ANATEMA ⋆ PJO

𝐄𝐯𝐞𝐫𝐲𝐛𝐨𝐝𝐲 𝐡𝐚𝐭𝐞𝐬 𝐏𝐞𝐫𝐜𝐲 𝐛𝐮𝐭 𝐭𝐡𝐞 𝐡𝐨𝐫𝐬𝐞

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TODOS ODIAN A PERCY, SALVO EL CABALLO

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NO OLVIDEN COMENTAR Y VOTAR.

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Narrador omnisciente POV's

SEGUNDOS DESPUÉS ANASTASIA DESPERTÓ. Todos seguían estupefactos por el momento anterior.

— ¿Qué sucedió?

Peter y Percy se acercaron corriendo a la chica que intentaba ignorar las miradas indiscretas y los murmullos. Peter la revisó rápidamente y dió orden de levantarla.

— ¿Qué pasó...? —detuvo su vista a la momia frente a ella, estática y mirándola fijamente—. Oh, Dioses. ¿Se me volvió a meter?

— Eh.. algo así. Esta vez fuiste su voz.

— Fue aterrador. —Percy no fue de ayuda en tranquilizarla pero daba apoyo moral.

Desgraciadamente, ella al ser "Portadora del Oráculo" le ordenaron llevarla de nuevo al desván y arrastró al par de amigos.

— Lo mínimo que podía haber hecho la momia era volver andando al desván por su cuenta —refunfuñaba Percy.

— ¡Cuidado con la cabeza! —advirtió Grover mientras subían las escaleras.

Demasiado tarde...

¡Paf! Le dieron un trompazo al rostro momificado contra el marco de la trampilla y se levantó una nube de polvo.

— ¡Idiota, luego las paga conmigo! —exclamó con una compresa en su mejilla hinchada y un algodón en su nariz que sangraba.

— ¡Vaya, hombre! —La dejaron en el suelo y miro a ver si había desperfectos—. ¿He roto algo?

— No sabría decirte —repuso Grover encogiéndose de hombros.

Volvieron a levantarla y la colocaron en su taburete, los dos sudando y resoplando y la chica sacudiendose las manos, lo único que hizo fue dar direcciones y regañarlos por tropezarse. ¿Quién habría dicho que una momia podía pesar tanto?

Percy le dirigió una mirada larga a su compañera, siendo cachado por el sátiro que movió las cejas con coquetería y Percy golpeó su hombro.

En vista de lo ocurrido, parecía evidente que el Oráculo no iba a hablarles. Aun así, sintieron un gran alivio cuando salieron del desván y cerraron la trampilla de un portazo.

— Menudo asco, chicos —dijo Grover.

Percy intentaba tomarse las cosas a la ligera para animarse, pero no obstante me sentía muy abatido. Todo el mundo debía de estar indignado con él por haber perdido frente a las cazadoras. Y además, estaba el asunto de la nueva profecía del Oráculo. Era como si el espíritu de Delfos hubiese querido excluirlo expresamente. No había hecho ni caso de mi pregunta y, en cambio, se había tomado la molestia de caminar un kilómetro para hablarle a Zoë. Por si fuera poco, no había dicho nada de Annabeth; ni siquiera les habían dado una pista.

— ¿Qué crees que decidirá Quirón? —le preguntó a Grover. Notaron a la chica metida en su pensamientos y no quisieron interrumpir.

— Ya me gustaría saberlo. —Desde la ventana del segundo piso, miró ensimismado las colinas ondulantes cubiertas de nieve—. Ojalá estuviese ahí fuera.