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Lunes, 10 de Septiembre del 2006;
12:54 am

Cris Anderson

No la bese.
No pude.
Cuando vi como ella cerraba sus ojos con temor, supe que no quería lo mismo que yo.

¡Lo sabía! ¡Tenía que hacer las cosas lentas!

Me porte muy impulsivo.

Solo a mí se me ocurre pensar que me besara al mínimo intento.

Tal vez hasta ya arruiné todo la relación que había construido con ella.

¡¿Que me pasa?!

Soy un desastre en esto.

Mike me dijo que a las chicas les gusta que le den la contra en casi todo y lo hice, le dije que no quería alejarme de ella.

¿Lo hice mal?

¿Entonces porque se puso nerviosa?

¿Teme de mí?

No.

Eso no puede ser posible, eso no puede ser, no tiene que ser eso, no hice nada malo ¿verdad?, lo hice todo bien, todo está bien, todo...

—¡Cris!

—¿He?

Me detuve en blanco al escucharla, me di la vuelta y la observe empujando el carrito de compras con Colón en el asiento de bebes, estaba agitada y caminaba hacia mí con un paso lento, parecía que había corrido un maratón.

—Espera, no voy a tu mismo ritmo.

No me había percatado de que estaba yendo demasiado rápido que la deje atrás, soy el mayor imbécil del mundo.

—Si, perdón... he... pensé que no querías un carrito.— Cambie de tema, viendo con más atención lo que llevaba empujando.

—No quería subirme a uno, pero si lo necesitaremos. Recolectaremos muchas cosas ¿no?

Su voz se redujo, era ligera y tímida, sus labios ya no mostraban esa sonrisa que hace unos momentos pude apreciar, el brillo de sus ojos se apagó y todo era por mi culpa.

De verdad lo arruinar.

—Escucha Maisie... lo de antes...

—¡Chicos! ¡Encontramos los malvaviscos!— gritó Mike llegando donde nosotros, seguido por Mía. —¿Conseguiste el helado?

Algo frustrado por la interrupción, alce del carrito la maceta de helado, dando a entender mi respuesta.

—Genial, busquemos a Isaac y Luca, seguro ya tienen el preciado cereal— exagerando un poco sus palabras, Mía río.

—Si, hay que darnos prisa— hablo con el mismo tono apagado mi Maisie.

No quería dejar las cosas así.

Le hice una seña a Mike para que nos dejara solo, afortunadamente lo entendió.

—Ah, Mía antes de eso, quisiera enseñarte algo.— Le propuso Mike, guiñándole un ojo.

—Oh, emm claro, vuelvo en seguida Maisie, no me tardo.

Se fueron y yo tuve mi oportunidad de acercarme a Maisie.

—Necesito hablar contigo antes de tirarlo todo por la borda, y es lo menos que quiero hacer.

—¿Tirar todo por la borda?— desconcertada preguntó.

—Si, bueno, lo que hice fue...

Me interrumpió con la peor palabra que podía pensar.

—Un error de mi parte, fue una confusión, por favor olvidémoslo y sigamos como si nada.

Estaba a punto de alejarse, pero la detuve sosteniendo su brazo firmemente.

—Pero yo no quiero olvidarlo— tragué duro, temiendo a perderla. —Ningún error fue cometido y la confusión nunca existió en mi. Mis intenciones juro que jamás fueron hacerte sentir así y si hay algún culpable aquí. Es el que está parado frente a ti.

Sus hermosos ojos marrones se abrieron sorprendidos hacia mis palabras que ni yo sabía de dónde venían. Solo tenía esa necesidad de decirlas.

—E-Entonces ¿cuáles son tus intenciones?

Me acerque a ella cuidadosamente y tome sus manos.

—Igual de maravillosas que un atardecer.

Ella me respondió con una sonrisa.

Sabía que ella tenía una obsesión por ver el sol ocultarse de nosotros, no lo entendía, eso pasaba todos los días. Era algo normar, pero por alguna razón para Maisie era lo máximo, y si para ella era lo máximo, para mí se convertiría en algo importante.

Descubrir que le fascinaba eso fue fácil, solo tenía que poner atención a todo los detalles.

Todos los días cuando la encontraba para darle las flores, ella tenía tanto sus mejillas como su pequeña nariz un tinte rojizo, su respiración estaba algo alterada y vestía de algo abrigador.
Otras veces era muy obvio, bajaba de las misma escaleras que te llevaban a la azotea, eran por las seis de la tarde.
Y la cereza que decoró el pastel fue que todo fuera confirmado por Mía.

Maisie apretó un poco más fuerte mis manos. —No quiero que ninguno de nosotros se considere como el culpable.
Solo fue...

—Un intento.— Me miro desconcertada y yo no dejaba de temblar por la tontería que estaba a punto de soltar. —Un intento de miles.

Maisie agachó la cabeza de inmediato, pero aún sosteniendo mis manos.
De pronto alzó su cabeza lentamente mostrándome toda su carita siendo dominada por el color rojizo, esta vez más intenso.

¡Dios! Qué deleitosa vista tengo.

—¿Es lo que quieres?— preguntó, agregando algo de pena en ella.

Me acerqué un poco más.

—Es lo que deseo... y no es lo único. Quiero todo. De verdad quiero conocerte Maisie.

Sus hermosos ojos estaban posados en mí y no saben el honor de ser quien los capturaban.

—Yo también quiero conocerte Cris.

Tal vez...

—Hay que buscar a los chicos.

Solo tal vez...

—Si.

Me deje ser alguien importante en su vida como lo son esos atardeceres para ella.

My SunflowerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora