17. CONCIERTO DESDE CASA

5 0 0
                                    

Rhea

No quiero levantarme. ¿Por qué hay que levantarse? Ugh. Es cómo hacer la cama, no tiene sentido. ¿¡Para qué la vas a hacer si unas horas más tarde hay que deshacerla!? No lo entiendo, de verdad. Todo mal.

Se podría decir que estoy un poco irritada. No, irritada no, estoy molesta. Eso es. Ahora ha todo el mundo le da por llamarme princesa, solo de pensar en ese tema me dan escalofríos, y lo odio. Puedo ignorar a Daniela perfectamente, pero tendré que hablar con Luka y Zion para que se callen. Porque sí, ahora al parecer soy toda una princesa.

Dejando toda la mierda a parte, estoy muy contenta, el otro día salí con Chesca y recibí la mejor llamada que podría esperar. Lucía, mi psicóloga me llamó en pleno momento Pretty Woman para preguntarme que tal había estado esta última semana. He estado teniendo consultas cada dos semanas desde hace poco más de un mes, no porque esté mal, ahora mismo estoy perfectamente, más que nada para tener un seguimiento del tratamiento en el que estaba.

ESTABA. Por fin puedo decirlo en pasado, llevaba casi dos años queriendo llegar a este momento y cuando Lucía me llamó para informarme que estaba teniendo muy buenos avances y me dijo que la reducción de tratamiento con el que habíamos empezado llegaba a su fin, salté encima de Chesca cómo una loca. Luego obviamente lo celebramos con un buen chocolate caliente y más compras. Jeje.

Es por esto último que entro en casa a trompicones intentando no caer, mientras que agarro más de diez bolsas con manos y boca, pero contentísima por las compras y orgullosa de mí misma. Por fin consigo abrir la puerta y acto seguido, tiro todo al suelo haciendo que algunas camisetas salgan de la bolsa; me dispongo a recogerlas, pero al girar la vista, es ahí cuando le veo. Todos los ánimos que tenía en el cuerpo desaparecen de repente al sentir el ambiente con el que me encuentro en casa.

Lo veo sentado en el piano, nunca lo he visto sentado ahí. Que yo sepa no sabe tocar ningún instrumento o por lo menos nunca lo ha hecho delante mio. Callo mis pensamientos en cuanto oigo las notas de una melodía salir de dónde está él. Oh. Toca bastante bien, para mi conocimiento nulo sobre la música quiero decir, sé que canción está tocando y creo que eso ya es un logro bastante grande.

— No sabía que tocabas el piano. – le digo mientras me acerco hacía él.

— Y no lo hago.

A vale. Dicho eso, da por terminado nuestra conversación y vuelve a tocar. ¿Pero este tio de que va? Todo un nuevo espécimen que National Geographic aún no ha descubierto, de verdad. Único en su especie.

— Eh Zion, ¿estás bien? – nunca hemos hablado de nuestras cosas, pero la tensión del ambiente se puede cortar con un cuchillo. Y verlo ahí, sentado en el piano, no sé si es algo bueno o malo.

— Perfectamente.

— ¿Desde cuándo tocas? – vuelvo a intentarlo y esta vez le pido con la cabeza que me haga hueco en el asiento.

— Iba a clases de pequeño, ahora toco cuando estoy estresado.

— ¿Mal día en la oficina?

— Ni te lo imaginas. Menos mal que ya es viernes.

— Exactamente y, ¿sabes qué? Viernes de chocolate caliente, ahora vuelvo.

Me dirijo a la cocina, sin mirar atrás, pero pude notar la sonrisa que le empezaba a salir justo antes de entrar. Me pongo a hacer el chocolate, sé que ya he tomado uno hace poco pero no importa, todo el chocolate que venga a mí será bienvenido y una vez hecho, cojo las tazas que siempre utilizamos: unas verde y amarillo de m&ms. Vuelvo a la habitación que tiene el piano, porque sí, está en una habitación a parte y me siento junto a él una vez más.

— Mi hermano también solía tocar el piano. Pero a diferencia de ti, él lo hacía cuando estaba contento. Era su manera de ex-presarse.

— No sabía que tienes un hermano, ¿Cómo se llama?

— Lois. Soñaba con que en un futuro tocaría en alguna orquesta famosa y llenaría salas de concierto enteras.

— Aún está a tiempo, el piano es un instrumento que le gusta escuchar a todos.

— Murió en un accidente de moto hace dos años. Pero si, yo creo que seguiría intentándolo.

— Vaya, lo siento.

— Está bien, hemos aprendido a vivir con ello. Él fue el que me enseñó a montar en moto, solíamos salir a dar una vuelta ca-da vez que teníamos algo de tiempo libre.

— No quiero ni imaginar como montaba él habiéndote visto como conduces.

— ¡Eee! Tampoco lo hago tan mal.

— Eso no, pero pareces una loca al volante.

— Bah, que exagerado. -ruedo los ojos por su comentario. ¡Tampoco es para tanto! Solo disfruto cuando salgo. – Un día quiero que me enseñes a tocar. -digo señalando lo obvio. Veo que va a rechistar, lo más probable soltar un chiste o algo, pero le paro antes que pueda decir algo. -No te quejes y tócame algo, anda. – Nada más decir eso se quedó quieto y me miró raro hasta que las comisuras de su boca empezaron a subir de una manera que para él será ¿sexy? Pero en realidad parece que está estreñido. Entonces, me pongo a pensar en lo que había dicho y rápidamente me dispongo a corregir mi error. - Del piano. Tócame una canción del piano, guarro.

— ¿Estás segura? – entrecierro los ojos en su dirección esperan-do que sea suficiente y así es. – Vale, vale. Ya voy.

Empieza a tocar una melodía muy bonita. Es tranquila, llega a ser incluso triste, pero me quedo igualmente embobada por su forma de tocar. No solo está presionando unas teclas, si no que vive la canción y mueve su cuerpo al compás de la música. Es precioso. No solo la canción cómo tal, él. Las dos cosas en conjunto. Es una imagen que estoy segura de que nunca voy a olvidar. La melodía llega a su fin y no sé cuánto tiempo ha pasado, simplemente sé que nos estamos mirando en silencio con las emociones a flor de piel, ese es mi caso por lo menos. Veo que está a punto de decir algo cuando Luka entra a la habitación y nos ve. Nos separamos rápidamente el uno del otro, porque inconscientemente terminamos hombro con hombro.

— Tenemos una clase pendiente. -me guiña el ojo en cuanto se levanta del piano.

Tras salir de nuestra pequeña burbuja, Zion le saluda cómo siempre hace, pegándole un puño en el hombro. Hombres. Es ahí cuando noto que Luka me está mirando fijamente; no sé qué estará pensando, pero que incómodo.

— Hola, Luka. – me acerco y le doy un abrazo; no me siento lo suficientemente cómoda para darle un beso, y menos estando Zion delante. - ¿Te apetece un chocolate?

— Hola sí, me encantaría, gracias.

Sin nada más que añadir me acerco de vuelta a la cocina para darle una taza y ya de paso, preparar otra para mí. Cuando oigo que me llaman por teléfono. Mierda, no lo tengo aquí.

— ¡¡Luka!! ¿Te importaría contestar por mí?

— Claro, ahora voy.

Oigo que descuelga el teléfono y le dice a quien quiera que sea que ya le llamaré de vuelta, pero yo sigo a lo mío y pierdo el hilo de la conversación. No es hasta que lo tengo al lado mio que me doy cuenta de que terminó de hablar y me lo tiende. Lo guardo sin revisar quién llamó y nos acercamos al salón dónde Zion nos espera con su movil en el sofá..

— Bueno, dime, ¿Qué tal la tarde de chicas? -pregunta a la vez que se sienta al lado de su amigo dejándome a mí sola en el otro sillón.

______________________________________________

Holaa, aquí dejo otro más 🤭

Zion tocando el piano 😏

¿Que os ha parecido el capitulo de hoy?

No olvidéis votar y comentar, nos vemos pronto, un beso amore ♥

REDES SOCIALES:

Tik tok: izas_fnd

Instagram: izas_fndz

Intercambiando secretosWhere stories live. Discover now