Capítulo 5

396 44 3
                                    

"Una nebulosa verde" es como Taeyong veía el bosque. Como polvo de estrellas, las hojas se condensaban en una vía láctea color savia. Si no fuera por los altos troncos marrones, Taeyong se dejaría abrazar por la inmensidad del universo floral.

"Como si fueran un castillo" Jaehyun veía como las altas torres marrones entrelazaban sus cúspides creando un túnel, y de pasillo eran sus banderas caídas que crujían al andar de la pareja.

La tarde anaranjada destellaba de entre las espesas matas verdosas, alumbrando esporádicamente unas manos entrelazadas y dos miradas cautivadas por el bosque.

-¿Te gusta?-. Jaehyun quedó enganchado a los ojos brillosos de su omega. Parecía un ciervo, como si esta fuera su hábitat.

-Me encanta, hace tiempo que no estaba en un lugar así-. El menor estaba perplejo por el maravilloso lugar.

-Cuando contaste que te gustaba salir a caminar debajo de las parotas en Colima, supe que sería buena idea traerte aquí-.

-Gracias Jae, de verdad. -Taeyong por primera vez en todo el recorrido volteó a mirar al pelinegro. Que grave error, se ha perdido de la vista más maravillosa: el viento fresco golpeaba el cuerpo del alfa, despeinándolo y haciéndolo lucir jovial, y el fondo donde se encontraba..."Es perfecto ". No dudó en robarle un beso en su hoyuelo derecho.

-Pero me hubiera gustado estar más tiempo, llegamos ya muy tarde-.

-Hay un sorpresa en la noche, no quería que te cansarás toda la mañana y te la perdieras-.

-Bueno-. El omega se conformó con lo poco de tiempo que tenían.

El paseo en el bosque era pausado, con toda la calma existente, la pareja se detenía a contemplar las flores y hongos, el cielo o algún caminito de agua. Algunas fotos espontáneas no faltaron, siendo su favorita una "selfie" de Jaehyun abrazando de la cintura a Taeyong, y este recargado en su hombro, ambas sonrisas livianas, asimilando un estado de extrema relajación. Suyo era el mundo, manejaban a su gusto el tiempo y rebosaban de amor.

La luna estaba por llegar a su punto máximo con el grillar de fondo y la brisa fresca meciendo los pinos.

-Taeyong, es hora. Ven -. El alfa lo guio hacia la espesura del bosque hasta llegar a un centro casi podado por completo, sólo vestido por la luz de la luna.

-Aquí, quédate quieto-. Y como si fueran las palabras mágicas, miles de luces fosforescentes empezaron a parpadear entre los troncos de los árboles.

Taeyong estaba boquiabierto, sin aliento y los ojos muy abiertos con lágrimas picándolos. Temblaba de emoción. "Es magia"

-Son luciérnagas, ¿verdad?-.

-Sí, lo son- Taeyong seguía perplejo, sumergido en las pequeñas luces.

-Sabías que las luciérnagas son los ayudantes de la luna-.

-¿Lo son?-. la mirada de Taeyong se encendió, curioso por saber.

-Bueno, del fuego. Es un mito guaraní, y dice que cuando el Dios Tupá creó a los humanos, temía por la oscuridad de la noche, por lo que les dio el fuego. Pero el Dios Añá, un poco envidioso de ellos, lo soplaba. Así que el Dios Tupá creó las luciérnagas, para engañar al Dios Añá y los humanos pudieran encender de nuevo el fuego.-

La niñez y educación del alfa se basó en mitos y leyendas contadas por sus padres cada noche antes de dormir. El interés por ellos sigue permaneciendo. -Pero para mí son acompañantes de la Luna, como sus hijas-.

-Yo también lo creo-. La pareja contemplaba la luz de la luna, casi hechizados por ella.

-Ven, vamos a acostarnos-. Jaehyun ya había preparado los sacos de dormir en el pasto, justo debajo del claro de la luna.

Petricor y gardeniasWhere stories live. Discover now