CINCO

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Louis logró calmar a Harry con una facilidad impresionante

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Louis logró calmar a Harry con una facilidad impresionante. El aroma, los abrazos, los suaves besos que repartía de las mejillas hasta los labios, y las caricias en la espalda o el cabello, siempre funcionaban con su omega. Harry a veces era como un cachorro que necesitaba mimos y un par de brazos amorosos para apaciguar sus momentos de angustia.
Louis lo había dejado dentro de su nido y él se vio en la necesidad de tomar una de las prendas sobrantes para ponerla en el piso y acostarse al lado del omega; pero fuera del nido, porque Harry no le pidió que entrara con él.

Los siguientes cuatro días no hablaron sobre el nido, ni sobre cómo se puso Harry, ni sobre lo que estuvo a punto de decir. Ninguno de los dos lo había olvidado, pero Louis estaba preocupado por su omega, así que decidió darle espacio.
Y Harry estaba buscando la forma de lidiar con todo lo que sucedía. Finalmente comenzó a tomar de mejor manera el hecho de que, de seguir sin tener una sola pista de los familiares de Leonard, se quedarían con él. De hecho, comenzaba a aceptar que, en el fondo, era lo que deseaba.

El omega también había comenzado a informarse más sobre la lactancia inducida, de hecho, había hecho una cita virtual con una pediatra; pero al contarle que estaba en estado, ella le dijo que sería muchísimo más fácil porque sus pechos ya se estaban preparando para producir leche, tomando eso en cuenta, acelerar el proceso no era complicado. Entonces, Harry había comenzado a estimular sus pechos ya un poco hinchados -razón por la que había comenzado a usar camisas de gran tamaño-, haciendo masajes en toda su circunferencia y también en el pezón. Dolía. Dolía bastante, estaba muy sensible, pero, con todo y eso, cada mañana y cada tarde estaba masajeando. Quería que Leonard, el cachorro que ganaba su corazón de manera rápida, estuviera bien. Y si él tenía que sacrificarse un poco para eso, entonces lo haría.

Louis no estaba enterado de ello, Harry estaba muy avergonzado por lo que estaba haciendo. No era como si su alfa jamás hubiera visto su cuerpo, porque lo veía, y mucho. Sin embargo, presentarse ante Louis en harapos y cabello desordenado mientras se masajeaba las tetas y hacía muecas de dolor, luego alivio, luego se quejaba otra vez, no era algo que estuviera gustoso de hacer.

Por eso, antes de que su alfa llegara el trabajo, seguía con su labor de estimularse manualmente.

—¿Quieres intentar, cariño? —le preguntó al bebé acostado a unos centímetros frente a él—. Tal vez ya se pueda, ¿no?

El bebé rio, como solía hacer cada que escuchaba el sonido de las voces de la pareja que lo acogía, y Harry sonrió desganado, negando para sí mismo a no sabía qué.

—Olvídalo. Apenas van cinco días.

Siguió con lo que hacía por un par de minutos, mientras veía Mujer Bonita y comía palomitas de maíz con mostaza y mayonesa, otro antojo extraño que tal vez más tarde le daría asco.

No se dio cuenta en qué momento la puerta principal se abrió, ni tampoco se dio cuenta de que Louis acababa de llegar a la habitación y que estaba parado en el marco de la puerta, observando el desastre que era su cama invadida por un bebé, un omega con ropa demasiado floja, y un montón de comida.

balmy autumn breeze ¡! aboWhere stories live. Discover now