Capítulo 1

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— Nunca dejaré de quererte, pero me quiero más a mí misma.
Aquellas fueron las últimas palabras que Mikasa le dedicó a Eren. Le dolió mucho tener que tomar la decisión de dejarle, pero Eren no la había aportado nada bueno desde que empezaron a salir.
Con las lágrimas amenazando con salir y arruinar su maquillaje, Mikasa dio la espalda a Eren y se encaminó de vuelta a casa. Era un 23 de mayo, la azabache lo recuerda bien porque ese día estaba lloviendo, a pesar de la calidez primaveral propia de la época. La decisión de dejar a Eren no fue tomada a la ligera, Mikasa llevaba sopesándola durante meses. Sabía que necesitaba cambiar la situación, pues el comportamiento de su novio se volvía más tóxico y aquello empeoraba su salud mental.
Pero empecemos por el principio de su corta, pero intensa historia juntos.
Mikasa y Eren se conocieron en el instituto, cuando ambos tenían 13 años. Para la azabache fue un flechazo a primera vista: desde que le vio entrar por la puerta de clase sintió aquellas "mariposas" en el estómago. Durante ese curso se hicieron muy amigos, inseparables dirían los demás. Hacían todos los trabajos de clase juntos, quedaban todos los fines de semana y Eren pasaba a recoger a Mikasa todos los días de sus extraescolares para irse a merendar juntos. Pero no eran más que amigos, apenas llegaron a abrazarse alguna vez. A Mikasa le encantaba pasar tanto tiempo con Eren y siempre quiso contarle lo que sentía por él, pero el castaño empezó a hablarle sobre su compañera de clase, Mina. Ella era amiga de Mikasa desde cursos anteriores, y Eren le confesó que sentía atracción por ella. Aquella confesión fue como un balde de agua fría para Mikasa y en sus diarias quedadas, Mina comenzó a ser el tema principal de sus conversaciones. La azabache solo podía escuchar y dar vagos consejos de cómo "conquistarla", rezando en el fondo de su alma que jamás llegara a hacerlo.
Finalmente, un 18 de enero, Eren no fue a recogerla a su salida de extraescolares. Después de esperarle un buen rato, Mikasa le escribió preguntándole dónde estaba. La respuesta fue casi inmediata. El castaño le resumía en un mensaje que había quedado con Mina para confesarle lo que sentía, y que ella había reconocido sentir lo mismo. Su mensaje finalizaba con un "sigo con ella, cuando vuelva a casa te llamo y te cuento todo".
Mikasa releyó el mensaje veinte veces, mientras escuchaba su corazón partirse en dos. Le dolía todo. El hecho de que Eren tuviera una novia que no fuera ella le destruía el alma. Mikasa regresó corriendo a su casa y enterró su cara en la almohada, la cual se impregnó de lágrimas. Eren era tan importante para ella que sentía que lo había perdido todo. Para ella, él era su mundo, y ahora, su propio mundo la había desterrado.
A medida que su relación progresaba, Mikasa se alejó más y más de Eren y de Mina, pues se sentía culpable de estar enamorada del novio de su amiga, aunque no podía hacer nada para dejar de sentir aquello. No se elige a quién se ama.
Se distanció tanto de ellos que, una vez finalizado el curso, no volvió a verles ni a hablarles. Eren se preocupó ante esta situación y le preguntó qué ocurría, y ella trató de excusarse en decir que no pasaba nada y que el supuesto distanciamiento eran imaginaciones suyas. Ante la frialdad de la respuesta de Mikasa, Eren comprendió que había sucedido algo que no quería contarle, pero que era motivo suficiente como para que quisiera cortar la comunicación. No quiso agobiarla y empeorar la situación, así que simplemente dejó las cosas como estaban. Esta postura fue interpretada por Mikasa como indiferencia, hecho que la dolió, dado que pensó que a Eren realmente no le importaba si ella dejaba de estar a su lado.
Él nunca me ha visto con los mismos ojos que yo, así que no debe importarle mucho que yo me haya ido. Aquel pensamiento era recurrente en la mente de Mikasa cada vez que su inconsciencia traía a Eren de vuelta.
Las vacaciones acabaron y el nuevo curso comenzó. Al no coincidir en la misma clase con ninguno de sus dos ex-amigos, para Mikasa fue mucho más llevadero ir al instituto. Si bien es cierto que alguna vez se los encontraba en los pasillos o en los recreos, siempre se las apañaba para cambiar de dirección o huir de sus miradas. La azabache estaba comenzando a dejar de sentir tan intensamente la necesidad de estar con Eren, aunque es innegable que se olvidara completamente de él. Él no había desaparecido, le veía casi a diario por el instituto y, a pesar de no intercambiar palabras, el amor que sentía hacia Eren no se había extinguido. Pero, al menos, parecía haberse calmado y así prosiguió hasta finalizar el curso.
No obstante, durante los primeros días de vacaciones recibió un mensaje de Eren:
— "¡Hola! ¿Qué tal?" — A Mikasa le sorprendió mucho aquel mensaje, ya que era el primero que recibía del castaño desde hacía un año. Dudó mucho en contestar al instante, ¿parecería una desesperada? ¿Parecería que llevaba tanto tiempo esperando su mensaje que dejaba su chat abierto y por ello contestó tan rápido? No, no, esperaría un poco. No debía contestar con tanta rapidez. Dio la vuelta a su teléfono e intentó ignorar la dichosa notificación. Cinco segundos más tarde, Mikasa estaba desbloqueando su teléfono para contestar.
— "¡Hola! La verdad es que bien, tenía ya ganas de vacaciones jajaja. ¿Tú qué tal?" — Releyó varias veces su mensaje antes de enviarlo, debatiéndose si añadir el "jajaja" o no. Si lo quitaba quizás parecería muy seca, así que decidió dejarlo para quitarle hierro al asunto. Nada más enviarlo, los dos ticks azules se activaron.
Mikasa sintió que las mariposas que un día sintió volvían a hacer acto de presencia en su estómago y, toda la calma que había adquirido respecto al tema de Eren se disipó por completo.
— "Yo también tenía muchas ganas de vacaciones, repetir curso ha sido agotador, sobre todo cuando no conoces a nadie en clase. Me gustaría volver a retomar el contacto contigo, éramos tan amigos que no entiendo qué fue lo que pasó para que nos alejásemos. ¿Te viene bien quedar un día de esta semana? Ahora que ya no hay clases no tienes excusas ;)" —. El nuevo mensaje de Eren contenía mucha información en pocas líneas. ¿Había repetido curso? Mikasa no lo sabía. Ahora que lo mencionaba, es cierto que la azabache no recuerda haberlo visto en ningún acto o excursión de su curso. Por otro lado, a pesar del entusiasmo inicial de que Eren quisiera volver a hablarla había algo que inquietaba a Mikasa: ¿por qué ahora? ¿Por qué recién Eren se daba cuenta de que Mikasa ya no le seguía a donde fuese? ¿Acaso le había sucedido algo con Mina y ahora recurría a ella? Para Mikasa, sobre pensar era algo que se le daba de maravilla.
Pulsaba las letras de su teclado del móvil con ansia, buscando que estas formaran palabras lógicas que respondiesen adecuadamente al mensaje de Eren. Al no lograr su objetivo, tuvo que parar y pensar en qué decirle. Antes tenía muchas cosas que quería contarle, ¿por qué ahora no era capaz de siquiera elegir un día para verse?
— "Esta semana no tengo planes, así que cuando quieras quedamos".
La respuesta no tardó en llegar.
—"¡Genial! ¿Podríamos vernos mañana a las 18:00?"
Mikasa se sorprendió por la prontitud de la quedada, pero no podía negar que no le hacía ilusión —. "Okai. Si quieres quedamos al lado de la tienda, donde solíamos quedar".
— "Valep, pues mañana te veo jaja".
La azabache pensó en añadir un nuevo mensaje a la conversación, pero tras pensar  que su única opción era un "ok, jaja" o algo del estilo, decidió dejar la conversación en ese punto. Sin embargo, quería seguir hablando con Eren y preguntarle todo lo que le había sucedido desde que dejaron de verse.
Finalmente se decantó por esperar hasta que el día pasase. Así se lo podría preguntar en persona y observar su reacción ante determinadas preguntas. Observar su cara y sus ojos ante sus palabras... era algo que Mikasa había echado mucho de menos. Echaba de menos ver su propio reflejo en las verdes esmeraldas que Eren poseía.
Oh no...
En ese instante Mikasa se dio cuenta de que, por mucho que hubiera intentado ignorarle, seguía enamorada de él. Todos sus esfuerzos por acallar sus sentimientos habían sido en vano. El recuerdo de Eren y los pensamientos que en la azabache provocaban estaban más vivos que nunca.
Y así se hallaba Mikasa, ensimismada en sus cavilaciones mientras esperaba que pasasen las horas para rencontrarse con el que siempre fue dueño de sus más profundos deseos.
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