Capítulo 23

286 30 3
                                    

—¡¿Dónde ostias está él?!—Entró agresivamente Hera a la sala y caminaba de forma decisiba en búsqueda de su objetivo.

Dionisio, Hermes y Apolo se quedaron mirando ante la abrupta llegada de la reina de los dioses. Podían sentir la ira que corría por sus venas todos los que estaban allí.

—¿Qué pasa? ¿Por qué estas- —Antes de que pudiera continuar hablando Apolo.

Hera, con su mano abierta, proporcionó una bofetada al dios solar que por poco lo mandaba al suelo. Hermes y Dioniso quedaron a cuadros ante lo que habían presencia. Deimos y Fobos quedaron congelados en el sitio, además de otros dioses que quedaron boquiabiertos.

—Eso te pasa por abrir el pico—Comentó Deimos.

Apolo se llevó su mano a su mandivula y miró a los dos gemelos de reojo.

—¡Cabrón mentiroso!—Hera había localizado a su objetivo mientras bajaba por la escalera.

Zeus se giró sobre sus talones para ver que se acercaba a paso firme su esposa y reina.

Todos los dioses se asomaron al balcón para presenciar otra de las peleas de los reyes de los dioses.

—Por Urano—Dijo Hefesto mientras se unía al resto de los dioses.

—¿Hermes que ha pasado?—Preguntó Atenea.

—Creo que lo vamos a averiguar ahora mismo—Respondió el mensajero de los dioses.

—¿Es eso verdad, eh? ¿Otra vez?—Hera paró justamente enfrente de su marido.

—¿De qué coño me estás hablando Hera?—Frunció confusamente el ceño Zeus.

—¿Dónde has estado estas últimas noches, eh?

—Te dije que estaba buscando a nuestro hijo.

—Mientes, como siempre haces. Te volviste a acostar con otra mortal.

—Oh ¿Estuviste ahí?—Se hizo el sorprendido.

Hera le proporcionó una bofetada—¿Te crees que soy gilipollas o que?—La rabia que sentía dentro de sus ser hizo que nacieran lágrimas de rabia—¡Eres un hipócrita y un zorrero!¡Nunca me has respetado y otra vez te vuelves a burlar de mi!

—¡¿Como osas golpear a tu esposo y rey?!

—¡¿Ahora yo soy la mala de esta historia?! ¡La reina que tiene que aguantar los cuernos que le pone su marido y rey!—El rostro de Hera se tornaba carmesí de la tanta rabia que tenía dentro—Oh el todopoderoso Zeus tiene el poder absoluto y puede hacer lo que le plazca. ¡Estoy muy cansada y harta de lo mismo! ¡No has cambiado en siglos!

—¡¿Y tú que?! ¡Tú tampoco has cambiado!—Protestó Zeus.

—¡¿Y por que te casaste conmigo sabiendo como soy?! ¡Me habría ahorrado todos los disgustos y amarguras que provocas con tus putas aventuras!—Su pecho se agitaba ante la rabia que sentía—Lo único bueno que he sacado de ti, son nuestros hijos y ni siquiera los respetas, específicamente a tu primogénito.

—Oh vamos, Ares me provocaba cada dos por tres y me desafiaba cuando podía.

—¡Nunca lo quisiste desde el instante que lo traje a este mundo! ¡Solo tienes ojos a los bastardos de tus aventuras!

—¡Nunca lo quisiste desde el instante que lo traje a este mundo! ¡Solo tienes ojos a los bastardos de tus aventuras!

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Esposa de la Guerra IIIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora