Y me alegra haber logrado algo, pero ¿por qué tiene que ser tan difícil? Muchas personas que pasan por algo así no son tan afortunadas. ¿Tenemos que exponernos al mundo? ¿Contar algo tan traumático y doloroso? ¿Ser vulnerables ante la interpretación y el escrutinio para tener algo de justicia? La lucha contra el sistema sigue siendo larga y cansina, sin final. Y no tengo ni idea de si algún día, lograremos que sea un poco más justo.

Los miles de seguidores que obtuve en esa cuenta se quedaron y decidí llamarla 'Noestássola' para convertirla en un portal, un punto de encuentro para todas las personas que pasaron por lo mismo que yo.

—¿Estás segura? —El abogado me pone la mano en el hombro mientras nos enfrentamos a una puerta muy diferente a la de la jueza.

—Sí, estaré bien.

Él suspira y abre la puerta, cuando entro, tomo una respiración profunda y lo miro: Soren. Él está del otro lado de la reja, su rostro está lleno de morados y cortadas pequeñas. Él me observa inexpresivo.

—¿Has venido a jactarte, Bea? —Su voz que solía ser parte de mis pesadillas ahora no me causa nada.

—No.

—¿Entonces?

Me le quede viendo por un rato y él alza una ceja, esperando.

—Te tuve miedo por tanto tiempo, Soren. Me encerré... creé paredes inmensas a mi alrededor para aislarme y pensé que mi vida sería así de miserable para siempre, pensé que no había nada más, que me habías destruido por completo. Pero ya no más, he sanado, continuo construyéndome y ya no hay muros a mi alrededor, solo gente que me quiere.

—Yo te quiero ­—dice y se pone de pie—. ¿Por qué coño crees que hice lo que hice?

Sacudo la cabeza.

—Sigues delirando, nunca me has querido.

—Bea.

—¡Me violaste! —grito porque necesito decírselo a la cara—. No sé como lo tengas pintado en tu cabeza y honestamente, ya no me importa, los hechos son claros. Y a eso he venido hoy, Soren. A decirte que soy libre... de ti, de todo el daño que me has causado, y —lo miro directamente a los ojos cuando lo digo—. Voy a ser muy feliz mientras tú te pudres aquí.

Le doy la espalda y la brisa que me golpea la cara cuando abro la puerta me nubla la vista con lágrimas porque nunca me he sentido tan viva, tan libre como ahora. El abogado no dice nada y le paso por un lado para salir de ahí, casi corriendo al estacionamiento donde los encuentro.

Red está recostado contra su camioneta, de chaqueta, camiseta blanca y vaqueros negros, junto a él está Violet quien aún viste de negro por el luto a su hermana y Amber está frente a ellos, con un abrigo largo mordiéndose las uñas. Black está sentado sobre su moto. Me limpio las lágrimas mientras camino a ellos: mis amigos. Apenas me ven, Violet y Amber corren hacia mí y me abrazan.

Estoy bien...

Estoy a salvo...

Soy libre...

Ha terminado...

Cuando nos separamos, me besan las mejillas. Y Red se acerca a nosotros con una sonrisa, y me abraza con gentileza para besar un lado de mi cabeza. Ha sido un día intenso, espero que Black se una, pero cuando me aparto de Red, el chico de la moto negra sigue sentado sobre ella y me ofrece el casco de mi moto.

—¿Una última carrera?

Eso me hace reír.

—Más bien una carrera de victoria —aclara Amber.

Ambos nos subimos en nuestras motos y nos ponemos los cascos para manejar y emerger del estacionamiento del juzgado. Los chicos nos siguen en la camioneta de Red. Nos enfrentamos al primer semáforo.

Rojo.

Giro el rostro para mirar al chico a mi lado, sintiendo ese déjà vu de la tarde de verano en la que lo conocí. Black acelera y el ronroneo de su moto me energiza. Sonrío y hago lo mismo.

Verde.

Salimos disparados por esa carretera, mi moto se desliza sobre el pavimento con agilidad, el viento frío golpea mi cuerpo cubierto de chaqueta y vaqueros térmicos. Black me pasa, y luego lo paso a él, estamos en este baile juguetón y no puedo evitar comparar a lo diferente que es todo.

Ha pasado casi un año desde aquella tarde de verano, la chica que compitió con él ese día era Blue, la que se escondía detrás de muros inmensos, la que no tenía muchas esperanzas en el futuro, la que no lidiaba con nada de lo que le había pasado y estaba encarcelada en su mente y en su trauma. Ahora, soy Bea, una persona con amigos, con un chico que la quiere y la respeta a su lado, alguien que va a terapia y que trabaja para mejorar cada día.

Ahora las sonrisas no son fingidas.

Ahora no me da miedo salir de casa, ni alejo a las personas antes de conocerlas.

Ahora sonrío de verdad, como en este momento, compitiendo con el chico de básico de la moto negra.

—¡Te ganaré, chica azul! —Me grita, pasándome por un lado.

—¡Jamás! —Es mi respuesta.

Sigo disfrutando del momento y mi pecho se llena de calidez al pensar en ella: Beth. Quisiera imaginarla sentada detrás de mí en la moto como solíamos hacer, con ella animándome a ir más rápido.

Lo he logrado, Beth... aún no sé si puedo perdonarme por no estar ahí para ti, pero estoy sobreviviendo, estoy luchando. Te quiero.

Paso a Black por última vez antes de llegar a nuestro destino.

Me estaciono frente al Centro de rehabilitación y Black hace lo mismo. Hemos llegado primero que los demás, y cuando él se quita el casco, su cabello apunta a miles de lados diferentes, y me sonríe, juguetón como siempre.

—Te quiero, idiota —le digo honestamente, es mi amigo y le admiro porque seguir aquí de pie después de haber pasado por tanto.

—¿Me quieres lo suficiente para serle infiel a Red? —Sugiere, moviendo sus cejas de arriba abajo.

Volteo los ojos.

—Espero que ahí dentro te hagan madurar un poco.

—Eso nunca.

Los demás se nos unen y empiezan uno por uno a despedirse de Black después de que montamos su moto en la parte de atrás de la camioneta de Red.

—Cuídala bien, es mi chica —comenta Black, limpiándose una lágrima inexistente.

Soy la última persona que abraza.

—Cuídate mucho, ¿de acuerdo?

Asiento y él se separa, despidiéndose con la mano mientras camina hacia atrás a la entrada. Él mantiene esa sonrisa juguetona, su cabello hecho un desastre. Y recuerdo verlo golpeado en los brazos de Violet, herido cuando le apartamos porque le rompió el corazón, ensangrentado la noche del tiroteo y finalmente inconsciente en la camilla de hospital.

—¡Bea! —exclama como un tonto.

—¿Qué?

—Golpeados y con moretones, pero seguiremos aquí, ¿no?

Sonrío.

—Siempre Black & Blue.

Él se levanta la camisa mostrando su cicatriz.

—Siempre Black & Blue.


[FIN]


SIGA AL EPÍLOGO.

Black & Blue (Español)✔️Where stories live. Discover now