𝐖𝐞 𝐠𝐨 𝐬𝐧𝐨𝐰𝐛𝐨𝐫𝐝𝐢𝐧𝐠 𝐰𝐢𝐭𝐡 𝐚 𝐩𝐢𝐠𝐠𝐲

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PRACTICAMOS ESQUÍ CON UN CERDITO

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Percy POV's

HABÍAMOS LLEGADO A LOS ALREDEDORES DE UNA POBLACIÓN DE ESQUÍ ENCLAVADA ENTRE LAS MONTAÑAS. El cartel rezaba: «Bienvenido a Cloudcroft, Nuevo México». El aire era frío y estaba algo enrarecido. Los tejados estaban todos blancos y se veían montones de nieve sucia apilados en los márgenes de las calles. Pinos muy altos asomaban al valle y arrojaban una sombra muy oscura, pese a ser un día soleado.

Incluso con mi abrigo de piel de león, estaba helado cuando llegamos a Main Street, que quedaba a un kilómetro de las vías del tren. Mientras caminábamos, le conté a Grover la conversación que había mantenido con Apolo la noche anterior, incluido su consejo de que buscase a Nereo en San Francisco.

Grover parecía inquieto.

— Está bien, supongo —dijo—. Pero antes debemos de llegar allí.

Yo hacía lo posible para no deprimirme pensando en nuestras posibilidades. No quería causarle un ataque de pánico a Grover, pero sabía que había otra fecha límite que pendía sobre nuestras cabezas, además de la que nos obligaba a salvar a Artemisa antes de la Asamblea de los Dioses. El General había dicho que sólo mantendría con vida a Annabeth hasta el solsticio de invierno, es decir, hasta el viernes. Sólo faltaban cuatro días. También había hablado de un sacrificio. Y eso no me gustaba nada. Y la cereza del pastel, es que Anastasia no me dirige la palabra desde que la desperté.

Fue confuso.

La miraba y ella me miraba, tenía la necesidad de acercarme e hice lo contrario. Me alejé y hablé sobre Annabeth. Quería calmar eso que pasaba, y qué mejor tema que nuestra mejor amiga. Alguien a quien apreciamos de igual manera.

Realmente la mencioné porque recordé unas palabras suyas cuando bailábamos en Westover Hall.

¿Ya aclaraste tu confusión sobre Anastasia?— Supongo que vió mi cara y suspiró—. Puedes ser muy tonto, sesos de alga. Pero te diré algo, no me miras de la misma forma que a Sia.

Desde entonces he intentado buscar una conclusión a eso.

Nos detuvimos en el centro del pueblo. Desde allí se veía casi todo: una escuela, un puñado de tiendas para turistas y una cafetería, algunas cabañas de esquí y una tienda de comestibles.

— Estupendo —dijo Thalia, mirando alrededor—. Ni estación de autobuses, ni taxis ni alquiler de coches. No hay salida.

— ¡Hay una cafetería! —exclamó Grover.

— Sí —estuvo de acuerdo Zoë—. Un café iría bien.

— Y unos pasteles —añadió Grover con ojos soñadores—. Y papel de cera.

Thalia suspiró.

— Está bien. ¿Qué tal si van ustedes dos por algo de desayuno? Percy, Anastasia, Bianca y yo iremos a la tienda de comestibles. Quizá nos indiquen por dónde...

ANATEMA ⋆ PJOWhere stories live. Discover now