¿𝙌𝙪é 𝙚𝙧𝙚𝙨?

4.4K 491 202
                                    

El caminante pareció oír la voz de Daryl, a lo cual reaccionó inmediatamente y no tardó nada en lanzarse encima de él, agarrándolo por los hombros para acercar sus dientes afilados hacia su cuello. Daryl, quien aún tenía una de sus flechas en mano, alzó esta como pudo para clavársela en el cuello. El caminante al sentir la punta de la flecha clavarse en su cuello, se apartó inmediatamente del otro hombre y retrocedió unos cuantos pasos. Daryl miró hacia su alrededor y vio uno de los machetes tirado en el suelo. Trató de agarrarlo lo más rápido que pudo y justo cuando volteó a ver al caminante de nuevo, pudo ver como este se arrancaba la flecha que seguía incrustada en su cuello. Los caminantes no hacían esas cosas. No sentían dolor o molestia; solo se preocupaban por morder y comer... Pero entonces, ¿por qué este estaba observando la flecha con una extraña admiración?


— ¿¡Qué mierda te pasa!? — Le gritó Daryl, completamente confuso. El caminante apartó la mirada de golpe para fijarla en él y por unos momentos se quedó quieto, simplemente observándole. Antes, claro, de volver a intentar matarlo.

Daryl gruñó y, agarrando con algo más de fuerza el machete entre sus manos, movió este en un golpe seco en el aire cuando tuvo al monstruo de apariencia humana lo suficientemente cerca; el caminante lo esquivó - ¡lo esquivó! - e hizo que Daryl cayera encima del sofá, haciendo que soltara el machete sin querer. El cazador trató de volver a agarrarlo como pudo, hasta que la mano fría del caminante lo agarró con fuerza de la muñeca, tirando de él con una fuerza inhumana para separarlo del arma. Daryl no pudo evitar soltar un quejido de dolor ante tal agarre y el caminante aprovechando ese momento de debilidad, lo agarró de la otra muñeca con su mano libre, tumbándolo en el sofá de una sacudida y poniéndose encima de él.


— ¡ Suéltame, pedazo de...! — Gritaba Daryl mientras trataba de patearlo como podía. Fijó su mirada en el rostro moribundo que tenía encima y este simplemente se limitó a ladear la cabeza y a fruncir el ceño como si no le entendiera. Ese gesto le recordó tanto a Rick que las fuerzas del cazador se esfumaron en un segundo, volviendo a sentir ese nudo en la garganta que llevaba soportando todo el día. — ¿Qué eres? — Susurró mirándole de reojo, incapaz de mirarle directamente, aún con miedo de volver a estallar en llanto al reencontrarse con el rostro de la persona que había sido su todo durante los últimos años. El caminante abrió la boca y Daryl cerró los ojos con fuerza, esperando sentir sus dientes clavarse en su cuello en cualquier momento. En lugar de eso, bajó su cabeza hasta la altura de su cuello, rozando sus labios contra la piel de Daryl, quien tragó con fuerza, esperando lo peor. 

— Por favor... Ya no aguanto más... — Soltó Daryl sin pensar. La verdad es que ya no le importaba nada, lo había perdido todo, no tenía a nadie y prefería morir en aquel mismo instante que continuar el resto de sus miserables días recordando a todos aquellos que habían muerto antes que él. No quería ser el último hombre en pie como le dijo Beth, no quería, era lo último que deseaba en aquel momento. Sus ojos empezaron a llenarse de lágrimas de nuevo y respiró profundamente para no volver a montar el mismo numertio de antes; odiaba llorar, aunque ahora sabía que era necesario hacerlo. El caminante volvió a alzar el rostro para mirarlo y los ojos de ambos se encontraron. Los dos parecían igual de perdidos.

El caminante soltó poco a poco las muñecas de Daryl y luego las acaricio con sus fríos dedos, tratando de reparar el daño que había causado en ellas al haberlo agarrado tan fuerte.

— Rick... — Murmuró Daryl con miedo. — Sigues... ¿Sigues ahí dentro de alguna forma?

El caminante hizo un extraño ruido, entre un gruñido y un quejido. El ruido parecía triste y doloroso, cosa que hizo que el sentimiento de culpa y tristeza de Daryl solo hiciera que crecer.

Un cuento torcido.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora