Capítulo 41

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Nunca pensé que iba a pasar por una situación algo parecida. A lo largo de mi adolescencia vi muchas películas y series en las que aparecían escenas parecidas a la que estoy viviendo ahora, pero de la ficción a la realidad hay un paso enorme que yo acabo de dar.

El puro nervio de Héctor no me está ayudando en nada a encontrar un ápice de tranquilidad que me haga afrontar la situación que nos toca ahora. Izan se volvió alguien importante para mí cuando empecé a conocerle de una manera distinta a como lo conocía de profesor, las conversaciones con él y la gran preocupación que mostraba por Sara me hicieron ver un faceta suya personal admirable.

Sé que Sara lo ama con todo su corazón, al igual que Izan lo hace, eso mismo le ha llevado a verse en esta situación tan desagradable.

A veces el amor nos ciega tanto que no sabemos ver las cosas con inteligencia y claridad, damos rienda suelta a ese conjunto de sentimientos que nos hacen actuar de manera impulsiva cuando se trata de la persona que más amas. Y eso mismo le ha pasado a Izan cuando han tocado a su tesoro más valioso. Sara.

—Termina de quitarle la camisa—Le digo a Héctor mientras su cara está totalmente descompuesta—Y cambia esa cara, no tenemos mucho tiempo.

Asiente y con dificultad termina de deshacerse de la camisa ensangrentada que cubría la herida de Izan.

—Sostenme las pinzas—Lo hace rápidamente mientras saco el puntiagudo cuchillo de mi mochila.

—¿Has hecho esto alguna vez? Actúas como si fueras cirujana—Varias gotas de sudor caen por su frente.

—He visto muchas películas—Afirmo mientras su cara pasa a un nivel más de descomposición—No tenemos otra opción.

Los quejidos de Izan me hacen entender que está consciente y eso es un punto a mi favor, no está todo perdido.

—Lo siento, Izan.

Introduzco la punta del cuchillo por un lado de la herida intentando sacar la bala desde abajo, el temblor de mi mano no está ayudando en nada y dolorosos gritos de Izan me están aturdiendo más todavía.

Para mí gran suerte y la de todos los que nos encontramos aquí la bala no está muy profunda y tras varios intentos de sacársela por fin lo consigo, cayendo esta a la esterilla del coche.

El hecho de sacarle la bala conlleva a que una gran cantidad de sangre salga seguidamente y mi vista se empiece a nublar.

—Eli—Escucho una voz lejana llamarme—¡Elisabeth!

Ya no siento nada, una flojera recorre mi cuerpo y me dejo caer entre los asientos y el cuerpo de Izan mientras escucho gritos a mi alrededor. Todo esto es demasiado para mí.

(...)

Abro los ojos pestañeando varias veces, una luz me encandila tanto que me dificulta la visión. Llevo las manos a mis ojos y me restriego con fuerza.

—Eli—Esa voz...

Vuelvo intentar abrir los ojos pero es un intento fallido. Automáticamente escucho una puerta abrirse para después cerrarse. Segundos después el sonido de otra puerta y una bocanada de aire fresco recorren mi cuerpo.

Unas manos grandes me cogen de los brazos y me elevan hasta que esa luz deja de molestarme.

—Eli, ¿¡estás bien!?

Abro los ojos y veo a un preocupado Héctor.

—Sí...

—Joder, te desmayaste en el peor momento—Explica preocupado—No sabía que hacer.

El profe de historia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora