—Papi... —el llanto de Milan no tardó y salió como pudo de ahí para abrazarme—, ¡No quiero, y-yo no...!

—Está bien cariño, no te preocupes, será indoloro ya lo verás —mentí por segunda vez consecutiva y cerré mis ojos—. Eres un chico valiente, puedes hacerlo.

—Dile a Miles que lo haga por mi —dio un hipido.

—Él no tiene dolor, amor —le di una mirada de tranquilidad y le hablé con palabras suaves entregándole seguridad—. Este beso en la frente lo cura todo, anda hijo.

Le dejé un beso tal y como se lo dije, no se quiso separar de mí, fue un total lío, con gritos, un par de patadas a las señoritas y luego un "me niego a abrir la boca" lo cual se convirtió en una lucha a fin de convencerlo de que todo estaría bien.

Vamos Alexander, eres fuerte, tu hijo también.

—¡Me odias, bwaa!

¿Qué lo odio dice?

—Hijo te amo, por eso estamos aquí y mírame bien, préstame la máxima atención. Entiendo, no es de tu agrado estar en un lugar como este y créeme, siento lo mismo, detesto tener la obligación de mantenerte aquí, sin embargo, debes poner primero tu salud ¿te gustaría seguir teniendo ese dolor de muelas? —negó—. Bueno, papá tampoco lo quiere, por esa razón se esfuerza muchísimo para ayudarte y es capaz de mover cielo, mar y tierra con tal de verte mejor.

—Si lo dices así... *Snif*

—Nunca, jamás, en toda la faz de la tierra podría existir un sentimiento de odio hacia ti ¿clarísimo?

—Si papi —sorbió su nariz una vez más y le limpié las lágrimas de su rostro.

Ese "papi" me derritió.

El pecho me dolía y el corazón me daba fuertes punzadas al verlo de esta manera. Necesito a Lucas o por lo menos a Parker, uno de los dos con su apoyo.

Me regañé mentalmente a mí mismo por molestarlos a esta hora, en un momento tan bueno como su tarde libre. Le pedí a Lucas asumir la responsabilidad con respecto al cuidado del Demonio de Tasmania que tengo en casa, esto debido al mensaje de la mayoría de los guardias informándome sobre aquel jovencito el cual estaba por hacer una travesura en mi ausencia.

Casi carcajeo ahí mismo en la consulta al referirme a Miles de esa manera, pero es verdad, se parecen en cuanto a los revoltosos, el menor odia mantenerse quieto y estar aburrido, si fuera por él estoy seguro muy seguro que se pasaría el día haciendo cada una de las cosas prohibidas. Es mi bebito rebelde.

Miles

Parezco un niño de lo resguardado que me encuentro en este jodido lugar. Por lo menos diez personas me rodean e intentan hacer como si no me ven, puedo ver perfectamente como cada dos minutos se voltean a asegurarse de mi presencia. Alexander les dio otra orden la cual fue cuidarme a un nivel exagerado, tengo unas ganas de decirles unas palabrotas a todos por ser así sin embargo siguen reglas tal y como lo hace Lucas. Él me vigila de cerca.

—¿Me acompañarán al baño también? —les grité muy molesto—, ¡Me siguen para todos lados!

—En vista de lo sucedido hace cinco minutos, haremos lo necesario, joven.

—¡Lucasss! —lloriqueé sin importarme las personas de alrededor—, ¿Me dejas ir un momentito al bufet? Tengo hambre y por la información dada en sus contratos es su deber llevarme, necesito alimentarme ¿No es así?

Lo último lo dije más alto con intención.

—Podemos traerle cualquier comida.

—No, quiero ir yo —le llevé la contraria.

Aventuras de un herederoWhere stories live. Discover now