VEINTISÉIS

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Pov Neteyam

Recuerdo que en una ocasión, cuando aún era pequeño, mi abuela me obligo a ir a recoger hierbas para hacer medicina. Yo lo odiaba, no encontraba gracia en esa tarea cuando podía estar haciendo cualquier otra cosa, como aprender a volar con mi padre o acompañar a mamá a practicar con su arco. Sin embargo, mientras recolectaba de mala gana lo que mi abuela pedía, mis manos rozaron lo que parecía una hoja tan común y aburrida como el resto de vegetación. En ese instante y con ese pequeño toque, la hoja se abrió de par en par, dejando a la vista su imponente tamaño y maravillosos colores. Quede sorprendido cuando esto ocurrió, porque mis ojos jamás habían visto algo tan hermoso y llamativo como aquella flor. 

Fue entonces cuando mi abuela dulcemente se acercó y me dijo.--La verdadera belleza siempre está en las más sencillas cosas-- Desde ese día jamás deje de acompañarla, incluso en más de una ocasión, salía a recorrer los alrededores con ella, solo para ver lo fantástico que era el bosque y todos los detalles increíbles que había ocultos en él.

Aun cuando los años pasaron, mi abuela utilizaba cada situación, por muy cotidiana que fuera, para darme pequeñas lecciones que, según explicaba, me harían sentido cuando menos lo esperara. 

Y no se equivocó, porque viendo a Laia moverse en las profundidades del agua, brillando sobre los corales bioluminiscentes, mi mente no puede dejar de pensar en lo hermosa y magnífica que es, aun si solo está haciendo algo tan trivial como nadar.

Una sonrisa se dibujó en su rostro cuando se dio cuenta qué miraba en su dirección. 

- ¿Está todo bien?- pregunto, apenas salimos del agua para poder llenar nuestros pulmones de oxígeno, bueno, más bien para que yo llene mis pulmones de oxígeno.

- Si preciosa, ¿Por qué no lo estaría?- respondí para luego darle un beso en la frente.

- No lose, solo que me mirabas extraño.

- Error. En primer lugar, no te miraba, te admiraba.- corregí- Y en segundo lugar no era raro, esa era mi cara de enamorado.

Me quedé en silencio, esperando a que procesara mis palabras.

-- Espera... - soltó arrugando el entrecejo - ¿Acabas de decir lo que creo que acabas de decir?

- ¿De qué estamos hablando precisamente?- pregunte buscando entretenerme un poco con su paciencia.

- Vamos Neteyam, no juegues conmigo. - gruño molesta al mismo tiempo que enredaba sus manos detrás de mi nuca y sus piernas al rededor de mis caderas. - Repítelo.- su tono era autoritariamente dulce.

- ¿Qué quieres que repita? - seguí fingiendo demencia.

- ¡Neteyam!- mi pequeña impaciente. No espero ni dos segundos para soltarse de mi agarre y comenzar a caminar indignada hacia la orilla de la playa.

- ¡Oye! ¡Ven aquí!- solté divertido, pero ella hizo caso omiso a mi petición y continuo avanzando a paso firme.- ¡Hey, preciosa, solo era una broma!- intente llamar su atención nuevamente, pero no hubo respuesta, así que no me quedo más opción que seguirla.

Camine rápidamente hasta alcanzarla y antes de que me pudiera dar una negativa la tome y subí sobre mi hombro.

- ¡Bájame! - gruño.- ¡Ve a molestar a alguien más!- agradecí ser yo el paciente de esta relación, porque en lo que a Laia respecta, su paciencia cabe dentro de un grano de arena, y diría que sobra espacio.

TE VEO - NETEYAM SULLY (EN PROCESO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora