El Vulgo y la Nobleza

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      Miró su anillo, aquel que lo unía con Alastor para toda la eternidad. Tenía tanto patas de araña como cuernos de ciervo, además de rubíes y algunos trozos de cuarzo rosa. Los representaba a ambos, tenía la esencia de ambos. Apenas habían llegado al infierno, se decidieron a casarse y Angel estaba seguro de que el ciervo debió haber gastado una fortuna. Pero había conseguido poder y dinero mientras él aún vivía, y no le dolió para nada pagar una cantidad tan ridícula. Sonrió al recordarlo. Besó el anillo, porque era lo más similar a besar a Alastor que podía hacer por el momento. Caminó hacia el camerino, listo para triunfar.

     Habiendo entrado, se enteró de que estos eran compartidos entre tres participantes. También había una regla en el concurso, y era que una vez en el vestuario, todo el mundo era llamado por pronombres femeninos. Eso, lejos de molestarle le hacía sentirse aún más cómodo. Cuando Angel se travestía, era una mujer. La gente debía hablarle como a una. Llegaba a preferir que le llamarán Angie, y cuando era Angie era cuando se sentía completamente en su piel.

       Tenía dudas sobre su identidad últimamente. Era fácil suponer que su género era fluido, pues a veces se sentía más cómodo en el papel de un chico y otras en el de una chica. Pero cada vez se vestía así de forma más frecuente, usaba menos su verdadero nombre. Y sí, ahora Angel era el verdadero, se lo había cambiado en vida. Sea como sea, no se debía molestar mucho en definirse. Haría lo que le pareciera cuando le pareciera, porque eso no dañaba a nadie.

       Miró a las personas que tenía alrededor, otras dos concursantes, que ya estaban preparadas. Una era bajita, tenía un vestido azul magnífico. Se le veía altamente nerviosa, cosa que Angel era capaz de entender a la perfección. Él, sin embargo, se concentraba en mantenerse calmado. Al otro lado, se llevó una verdadera sorpresa. La otra concursante era alta, elegante. Se notaba que era de clase alta, pero viéndola mejor... ¿No era ese el príncipe Stolas? ¿¡Iba a competir contra los dotes de alguien de la realeza!? Se acercó a la mesa donde se hallaba tomando algún licor extraño, y la otra chica también.

—Eres el príncipe Stolas, ¿no?— preguntó, con inseguridad. El más cercano que conocía de la clase alta era Alastor, y por supuesto que no era nada poderoso, ni mucho menos rico comparado con alguien como Stolas. Además Alastor había pertenecido al pueblo en vida, lo comprendía más. Con el príncipe de la astronomía infernal, estaba asustado de cometer cualquier error.

—No me llames así en este lugar— respondió sonriente, dándole la mano. Angel la tomó con inseguridad. —Soy Stephanie.

—No pensé que hubiera gente de la realeza en cosas como estas, ya sabes, por...

—Angel— fue interrumpido. Por supuesto que Stolas sabía quién era. —No menciones más mi título. Estoy tratando de huir de todo eso un rato. Somos iguales, ¿Está bien?

—Está... Bien.— no, en realidad estaba muy confundido. ¿Por qué alguien como Stolas querría huir de su vida? Tenía todo en sus manos. Sirvientes, súbditos, un libro con el cual controlar cientos de cosas en el universo. Y había nacido teniéndo todo eso.

—Bueno, ¿Qué te trae por aquí?

—Dinero, una corona increíble...— desvió la mirada. Dudaba si decírselo o no y, al final, decidió que lo haría porque el príncipe se veía confiable. —destacar en algo que no sea ser explotado por Valentino.

Stephanie lo miró severamente.

—Era un malnacido. Me alegro de que  el imprudente de tu esposo lo matara.— Angel titubeó. ¿Debía sentirse bien u ofenderse por ese comentario? Además, ¿Acaso la población del infierno sabía toda su vida? —deberías alistarte. Va a comenzar pronto.

       Wow, tenía razón. Era tarde. Angel corrió para cambiarse en un lugar apartado.

Spider Mommy (pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora