7. El Tardígrado Gigante

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Apenas hace cuatro décadas, un 16 de julio de 1968, John Calhoum realizó el que quizá pueda ser descrito como al más célebre, enaltecido y vitoreado de entre los experimentos relacionados con la naturaleza de la conducta colectiva. En dicho ensayo, popularmente conocido bajo el nombre de Universo 25, se disponía de un recinto cerrado ­–de alrededor de 6,5 metros cuadrados– con una población base 8 ratones provistos de toda necesidad esencial; agua, alimento y refugio. La población de ratones, compuesta por 4 machos y 4 hembras, empezó a crecer rápidamente dadas las óptimas condiciones del experimento y en pocas semanas nacería la segunda generación de ratones. Tratándose de mamíferos pequeños y de relativamente corta esperanza de vida, estos seguirían una estrategia de crecimiento «r», significando que el número de individuos por metro cuadrado creció de forma exponencial y para agosto de 1969 los ratones se contarían por cientos, dando lugar a conflictos territoriales, espaciales y, más importantes todavía, sociales. 

El Universo 25 se carcomía desde dentro, pues se había desencadenado un deterioro en el comportamiento colectivo de la población. Poco tardó Calhoum en extrapolar dichos resultados al paradigma social contemporáneo, subrayando sucesos tales sean como un vasto crecimiento de población asexual u homosexual, la adopción de hábitos violentos y comportamientos agresivos hacia miembros de la propia población. Personalmente considero, empero, que estas conclusiones apenas rasgan la superfície de la verdad que desveló el Universo 25: el irrefutable hecho de que todo sistema, desde su misma concepción, se ve abocado al declive, consumiéndose a sí mismo una vez alcanzado su punto álgido con tal de dar lugar a nuevas creaciones más complejas e intrincadas. En terminología más sencilla, el Universo 25 demostró que la decadencia es el componente fundamental que permite la evolución.

Cuando aludo a la evolución, no estoy referenciando al renombrado proceso biológico ideado por el naturalista Charles Robert Darwin, sino más bien a su contraparte metafísica, es decir, la evolución como una constante universal mediante la cual cualquier entidad, ya sea o no viviente, se torna más compleja a lo largo del transcurso del tiempo. Esta evolución, por supuesto, conlleva la necesidad de considerables suministros energéticos y nutricionales, que suelen ser proporcionados por especies o cuerpos celestes precedentes. Así como la vegetación naciente surge a partir de la descomposición del cuerpo de un ser viviente, nuevas estrellas se forjan en majestuosas nebulosas, originadas a partir de la energía remanente de una supernova, la cual es el resultado de la muerte de una estrella antecesora. Este fenómeno se asemeja a un ciclo progresivo, similar a la concepción budista de Oriente, en la cual, siguiendo un proceso cíclico y, en cierto sentido, regulado, se halla la perfección gracias a la suma de reencarnaciones que forman el alma. De la misma forma, el universo procede a la eliminación de cualquier entidad que haya alcanzado su punto culminante en términos evolutivos, con el propósito de dar paso a una nueva entidad, más compleja y perfeccionada en su estructura. Este proceso de perpetua transformación y renacimiento se encuentra arraigado en una concepción cósmica donde la decadencia y la regeneración están inextricablemente vinculadas en la mecánica de un universo en constante flujo y desarrollo. Es esencial comprender que esta dinámica evolutiva, con su inherente propensión a la complejidad, implica no solo el entorno biológico, sino también las dimensiones cósmicas y metafísicas que gobiernan la existencia misma.

Diversos filósofos y destacados científicos arraigan a la degradación natural la potencial explicación de la falta de detección de vida inteligente extraterrestre. Se postula que esas civilizaciones podrían haber experimentado el colapso de sus estructuras sociales, conduciéndolos a ceder paso a nuevas especies dando lugar a la conocida como la paradoja de Fermi. Esta paradoja sugiere un universo que restringe la expansión de formas de vida más allá de sus planetas de origen, impidiendo que su imprenta llene la galaxia. Surge entonces la interrogante: ¿Estamos condenados a nuestra propia destrucción? A pesar de las señales que apuntan hacia a que será el propio hombre el que termine consigo mismo, persiste un ápice de esperanza.

Es innegable que la especie humana difiere sustancialmente de cualquier otro organismo que jamás haya poblado nuestro planeta, al menos desde una perspectiva biológica. Hemos colonizado todos los rincones de la Tierra y, sin embargo, continuamos expandiéndonos sin cesar. En virtud de esto, albergo la confianza en que quizá podamos encontrar una vía para eludir nuestra condena, para superar la noción de mera especie biológica y elevarnos a la categoría de constante universal, como una prueba tangible de que existió una especie sin límites aparentes. Puede que el universo se vea compelido a emplear un hipotético tardígrado de proporciones colosales, con el fin de frenar nuestro desmedido avance.

Idea de la meditación: Hace cuatro décadas, John Calhoum llevó a cabo el famoso experimento del Universo 25 con ratones, donde destacó su aumento poblacional y deterioro tanto social como físico. Este experimento sugiere que cualquier sistema está destinado a su declive, plausiblemente dando paso a creaciones más complejas, pues la evolución, tanto biológica como metafísica, implica la necesidad de recursos previos. Esta dinámica evolutiva, presente en el universo, involucra la decadencia como un componente fundamental para la evolución. La paradoja de Fermi, que sugiere que las civilizaciones extraterrestres podrían haber colapsado como respuesta a su aparente inexistencia en el universo visible, plantea la pregunta de si estamos condenados a la autodestrucción. Considerando la humanidad es única en su expansión, existe la esperanza de trascender nuestra especie y convertirnos en una constante universal. Se especula que el universo podría intervenir, de forma metafórica, para evitar nuestro avance descontrolado.

Meditaciones de un Mundo ModernoWhere stories live. Discover now