Capítulo 25

1.1K 100 32
                                    

Contenido explícito.

El piso estaba tranquilo.

Harry se había acostado, después de otra noche de silencio. Ni siquiera había cenado, se había limitado a beber varios sorbos de vino y a responder a mis preguntas con murmullos o movimientos de cabeza.

Lo oí moverse en la planta alta, estaba abriendo y cerrando cajones, y supe que seguramente estuviera ordenando o reorganizando cosas. Solía hacerlo cuando estaba inquieto.

La preocupación me tenía de los nervios. Era una situación con la que nunca había tenido que lidiar. No estaba acostumbrado a cuidar de otra persona. Me pregunté qué podría hacer para que se sintiera mejor, cómo podría ayudarlo a hablar. Porque necesitaba hablar.

El funeral había sido íntimo y especial. Puesto que Sirius y Remus habían sido los encargados de organizarlo, no era de extrañar. Sirius se sentó con Harry y lo ayudó a elegir algunas fotos, que repartieron por la estancia donde se celebró.

Su foto preferida de Penny se colocó al lado de la urna, que estaba decorada con flores silvestres. La gente había mandado ramos de flores, pero el más grande era el nuestro. Las flores preferidas de Penny descansaban en el jarrón colocado junto a su foto. Casi todas eran margaritas.

Casi todo el personal de Black Group asistió para dar el pésame. Me mantuve al lado de Harry, abrazándolo por la cintura y manteniendo su tenso cuerpo junto al mío como muestra de apoyo silencioso. Estreché manos y acepté las condolencias, consciente de cómo su cuerpo se estremecía en ocasiones.

También asistieron algunos de los trabajadores de Golden Oaks, y Harry aceptó sus abrazos y sus palabras de recuerdo, aunque después siempre regresaba a mi lado, como si buscara el refugio de mi abrazo.

Quedaban pocos amigos de Penny que pudieran asistir al funeral. Aquellos que lo hicieron recibieron un trato preferente por parte de Harry.

Se agachó frente a ellos y habló en voz baja con quienes iban en sillas de ruedas, se aseguró de que los que necesitaban andadores para moverse encontraran a alguien que los acompañara rápidamente a una silla, y después de la breve ceremonia, compartió unos instantes con todos ellos. No dejé de mirarlo en ningún momento, preocupado por la ausencia de lágrimas y por el constante temblor de sus manos.

Nunca había experimentado el dolor hasta ese día.

Cuando mis padres murieron, no sentí nada salvo alivio por todo lo que me habían hecho sufrir. Me entristecí cuando Nana se marchó, pero fue la tristeza de la infancia. El dolor que experimentaba por Penny era una sensación abrasadora en el pecho. Algo que crecía y se extendía de una forma muy extraña. Descubría que tenía los ojos llenos de lágrimas cuando menos lo esperaba.

Cuando llegaron las cajas con sus pertenencias, tuve que quedarme un rato en el almacén, abrumado por una emoción que no era capaz de explicar. Me descubrí recordando nuestras charlas, el brillo que aparecía en sus ojos cuando mencionaba el nombre de Harry. Las graciosas y tiernas anécdotas que contaba de su vida en común.

En mi calendario, los martes seguían apareciendo ocupados con el nombre de Penny. De alguna manera, no podía quitarlo todavía. Y, por encima de todas las extrañas emociones que experimentaba, estaba la preocupación por mi marido.

Creí que lo estaba manejando todo bien. Sabía que estaba sufriendo por la pérdida de una mujer a la que había querido como a una madre, pero no había perdido la compostura. La serenidad. Había llorado una vez, pero no lo había visto llorar desde el día que Penny murió.

Esa mañana, durante el funeral, se había encerrado en sí mismo. Después había salido a pasear y había negado en silencio con la cabeza cuando me ofrecí a acompañarlo. Al regresar, subió directo a su dormitorio hasta que fui a buscarlo para decirle que bajara a cenar.

Contrato de MatrimonioWhere stories live. Discover now