ocasión se sentía más natural. Mi mente era un desastre mientras él se acercaba más y más. Solté una risita nerviosa al notar su vista sobre mis labios, él sonrió ante mi reacción. De pronto una canción que me fascinaba comenzó a sonar: Suspicious Minds de Elvis. No pude evitar entonarla o más bien, cantársela a Noah viéndolo directamente a los ojos.

We're caught in a trap
I can't walk out
Because I love you too much, baby
Why can't you see
What you're doing to me
When you don't believe a word I say?

- Me gusta mucho esa canción. - Me dijo.

- Sí, tengo muy buenos gustos. - Respondí un tanto orgullosa. 

- Y yo tengo gustos muy bonitos. - Me paralicé con una sonrisa boba en la cara, ¿hablaba de mí?

- Ah... Pues, no sé qué más te guste. 

- Creí que era obvio. - Rodó los ojos divertido, yo me sonrojé en extremo y desvié la mirada, sin querer me mordí los labios, me urgía besarlo. - Me gustas mucho, Alex. - Pasó una de sus manos a mi rostro y no me lo impedí más, me acerqué hasta eliminar la distancia entre nosotros. Ese fue nuestro primer beso.

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Sin darme cuenta ya estaba llorando otra vez. Me limpié con cansancio las lágrimas y suspiré intentando tranquilizar mi respiración. Miré una última vez a la calle imaginando que Sebastian corría hasta mí dándome un abrazo, cosa que no sucedió. Entré de nuevo a la casa para hacer tiempo, fingiendo que revisaba cada rincón para asegurarme de que no olvidaba nada y nuevamente, nadie apareció por la puerta. 

Me rendí y me monté en la motocicleta, iba en automático, como si alguien más tuviera el control sobre mí, pero mi corazón me pedía a gritos verlo otra vez, así que sin pensarlo mucho conduje hasta su casa, aunque no tenía idea de lo que haría, así que supuse que lo mejor era sólo observar de lejos con la esperanza de que se apareciera por allí, después de todo, él vive ahí. 

No hice mucho tiempo, me estacioné a unas cuantas casas al otro lado de la calle para no ser muy obvia. Por unos momentos nada pasó, incluso pensé en ir a tocar a su puerta, después de todo ya estaba ahí. Entonces, dos siluetas se asomaron por el pórtico, una era indudablemente la de Noah, iba acompañado de una mujer de pelo muy largo y rubio, se veían alegres; un nudo se me formó en la garganta, era estúpido suponer cosas tan apresuradamente, pero me dolía imaginar que algún día Noah encontraría alguien con quien hacer todas esas cosas que conmigo únicamente soñaba, y era peor porque yo no me creería capaz de ser esa persona. Los observé con más detenimiento mientras se abrazaban, de inmediato me arrepentí de conducir hasta allí. Encendí el motor, dispuesta a marcharme cuando Sebastian dirigió su mirada hasta mí por inercia, pues alguna vez me confesó que ya no podía escuchar un motor de motocicleta sin buscarme en ella. De pronto entré en pánico, pues me reconoció aún con el casco puesto. 

- ¡Alex! - Comenzó a caminar apresuradamente en mi dirección, pero estaba demasiado asustada y avergonzada en esos momentos, así que lo único que pude hacer fue arrancar a toda velocidad. - ¡Alex, espera! - Fue lo último que escuché mientras desaparecía regañándome a mí misma por ser tan idiota, ¿por qué huía? Literalmente lo tenía en frente, qué imbécil soy. Las lágrimas hicieron presencia una vez más y no estaba lista para contenerlas de nuevo, estaba muy cansada, así que conduje hasta el único lugar en que podría tener un poco de paz antes de irme: la playa. 

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¡Hola! He vuelto después de un largo tiempo. Necesitaba un descanso, pero estoy lista para continuar. Espero que les guste este capítulo, porque lo estuve escribiendo durante dos meses. Gracias por leer <3


Paradise CityWhere stories live. Discover now