04

96 9 0
                                    

De camino a casa no le había dirigido ni una sola mirada a Dahyun, que aprovechaba cada cinco minutos para pedirme perdón, pero la verdad es que lo que hizo aun me dolía bastante. ¿Era una egoísta por no poder perdonarla todavía? No, yo no había obligado a nadie a ir a una fiesta y prometerle estar a su lado para luego olvidarme. ¡¿Cómo se le ocurrió dejarme sola en aquella fiesta?! Cada vez que lo pensaba, me encendía más.

Dahyun y yo éramos como hermanas, así que seguramente la acabaría perdonando en unas horas, pero de momento simplemente no podía.

Por parte de la extrangera, no hubo más. Creo que se cansó de incordiar a la menos indicada, supongo que la conseguí espantar con mi música.
Todo de verdad parecía estar en calma, entré al colegio por la parte del campo de baloncesto y nadie pareció prestarme más atención de la necesaria, eso me alegraba en cierto modo. Caminé contenta por los pasillos que llevaban a mi casillero. Dahyun se había quedado ya en la puerta de clase, pero yo tenía que ir a recuperar unos apuntes.

De pronto, sentí que tiraban de mi brazo fuertemente y acabé dentro del baño de profesores, ¿quién había tirado de mi así?

- Mudita... -dijo la castaña sentada en un lavamanos con una paleta verde entre sus dedos y una media sonrisa odiosa en sus labios. Por otro lado, miré a Sunmi, la responsable de que mi brazo ahora doliera.

- Eh... ¿que tal estás? -preguntó con voz dulce, sus ojos me pedían disculpas en silencio. Sunmi era mucho más dulce que la otra chica, había algo en su mirada que me transmitía paz.

- Déjala, no va a hablar. -la chica misteriosa se bajó de donde estaba sentada para acercarse a mi. La piruleta se introdujo entre sus labios y entonces de uno de sus bolsillos de su chaqueta de cuero, sacó un colgante de diamante que hizo que mis ojos se abrieran de par en par. ¿Qué era eso? -. Supongo que te preguntarás qué es eso... ¿No? Bien, la zorra de Brenda me debe demasiadas cosas, y como ella vendrá directamente hacia mi para recuperar su joyita... Tú, mudita, vas a guardarme su precioso collar para que no sospeche, ¿Qué te parece?

Yo, rápidamente negué y ella hizo un gesto rápido con su cabeza que no supe lo que significaba hasta que noté que Sunmi agarraba mis hombros.

- Lo mejor es que lo hagas... -dijo a mis espaldas y yo empecé a temblar de forma sobrehumana, no soportaba las cosas que salían de mi rutina, me ponían ansiosa, nerviosa, necesitaba salir de allí.

- Eh, eh, eh, ahora no vayas a llorar. Te lo estoy pidiendo a buenas -dijo la castaña delante de mi, sus ojos oscuros estaban clavados en los míos y yo a penas podía respirar-. Si haces esto por nosotras, vamos a protegerte. El hermano de Sunmi es el feo de Jace. ¿Lo conoces?
Asentí casi inconscientemente, alzando un poco mi mirada en la de ella, pero volví a bajarla cuando noté su mano acariciar ligeramente mi mejilla. Intentaba calmarme, sin darse cuenta de que eso solo provocaba el efecto contrario.

- Te hacen daño aquí, ¿verdad? -Volví a asentir, esta vez mirando al suelo hasta que noté un sabor salado en la comisura de mi labio, limpié el rastro de la lágrima con la manga de la sudadera, cuidando no levantarla demasiado. Sobre lo que había secado, noté la mano de aquella chica rozar mi mejilla, para después pasar la yema de su pulgar lentamente por mi parpado, limpiando el rasto de mis lágrimas. Su tacto era tan casual, íntimo y suave al mismo tiempo que no noté las ganas normales de apartarme.

- Mina, date prisa, va a venir alguien. -así que aquel era el nombre de aquella chica.

Ella se revolvió incómoda y se alejó de mi, como si se hubiera acercado sin quererlo. No me moví de mi sitio, solo sostuve la cadena entre mis dedos, nerviosa.

- Escúchame atentamente, mudita. No es que esté confiando en ti, pero si buscan esa joya, tú no vas a hablar, ¿a que no? Y eres la única de la que no sospecharán. Si te delatas, a quien sea, con gestos o lo que sea... Volveremos y te destrozaremos la vida, ¿ha quedado claro? -Abri los ojos y me encontre con los suyos, oscuros y fijos en mi. Estaba paralizada del miedo, pero no bajé la vista y asentí lentamente. Creo que ellas pensaban que era muda totalmente... Es algo que tengo en mi favor.

CAOS/michaengWhere stories live. Discover now