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Min Yoongi siempre fue un ser muy peculiar desde que tenía uso de la razón. Comenzó a ser posesivo y agresivo a tal punto en el que sus padres estaban seguros que de grande sería un gran alfa, más todo esto cambió con el pasar de los años. El ahora alfa, gradualmente fue cambiando su personalidad cambiándola por una tranquila y pasiva. Toda su familia se sorprendió cuando a los ocho años el pálido comenzó a comportarse de manera sumisa, aunque su mal humor seguía presente. Lo que no sabían es que el perezoso lobo del chico, al no encontrar a nadie quien llamara su atención, se durmió. Por esa razón es que cambió radicalmente su conducta agresiva a una más pasiva.

El pálido en su corta vida, jamás se interesó por algún omega, nunca le pareció necesario, no hasta que llegó él. Min Yoongi sentía que estaba cayendo ante las garras del pequeño chico de cabellos rubios, labios gruesos y ojitos pequeños y brillantes. Nadie podía culparlo ya que se trataba del hermoso Park Jimin; sin embargo, eso era lo peor que le pudiese ocurrir porque no es sólo el hecho de que sus dos únicos y mejores amigos estaban enamorados del chico, no, también estaba el que él no era el alfa perfecto para Jimin. Cabía recalcar que el rubio merecía alguien muy cariñoso, tierno y energético y Yoongi era todo lo contrario. Ni siquiera le podía dar un abrazo a su madre sin sentirse incómodo.

Ahora Yoongi tenía que pensar en la manera correcta con la cual aminorar esos peligrosos sentimientos que están floreciendo en su interior, y todos dedicados a ese perfecto omega, porque sí, Park Jimin era el omega que todo alfa deseaba; era cariñoso, atento, sonriente, tierno, amable, servicial, y sexy. Todo en un solo paquete. Eso hacia que Yoongi sintiera aún más atracción hacia el susodicho. Porque el alfa también había aceptado que ese chico se estaba calando en su mente. Después de que le dieran el alta a Jimin, y el se fuera para su casa jamás dejó de pensar en él, y es que los labios del omega eran un pecado.

El pálido se sentía el ser más despreciable del mundo al estar traicionando a sus amigos, pero aunque lo intentara no podría, puesto que su lobo —el cual parecía estar más despierto que nunca— rasgaba furioso en su interior con tan sólo escuchar sus pensamientos. Él sabía que

debía de confesarle a sus amigos sobre todo lo que ha hecho a sus espaldas, y eso le aterraba en demasía. Temía que jamás le volviesen a dirigir ni una sola palabra, o hacerlos sufrir. Pero si seguía haciendo cosas indebidas con Jimin a escondidas, su corazón iba a explotar.

—Últimamente te he notado muy distraído, ¿Te sientes bien? -Preguntó con una preocupación notable el pelinegro.

—Kookie tiene razón -apoyó a su hermano-. Incluso ya no duermes como solías hacerlo.

Los dos hermanos estaban preocupados por su amigo. Yoongi parecía no estar con los pies en la tierra, puesto que siempre andaba pensativo y les evadía la mirada.

—Y-yo tengo que confesarles algo -carraspeó débilmente.

Los gemelos lo miraron curiosamente. -Habla -dijeron al unísono.

—Primero prometan que no se alejarán de mí —pronunció con su mirada baja.

—¿Es algo muy grave? —cuestionó Seokjin, viendo de reojo a su hermano—. Min Yoongi, dime que no fuiste a la tienda de cómics sin nosotros, porque si es eso por lo que intentas disculparte te aseguro que no te vamos a perdonar jamás.

Ambos chicos se cruzaron de brazos.

—No, no es e-eso.

—¿Entonces?

—Sólo quiero que sepan que los quiero como hermanos... —mordió su mejilla internamente.

Jungkook y Seokjin chillaron sorprendidos por la confesión muy inesperada.

Dos Alfas, Un Omega Y Un Yoongi - YoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora