Capítulo 17

15 4 0
                                    

La maldición aún no se podía remover por lo que significaba que su corazón aún no me pertenecía, solo cuando su corazón me perteneciera podría quitarle su maldición, por ahora puedo tocar la maldición pero no quitarla por lo que significa que él me quería pero aún no me amaba.

— Aún no es el momento. Pero puedo tocar la maldición, por lo que significa que me quieres. — Él se quedó viendo como tocaba con mi mano su pecho mientras seguía manteniendo los ojos cerrados.

— Entiendo, entonces tendré que fijarme aún mucho más en ti. — Puso su mano en mi mejilla mientras me sonreía. Abrí los ojos al sentir su mirada sobre mi, yo simplemente me quedé apoyada en él.

— Por ahora centrémonos en otra cosa. Como en la futura guerra que habrá u otra cosa. — Dije mientras volví a sentarme recta y agarraba una de las pastas (galletas para el té), mientras veía como la cara de mi marido se había vuelto pálida y a los segundos seria.

— ¿Qué quieres decir con una guerra? — Este me veía fijamente.

— El imperio atacará el reino y ganará. — Dije mientras lo veía fijamente. Mi marido parecía bastante molesto, uno por no haberle dicho antes y otra al darse cuenta de que no podría hacer nada para ganarles. Él sabía que aunque fueran mejores luchando si ellos los superaban no podrían hacer nada.

— No te preocupes pues ese futuro es uno en el que tu y yo nunca estuvimos juntos y en el que yo moría en manos de mi familia, pero como yo sigo con vida y llegamos a casarnos tu y yo, eso hace que la historia cambie. — Él parecía extrañado por lo recién contado pero seguía prestando atención. — El imperio no solo posé muchos soldados si no una espada hechizada, además de tres magos. — Este parecía preocupado a medida de que continuaba hablando.

— ¿No hay nada que podamos hacer? — Dijo mientras me veía con impotencia de no poder hacer nada.

— Claro que lo hay para empezar esos magos no son más poderosos que yo, ellos nunca han entrenado tanto como yo, si lo ponemos del 1 al 100, ellos solo poseen un 25% de mi capacidad mágica, ¿entiendes? — Este estaba sorprendido de que se hubiera casado con una maga bastante fuerte.

— No solo eso, ellos poseen una espada hechizada no una espada mágica. — Dije mientras sonreía como si estuviera armando una travesura.

— ¿Me explicas la diferencia cariño? — Dijo al notar mi actitud.

— Una espada hechizada es una espada normal a la cual se le ha añadido un hechizo, puede ser eléctrico, de fuerza, básicamente de cualquier tipo y luego está la espada mágica, que es creada desde cero con magia, aquél que posea una podrá hacer cualquier cosa que deseé con ella, si quiere fuerza tendrá fuerza, si quiere ser más veloz serás más veloz, ¿una espada que expulse fuego? También, solo debes pensarlo y quererlo. Y no solo eso si piensas varias cosas a la vez también pasará, por eso las espadas mágicas son mucho más poderosas que la espadas hechizadas. — Dije mientras hacía aparecer un poco de magia. — Lo mejor de todo es que ellos piensan que es una espada mágica, pero lo que tienen es una espada hechizada de fuerza. — Le sonreí a mi marido mientras este me miraba de la misma manera.

— Entiendo, por lo que si tuviéramos una espada mágica podríamos con ellos ¿no? — Asentí mientras este parecía pensativo. — ¿Puedes crearlas Ayla? La espada mágica. — Este me miró fijamente.

— Así es, puedo crearlas. — Este parecía esperanzado de que el reino no acabara en ruinas gracias a que podría hacerlas. — El problemas es que no tengo ningún interés en este reino, aunque le prometí al rey ayudar con la protección del reino no significa que quiera hacerlo siempre. Después de todo este reino nunca me trató bien. — Mi esposo me veía algo entristecido.

— ¿Y si te lo pido yo? Tampoco me gusta como te han tratado pero si no hacemos nada matarán a todos... Yo no puedo permitir que ese malvado imperio ataque a nuestro reino, debo estar en primera línea de batalla, ya que después de todo es mi deber al ser el duque del norte. — Su mirada segura, seria y fija, estaba de rodillas enfrente de mi... Parecía estar decidido en luchar en la batalla... Pero si lo hace él... Morirá. 

— Esta bien no me mires así, si ayudo será para que no mueras en batalla. No quiero quedarme viuda tan rápido. — Le agarré de los hombros mientras me arrodillaba en el suelo con él. Me apoyé en su pecho, podía oír sus latidos. — Solo no salgas herido, no quiero que te ocurra nada.  — Este me abrazó al ver que me sentía preocupada por él, sentí sus labios sobre mi cabeza.

— Siento hacer que te preocuparas, pero realmente no puedo faltar a mi deber ni a mi palabra. Si mi destino es morir que así sea... — Al oír eso me preocupé.

— No morirás Derek, alguien como tú no debe morir. — Dije mientras lo abrazaba.

— Ayla... Eres la única mujer que me ha querido a pesar de que parezco muy fiero, lo sé, por eso prometo estar siempre contigo. — En ese momento lo miré a los ojos, este me veía fijamente mientras me acariciaba el rostro. — Siempre estaré a tu lado, ¿sabes? algún día me gustaría poder tener una niña contigo, una que se parezca a ti. — Al oírle decir eso me sonrojé, este me sonreía, seguido me besó.

Su lengua explorando mi boca, nuestras respiraciones entrecortadas, cuando nos separamos por falta de aire este me tenía entre sus brazos ya que estaba algo débil. Empezó a besarme por el cuello, en ese momento sentí que podía agarrar la maldición así que sin que él se diera cuenta fui eliminando su maldición poco a poco.

Cuando acabé de eliminar su maldición le hice una propuesta indecente en su oído, este al oír aquello se sonrojó pero no negó, me llevó a la habitación en brazos bajo la mirada de sorpresa y de felicidad de algunos.


A la mañana siguiente se le envió al rey una carta en la cual hablaba sobre la guerra que pronto se avecinaría.

You've reached the end of published parts.

⏰ Last updated: Nov 14, 2023 ⏰

Add this story to your Library to get notified about new parts!

Other WorldWhere stories live. Discover now