𝐏𝐑𝐎𝐋𝐎𝐆𝐔𝐄

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PRÓLOGO

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EL MUNDO SE SILENCIÓ CUANDO LOS FUERTES LLANTOS SONARON EN EL CIELO. Con las manos temblorosas envolvió a la criatura en una tela satinada con aroma a rosas. ¡Es una niña!, pensaba lastimosamente. La pequeña calló cuando sintió unos brazos arropandola y balbuceaba entrando en brazos de Morfeo.

Se acercó a la madre que con un fuerte resoplido y una mueca de disgustos, murmuró:

— Sácala de mi vista. Ahora.

Asintió y con un murmuro de despedida salió por las grandes puertas. Frente a ella varias divinidades parpadeaban con muecas de disgusto y otras parloteaban consigo mismos. Desvaneciendo entre dos personalidades momentáneamente.

Un ser divinamente perfecto parpadeaba en colores rosas y dorados, pero parecía ser la única tranquila. Se acercó y destapó el rostro de la inocente criatura, quedando pasmada ante tal natural belleza, un destello de envidia recorrió sus ojos apaciguandose al instante. —Es una niña. Una preciosa niña.

— Una niña... Una niña maldita que maldecirá a todos a su paso, incluyendonos— murmuró una gruesa voz, sus ojos rojos brillaban de furia y posiblemente de miedo o disgusto. —Es un error.

— Estoy de acuerdo... sorprendentemente. Esa niña no debió haber nacido, solo traerá problemas— musitó la señora. Sus ojos plateados no se dirigieron en ningún momento a la recién nacida, estaban enfocados en un grueso y viejo libro.

Murmullos resonaron en la sala, estando de acuerdo. Solo hubo un par que estuvo callado.

— Tenemos que deshacernos de ella. Evitaremos muchos futuros problemas— habló el Dios viendo unas hojas que su fax sacaba incontrolablemente. Con su mano desocupada acariciaba la cabeza del par de reptiles que colgaban de su báculo.

— Una niña, una niñaaaaa...— murmuró una de ellas.

— Mmm... Ratones...— serpenteó la otra.

La sala estaba llena de voces y gemidos de dolor. Los grandes muros de mármol helaban la estancia y las nubes debajo de ellos eran de un color gris tormentosos.

Afrodita miró a la niña una vez más, sonriendo ante tal posibilidad de amor. Ella sería grande y poderosa, pero el amor podría ser su propia salvación o destrucción. Saboreó esa posibilidad, ansiaba que sucedería pronto. Amaba el amor puro y profundo entre dos personas, pero no veía las consecuencias que traería.

— Apolo...— llamó su melliza mirándolo con preocupación, aunque sabía que egoístamente no tenerla era la mejor salida para ellos, estaba preocupada por lo que podría ocurrir con su incontrolable hermano. Temía por él.

ANATEMA ⋆ PJOWhere stories live. Discover now