Cambios

22 6 0
                                    

Pasaron los minutos, el concurso estaba apunto de terminar. Para una participante en específico, aquello no había sido tan normal como lo esperaba, pues su esposo no había dejado de manosear su cuerpo un segundo, aunque nadie pudiera darse cuenta. 

Ella lo observaba y él hacía lo mismo, como dos cómplices guardando un secreto. Y en realidad así era, porque Alastor escondía el muñeco vudú debajo de la mesa para que nadie lo notara. En cierto momento, estuvo apunto de tener un orgasmo estando sobre el escenario. Tuvo que esconder su erección debajo de los muslos para que esta no se notara, ya que Alastor no pensaba parar y Angie no pensaba impedir que continuara. Era un juego divertido. 

Después de volver a su asiento, sin embargo, levantó su dedo medio hacia la mesa donde estaba su marido, sin poder evitar acompañarlo con una sonrisa coqueta. después acomodó su cabello, agachando la mirada ante una vista en la que el ciervo se lamía los labios. Oh, entonces Alastor no pensaba terminar eso ahí. Sería una noche larga que ya estaba ansiosa por iniciar. 

Deslizó su cabeza hacia atrás cubriendo su boca para no dejar escapar un sonido agudo proveniente de ella. Algunas de sus rivales se quedaron mirándola con extrañeza, pues fue un movimiento muy evidente. Volvió a mirar a su hombre con los ojos abiertos, rogándole que se detuviera, pero en el fondo no quería eso y Alastor lo sabía, porque tenían un gesto de seguridad: Si Angie cruzaba los brazos, se acababa todo. 

El gesto inesperado se debió a algo simple, pero que le hacía explotar: el demonio radio empezaba a trazar círculos en su glande. Esto sería soportable de no ser porque la sensibilidad del arácnido era enorme en todo su cuerpo, pero en partes como esta y en sus pezones era aún cuatro veces mayor. Empezó a retorcerse en contra de su voluntad. Se había corrido entre sus bragas. Por suerte el vestido era lo suficientemente oscuro para que nada de aquello se notara excepto que alguien fuera muy observador. Aún así, miró hacia abajo para corroborar que no era visible, porque fue un orgasmo realmente intenso. Miró a su esposo, el cual reía con picardía. Sabía perfectamente lo que iba a causar y eso generaba en Angie una sensación hermosa. La forma en que Alastor la tocaba, saberse dueña y señora de ese hombre hermoso que sonreía en aquella mesa. Alastor era, definitivamente, el amor de su vida. Además de acompañarla en locuras como esta. Pero, en su interior, destellaba una pregunta.

"¿Le importará si lo convierto en algo permanente?"

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jun 11, 2023 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Spider Mommy (pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora