La memoria del pasado.

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"Él era mi tentación y yo era la oscuridad que lo devoraría, es por eso, que estábamos destinados a no estar juntos".



Si digo que no deseaba obtener más de él, sería una completa mentira de mi parte, deseaba tanto que mi mente explotaba solo de imaginarlo, sin embargo, el destino tenía otros planes para nosotros y nos confirmaría que aunque lo queríamos con fuerza, no podíamos tenerlo.

Si no hubiera sido por la interrupción de su escolta, habría caído a mis instintos más primitivos y él, seguro habría desistido de buscarme, y habría terminado decepcionándome al descubrir que él es como los demás hombres y que solo quiere una cosa de las Carmesí, sexo.

—Carmesí, ven a mi oficina —la miro por el reflejo del espejo y las risas que habían de fondo se apagan de inmediato.

"Lo sabían, todas sabían lo que había hecho y ahora sería castiga por romper las reglas" dejo el saco en el respaldo de la silla y sigo a Ma hasta su oficina, las escaleras parecen tener miles de escalones "¿Qué me hará? ¿Me colgara de un puente?" entro a la oficina tras de ella y enseguida bajo la vista.

—Ma, lo lamento, por favor perdóneme —suplico "Confíe en su palabra y ahora recibiré mi castigo"

—¿Por qué pides perdón? —la miro confundida y ella saca un grueso sobre blanco y lo deja frente a mí —Dudo mucho que te arrepientas de lo que hiciste, no puedo culparte, es un hombre cautivador y tú, una tentación para cualquiera —su semblante serio se relaja 

—No quise romper las reglas y menos decepcionarte —prosigo sin saber que decir "Quería romper todas las reglas por él"

—Tenías permitido todo lo que hiciste, siempre y cuando no fueras obligada —inquieta se levanta y con mirada apenada me mira —No te hice venir por eso —al verla tan insegura retrocedo temerosa.

"¡No puede ser, no!".

—Por favor —suplico y las lágrimas salen 

—Está en la ciudad y está vuelto una bestia, te quiere de regreso y me niego a permitirlo —se gira y toma el sobre de la mesa —Tomate unas semanas hasta que pueda encontrarlo y después veremos qué hacer con él, si no fuera por ti, me hubiera desecho de ese problema desde el inicio —agarra mi mano y pone el sobre en ella

—No puedo hacerle daño aunque quiera, mi madre jamás me lo perdonaría —aprieto el sobre y limpio las lágrimas con la mano —Permaneceré en casa hasta que usted me llame, pero no hay lugar más seguro que este —desvía la mirada hasta el cuadro grande de su esposo

—Puedo protegerte, pero no me lo permites, así que mientras buco otra solución, te quedarás en casa ¿Lo entiendes? Desapercibida Samantha, no lo olvides —guardo el sobre dentro de mi bolso

—Gracias Ma, pero... —niega sin dejarme terminar 

—No te preocupes por él, nadie es lo suficiente estúpido como para meterse con él, inventaré algo para quitármelo de encima, no hace otra cosa que preguntar por ti —un atisbo de sonrisa se dibuja en su rostro 

—A un así me preocupa que pueda hacer una de sus locuras, no sabe controlar su ira y menos cuando no obtiene lo que quiere —Ma me mira de nuevo, con esa seguridad que la caracteriza

—Si hace algo que no deba y más contra mí, alguna Carmesí o contra ti, lo asesinaré sin importar la promesa que hice —me limito a verla sin responder.

"Si no fuera por mi madre, lo habría hecho yo misma".

—Entiendo, ahora me iré —al girarme Ma me detiene

—No lo uses a menos que suene primero ¿Entendido? —desconcertada tomo el móvil que me ofrece —No seas curiosa y espera, lo digo en serio. Cuándo respondas; asegúrate de estar segura de que no te arrepentirás —sus palabras solo hacen que me sienta intranquila y temerosa

—Así lo haré —su mirada inconforme y la duda al soltarme, me hace sentir que aún hay cosas que no dijo.

Salgo de la oficina y al bajar por escaleras descubro que todas se han ido, el lugar se siente tenebroso con tanto silencio; sigo hasta el tocador y recojo mi saco, avanzo por los pasillos hasta salir a la cocina del restaurante, dónde hay solo unos pocos cocineros.

Al salir a la acera, pudo apreciar los escasos rayos del sol que van surgiendo poco a poco "Otro día inicia" camino por la acera y veo las personas andar inversas en su mundo, jóvenes sonreír entre ellos y madres yendo con sus hijos, el mundo gira y el tiempo avanza sin detenerse.

—Sabía que tenía que venir para cuidarte —volteo sorprendida, Ángel me mira con sus grandes ojos y su mirada molesta —Parece que no has entendido lo que significa que está en la ciudad, sube al auto —ordena molesta mientras abre la puerta del copiloto

—No puedo creer que te llamara —camino hasta detenerme frente a ella 

—Soy yo quién no puede creer que no me llamaras, lo prometiste —me acusa herida

—Estoy bien, dijiste que lo hiciera si ocurría algo, además he salido más tarde, mira ese hermoso sol brillar —señalo el cielo y ella resopla fastidiada

—¿Olvidas lo que sucedió? Porque yo no e podido sacarlo de mi mente y verte salir todas las noches me aterra ¿Sabes cómo me sentí cuando llamo? —sus ojos se cristalizan y su voz se corta —No quiero perderte —y con esas últimas palabras se quiebra.

Llora desconsolada mientras cubre su rostro avergonzada, me acerco a ella y la abrazo, sus brazos me cubre con urgencia y se aferra a mí con fuerza.

—Sé el precio que pagamos por la libertad, por favor perdóname, a veces soy muy tonta —sus gemidos son callados por mi cuerpo

—Hicimos una promesa y es nuestro deber cumplirla, de otra forma, terminaremos perdidas y solas —sus palabras se atoran mientras un escalofrío provoca un brusco movimiento

—Jamás me perderás, yo siempre te seguiré —peino su cabello, pero soy interrumpida por ella —No quise hacerte llorar, por favor para, me duele verte así —limpia su rostro y esquiva mi mirada 

—Vayamos por suministros, nos espera unas semanas largas —apresurada sube al auto y escucho y enciende el auto —¡Sube de una vez! —hago lo que me dice y en silencio avanza.

Tenerla a mi lado es lo único que hace que siga cuerda, sino fuera por ella, hace mucho me habría perdido, de hecho, gracias a ella pude llegar a dónde estoy; ella salvo mi vida y jamás podré pagarle por ello.

Me duele ser la causa de sus dolores, soy la angustia que no la deja dormir y el miedo que avivo cada noche.

"Mi pobre Ángel inocente, le corte las alas hace mucho".

ROJO CARMESÍ © (Samantha).Where stories live. Discover now