52 Ways

Kissing Strangers

A las seis menos cuarto ya estaba Ethan en la biblioteca. Llevaba puesta la chaqueta del equipo pues aún refrescaba, más cuando el cielo empezaba a oscurecer y no sabía cuánto iba a estar allí haciendo el trabajo. Esperó al menos diez minutos tras dar las seis en punto y Kate no aparecía. Era ella quien le había dicho que fuera puntual... El chico se sentó en las escaleras de la entrada de la biblioteca y empezó a pensar que la chica no iba a aparecer, pero justo en ese instante unas botas negras se plantaron delante de él. Ni si quiera le dejó saludarla.

- Este es el trato -dijo una Kate de semblante serio y brazos cruzados-: quedaremos aquí el miércoles y el jueves a esta hora. Después los lunes y miércoles sólo. Me llevarás a Sun Valley y me volverás a dejar aquí a las nueve para que mi padre me recoja. 

-¿Qué? ¿Y el trabajo?

-Yo haré el trabajo y sacarás un sobresaliente si no le dices nada a nadie sobre esto -hablaba sin mirarle apenas-. Mis padres no pueden enterarse de nada, ¿de acuerdo?

-De acuerdo -Ethan se levantó-. Entonces, ¿un sobresaliente?

-Depende de ti.

Por un instante Ethan vio a Kate sonreír y el mundo pareció pararse. No tardó en volver a la realidad, en la cual estaba caminando hacia su moto con la chica y le cedía su casco. El miércoles cogería el de su hermano para que ambos fueran protegidos. Él pensaba que iban a estudiar, no a hacer de taxista.

-¿Dónde tengo que dejarte exactamente?

-Calle Greendale, 16.

-Agárrate.

Notó los brazos de ella a su alrededor y no pudo evitar acelerar de golpe para que se pegara más a él. Casi lo hizo inconscientemente. Y aunque disfrutó de aquel viaje, acabó demasiado pronto. Cuando se detuvo delante de una gran casa blanca de tejas marrones estuvo tentado en preguntar a la chica qué iba a hacer allí, pero todo se volvió mucho más obvio cuando un chico de su edad abrió la persiana del garaje al escuchar la moto y corrió a darle un abrazo a Kate. Ethan no dijo nada. Cogió su casco, asintió cuando Kate le dijo que volviera a las nueve menos cuarto y se marchó a toda velocidad. Aquel era el motivo por el que había huido de él en el baile: tenía novio.

No sabía qué hacer. Se sentía como un estúpido y eso le hacía acelerar. A veces pensaba que era un yonki de la adrenalina. Antes de llegar a un cruce paró en seco y notó como su respiración estaba agitada. Entonces se dio cuenta que estaba junto a un cibercafé. Ethan aparcó y entró en el local para colocarse delante de uno de los ordenadores y sumergirse en la red. El tiempo se le pasó volando mientras leía un cómic en la página web donde solía hacerlo. Era fastidioso tener que ver las viñetas a través de una pantalla, pero los volúmenes de los cómics eran bastante caros y no se encontraban fácilmente en Reno ni en los alrededores. Una pequeña sonrisa se formó en sus labios. Si alguno de los del equipo, o en general del instituto, se enterase de que es un friki de Marvel... Sería posiblemente el fin de su reputación.

 
Estaba entretenido siguiendo la telaraña por una de las páginas cuando sus ojos se detuvieron en el reloj del ordenador. ¡Nueve menos diez! Salió corriendo hacia su moto, la arrancó y aceleró. Por suerte, llegó justo en el mismo instante en el que Kate salía de la casa y se plantaba delante de él con una pequeña sonrisa que no podía disimular. Definitivamente tenía novio. Ethan le tendió el casco a Kate desganado y esta se lo puso tras subirse a la moto. El chico se sintió aún más frustrado cuando ella se abrazó con fuerza a su cuerpo pese a que no iban a gran velocidad, pero es que para Kate el día había mejorado notablemente tras haber podido ensayar con su banda después de tantos meses y el estar bien agarrada a la cintura del chico por el que estaba loca era un plus que iba a permitirse. Para su desgracia la tarde acabó en el mismísimo instante en el que la moto se detuvo frente a las escaleras de la biblioteca de Reno. Kate bajó de la moto y le devolvió el casco a Ethan, el cual lo sostuvo entre sus manos.