3. Red flags

2 0 0
                                    

¿Alguna vez has sentido que alguien es tan bueno, que la red flag eres tú?

Pues algo así es lo que vengo sintiendo estos pasados par de meses. Salvatore es un solecito. Claro que tiene sus cosas no tan buenas, humor inmaduro, adicto al gym. El dice que es narcisista pero yo lo veo más como, excesivamente seguro de sí. Hemos creado una amistad sobre todas las cosas. Nuestros padres se conocen inclusive.

¿Algo malo? Sus amistades. Las mujeres de su gremio simplemente no me quieren, a veces hasta actúan como si yo no existiera, no me saludan. Es extraño, pero en esos momentos sale mi lado competitivo y simplemente pienso que soy más linda, por no agregar que les saco una cabeza a la mayoría. Sus amigos por otro lado, siempre han sido buenos conmigo y a veces me incluyen en sus planes, pero he tenido miedo de entrar al nido de las víboras. He tenido miedo de materializar lo que más he querido estos últimos años, mi romance adolescente.

Salvatore en mi mente es genuinamente el hombre casi perfecto. Pero no siento nada. Es una persona realmente atractiva, y quizá confundí ese pensamiento con gusto. Así que para evitar hacerle daño, me fui alejando poco a poco. Escribí menos, le devolví su hoodie. Hasta que finalmente hace un mes que no hablamos, algún like por acá o por allá, pero no más de eso.

¿Me alejé de el para no lastimarlo? ¿O para no volverme vulnerable de nuevo? No lo sé, no quiero pensar en ello. Prefiero seguir mi vida, enfocarme en mi carrera y tener ligues efímeros. Creo que finalmenfe me convertí en lo que juré destruir. Y lo detesto, pero realmente no quiero hacer nada al respecto.

-¿Recuerdas el muchacho que me follé la semana pasada? Le dije para hacerlo de nuevo y me respondió "A lo mejor" ¡¿qué coño?!- dije mientras ponía una cara de confusión para luego reír a carcajadas -Dios mio los hombres no sirven- dijo Fiona con cara seria para reír conmigo.

-Ni siquiera era tan bueno en la cama, solo la tenía grande, y gruesa... Nah pero es otro más que no sabe dónde está el clítoris. - reproché. -¿Sabes quién tiene pinta de que se mueve bien y se preocupa por el placer de la mujer? Salvatore. -Comentó Fiona. - O sea sí, si me da esas vibes, pero no quise hacerle ese daño, el es muy puro. - comenté yo.

-Seguramente eso no es lo que piensan sus amiguitas, si el llega a aflojar, así sea un poco, no lo pelan. Además, te juro que el cabello se te empezó a frizzar después de que las conociste. ¿Estás usando la pulsera de ojo turco que te dí? No quiero que ninguna de esas víboras se meta con mi caballota. -dijo Fiona con un tono defensivo. -Si, si, amor mío, estoy usando la pulsera.- le dije mientras se la mostraba.

A lo lejos, un delgado y pálido joven se acerca, y pronuncia -¡Asteria, amor mío!- Es Damián, un amigo de la facultad. -¡Damián! Mi cuchurrumin.- dije yo mientras Fiona nos miraba asqueados, pues ella es cariñosa solo conmigo y JD, mientras que yo soy otra historia. El contacto físico es lo mío.

Después de abrazarnos, Damián me comenta -Baby, este sábado cumplo años, así que hay fiesta en mi casa, y te puedes traer a dos más, y claro, lo que vayas a beber también.- sonreí, pues ya sé que iba a hacer este fin de semana.

.
.
.
.

-Hoy me rasco dije- anuncié a voz populi. Fiona, solo rió y siguió con su maquillaje. Terminamos de arreglarnos y nos tomamos nuestras respectivas fotos en el espejo. Monté una storie donde considero que iba a robar algunos corazones.

JD llegó a buscar a Fiona; y yo, por fin independizándome, tomé el auto, el cuál ya había aprendido a manejar estos pasados dos meses con un intensivo de clases entre papá y Andy. Fue fuerte, pues ninguno tiene mucha paciencia, pero eventualmente, lo logré.

Llegamos a la casa, casota. Damián era un chico pudiente que deseaba celebrar sus dos décadas a lo grande. Era un patio en cuestión. Con una mesa para las bebidas, una mesa de ping pong con shots, DJ y bastante gente, bailando, hablando o besándose en alguna esquina oscura. Empecé a beber.
.
.
.

Ya me sentía feliz y algo mareada, decidí no beber más allá de este punto para poder mantenerme bien, con dos o tres idas a orinar y un gatorade se me pasaba todo. Perreaba con Fio en todo el centro de la pista. Era nuestro momento "yo perreo sola". Entonces Fiona deja de bailar gradualmente y me pregunta cok vara dudosa -¿Ese no es...?- Volteo, de nuevo todo se sintió muy lento por un instante y me encuentro frente a frente con el causante de mis traumas amorosos, Ezra. Había olvidado que el joven existía si quiera.

Simplemente lo vi hablar tranquilamente con sus amigos, él no se dio cuenta, pues estábamos a una distancia prudente. Ganó algo de peso desde la última vez que lo vi. Le sienta bien. Y tiene el corte que tanto le dije que me gustaba. Tan sereno y diabólico a la vez. Volví hacia Fio rápidamente y le dije -No es nada, ya yo superé ese tema- Mentira. Pero me la compró, seguramentepor la cantidad de alcohol que habiamos ingerido para este punto. Seguimos con nuestra fiesta.

Eventualmente Fío se fue a no sé donde con JD. Y yo, bueno... fui a servirme un trago. No soportaba estar en su presencia, no después de todo lo que tuve que pasar. Estoy en la barra, agarrando la botella y por el rabillo del ojo veo que Ezra se acerca, así que pulsé el botón de pánico.

-¿Por qué no bailas?- pregunté a un chico que tenía cerca. Funcionó, al ver que había entablado conversación con alguien más, decidio no venir. Cobarde de mierda.

-Creo que estoy mal viajado, y con el corazón roto.- dijo el pelirrojo. Yo agarré la botella y le di un trago puro. Para este entonces ya no sabía a nada, y saqué al muchacho a bailar, pues, aunque me doliera admitirlo, estábamos en las mismas condiciones. Excepto por lo del mal viaje, eso sí que no.

Bailábamos bastante cerca, como si nos conocieramos de toda la vida; y de vez en cuando nos robabamos los shots de la mesa de ping pong mientras reíamos. Me dijo que se llamaba Valerio. Ya de cerca pude ver lo guapo que era. Olía muy bien, tenía rasgos duros pero delicados a su vez. Pude divisar como Ezra me miraba a lo lejos, así que hice lo que tenía que hacer y miré al pelirrojo a los ojos, esperando su aprobación. -Necesitas saber algo; te puede incomodar- dijo alejándose un poco. -cuéntame- dije algo confundida.

-Soy trans- confesó.

Lo tomé de la cara con ambas manos y de mi boca honesta y borracha le dije. -¿Y eso a mi qué? Tu eres un hombre, y a mi me gustan los hombres.- Quizá eso sonaba mejor en mi mente, pero le brillaron los ojos con malicia al escuchar aquello, y ahora sí, no perdió más tiempo y tomó mi cintura con ambas manos para pegar nuestros torsos tanto como fuera posible. Yo por otro lado, me encargué de acercar su cara a la mía y unimos nuestras bocas en un beso un poco desesperado.

Sus labios eran carnosos y húmedos, pero demandantes. Hace tiempo no percibía esta tensión con alguien y se sintió bien, pero mejor se sentía pensar en que Ezra estaba viendo todo eso, y solo tal vez, arrepintiéndose.

Después de una sesión de besos, Valerio y yo intercambiamos números, tuvo que irse porque se sentia mal de la hierba que habia consumido. Me senté un segundo a recuperarme de los mareos, y fue peor. Pero lo peor realmente fue ver a Ezra irse del lugar. Vomité y todo en una plantita que estaba cerca. Si el ya no estaba, entonces yo tampoco quería. ¿Por qué después de tanto tiempo el seguía teniendo influencias en mí?.

Recogí mis cosas una vez me sentí más compuesta, vomitar me hizo bien después de todo. No me despedí, solo le envié un mensaje a Fío de que me iba y que le avisaba cuando llegara a mi casa.

Me subí al auto con un sentimiento extraño en el pecho. Le di un jalón al vaper que le había robado a Damián, se lo devolvería en otro momento. Así emprendí mi camino hasta mi casa. La playlist estaba en aleatorio cuando se puso una canción que me acompañó mucho tiempo. Ceilings de Lizzy McAlpine. Así fue como después de estacionarme y enviar el respectivo mensaje, me largué a llorar. Las lágrimas brotaban descontroladamente y me dolía la cabeza. ¿Qué coño acababa de pasar?

Derrotada, fui hasta mi habitación, me duché y me acosté en la cama. Le di un vistazo a mi Instagram y el desgraciado había visto mi storie, pero no había emitido ni una señal. Tiré el celular en algun lado entre las sábanas y cerré mis ojos queriendo desaparecer.

Una historia modernaWhere stories live. Discover now