—Porque me peleé con una niña de mi clase. –respondió la niña, indiferente, sin dejar de mirarlo. El rubio ensanchó los ojos sorprendido al recibir una respuesta y sus mejillas se sonrojaron al haber escuchado por primera vez la voz de la castaña, que para él fue la más melodiosa y linda que haya escuchado en su vida.

— ¿Y tú? –preguntó la niña. El rubio levantó la mirada, aun con sus mejillas levemente sonrosadas.

—Por jugar en clase. –respondió amablemente, mientras le sonreía levemente.

—Ahh. –la castaña dejó de mirarlo para regresar su mirada aburrida hacia la ventana. Hyuk suspiró con pesadez al darse cuenta de que esa niña era muy difícil para sacarle plática, especialmente para él, que no solía hablar con nadie. De hecho, siempre deseaba que se callaran cuando le hablaban, pero por una extraña razón quería que esa niña le hablara mucho.

De pronto, vio cómo una sonrisa cálida adornaba el rostro de la niña mientras miraba por la ventana, y el rubio se quedó algo embobado al ver esa sonrisa. Por inercia, volteó hacia la ventana para ver qué le había sacado esa sonrisa a la castaña y frunció el entrecejo al ver que la chica miraba a Ken jugar tenis en las canchas que desde ahí se veían.

—Yo juego tenis mucho mejor que ese idiota –pensó el rubio, apretando los puños mientras apartaba la mirada molesta por la atención que la chica le dedicaba al castaño —No sé qué le ve a un idiota como él, yo soy cien veces mejor–bajó la mirada y apretó más fuerte sus puños con coraje y celos.

—¡¡Sara!! –escucharon una voz masculina, lo que hizo que el rubio levantara la mirada, viendo cómo un elegante y trajeado hombre de aparentemente treinta y tantos años, de cabello negro, se acercaba a ellos con una mirada intimidante.

Hyuk vio de reojo cómo la castaña se ponía de pie y miraba indiferente al hombre que se acercaba a ellos. En cierta forma, se sintió feliz al saber finalmente cómo se llamaba la chica, pero su felicidad se desvaneció al ver cómo el hombre, al estar frente a la castaña, la cacheteaba de una manera tan fuerte que la tumbó al piso, ensanchando sus ojos horrorizado. Sin pensárselo dos veces, se puso de pie y se acercó a la niña para ayudarla, frunciendo el entrecejo al ver que sangre salía de su labio inferior, seguramente roto a causa del golpe. Pero algo que le sorprendió enormemente fue que la castaña no tenía rastro de lágrimas ni mostraba signos de querer llorar, solo se dedicaba a mirar al hombre con desprecio.

Hyuk levantó la mirada hacia el hombre, notando cómo este miraba con desprecio y coraje a la castaña, lo que lo desconcertó completamente al no saber qué pasaba.

—¡Me puedes decir qué demonios hiciste esta vez, mocosa?! ¡Ya me tienes harto con tus rebeldías idiotas, ojalá jamás hubieras nacido! –gritó enfurecido el hombre, lo que hizo que Hyuk lo mirara con infinito odio, mientras Sara lo observaba con desprecio.

—Padre, no estamos solos. Ya en casa tendrás toda la privacidad que quieras para golpearme o gritarme. –dijo indiferente la castaña. Hyuk se sorprendió al escucharla, especialmente al saber que ese hombre era su padre, lo que lo llevó a pensar cómo un padre se atrevía a tratar y hablarle así a su propia hija. Por otro lado, el hombre fue cuando notó la presencia del rubio, quien lo miraba entre sorprendido y enojado, lo que hizo que frunciera el entrecejo.

—Vamos con el director para que me diga qué idiotez hiciste esta vez. –dijo, dando media vuelta y caminando hacia la puerta de la oficina del director. Sara se puso de pie con la ayuda de Hyuk.

—Gracias. –le dijo amablemente, mientras le dedicaba una pequeña sonrisa, y Hyuk le devolvió la sonrisa mientras, con sus dedos, quitaba la sangre que tenía en sus labios. La castaña lo miró agradecida para después dar media vuelta y caminar hacia donde estaba su padre, ante la atenta mirada preocupada del rubio.

Había pasado ya una semana desde ese encuentro, y en esa semana Hyuk no había visto a Sara. De hecho, parecía que no había ido a la escuela, ya que ni siquiera lo había visto con Ken. Era la hora de salida, y junto a sus amigos, Hyuk se había topado con Ken y habían estado molestando.

Hongbin le había quitado los anteojos y, mientras todos se ponían alrededor del castaño, lanzándose los anteojos unos a otros, Ken, sin ver muy bien, iba de un lado a otro tratando de quitárselos a quien los tenía, pero cuando llegaba con el niño que tenía sus anteojos, este se los lanzaba a otro.

De pronto, una castaña lanzó a uno de los amigos de Hyuk al suelo, haciendo que todos se quedaran extrañados mientras veían cómo una castaña muy enfurecida se adentraba en el círculo. Hyuk, algo nervioso, miró a la castaña, notando cómo los escaneaba a todos con la mirada para finalmente llegar a él y bajar la mirada hasta sus manos, donde tenía los anteojos. Con grandes zancadas, se acercó al rubio y lo fulminó con la mirada.

—Dame los anteojos. —ordenó, extendiendo la mano. Hyuk no sabía qué hacer; si le entregaba fácilmente los anteojos, quedaría en vergüenza frente a sus amigos, y si no se los entregaba, ella lo odiaría. Pero al pensarlo mejor, le molestó más que ella defendiera al inútil de Ken, quien estaba con la cabeza agachada detrás de la castaña.

—¿Qué? ¿Acaso tu noviecito no puede defenderse solo y necesita de ti para recuperar sus anteojos? —preguntó burlón, mirándola con superioridad, lo que hizo que sus amigos se rieran a carcajadas, mientras Ken bajaba más la cabeza y Sara fruncía más el entrecejo.

—Dámelos. —volvió a ordenar, cortante, ignorando su comentario.

—¿O si no qué? —preguntó burlón, mirándola con un brillo de desafío en sus ojos. Sara no lo pensó dos veces y, sorprendiendo a todos, en especial a Hyuk, le dio una patada en la entrepierna, haciéndolo doblarse del dolor. Sara, sin pensarlo, tomó los anteojos y le dio un coscorrón en la cabeza al pobre rubio, que, al presionar con sus manos su entrepierna para no sentir ese tremendo dolor, no pudo defenderse.

La castaña se acercó a Ken y le puso los anteojos, para después tomarlo de la mano y alejarse, ante la atenta mirada temerosa de los amigos de Hyuk.

Hyuk aún sosteniendo su entrepierna, mientras dos lágrimas de dolor salían por la comisura de sus ojos, miraba atento cómo ese par se alejaba.

—Esta fue la gota que colmó el vaso, Ken. Desde ahora, te haré la vida imposible —pensó el rubio, con una mirada asesina, mientras Hongbin se acercaba para ayudar.

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—Desde ese día no la volví a ver, al parecer la cambiaron de escuela, pero estoy seguro de que ella fue la única niña que realmente me interesó, la única que el idiota de Ken tenía y que yo quería, la única mujer por la que valdría la pena conocer más a fondo para ser digna novia de alguien como Han SangHyuk... Así que, si ese Lee JaeHwan entra en Saint President, me dedicaré a hacerle la vida imposible, tal y como se la hice todos estos años que hemos estado en la misma escuela, solo por haber tenido lo que yo nunca pude tener. —Una mirada maligna y decidida adornó el rostro del chico mientras sonreía de medio lado. Hongbin, cansado de estarle hablando a su amigo para que le hiciera caso, se fue a jugar videojuegos, dejando a Hyuk sumido en sus pensamientos.

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Aquella última vez que edité un poco esta historia, hasta este capítulo había llenado varios vacíos para mejorar su comprensión. Sinceramente, no recuerdo con qué llené esos huecos, pero hasta ahora en esta ocasión, he realizado varios cambios ortográficos y gramaticales para mejorar la historia. Ya saben, no considero que lo haga muy bien, pero intento hacerlo lo mejor posible. Sin más, te deseo un buen día.

Gracias por leer :D.

¡YO NO SOY GAY!Where stories live. Discover now