『𝖢𝖠𝖯𝖨́𝖳𝖴𝖫𝖮 𝖭𝖴𝖤𝖵𝖤』

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Capítulo nueve

Sin duda alguna, lo que Kim SeokJin más odiaba en el mundo, aparte de las arañas, era mirarse en el espejo y tener que ver esas manchas negras bajo sus ojos, signos de cansancio, de estrés, o de llorar demasiado; cosas que había experimentado al mismo tiempo en los últimos días.

Él sentía que su ánimo estaba al borde y que en cualquier momento estaría por explotar.

—¡Ah! —Se quejó frente al espejo, —¡Qué mal te ves, SeokJin! —criticando su propio aspecto por falta de comentarios en su habitación.

Su hogar se sentía muy solo esa mañana; sólo el ruido externo de algunos motores arrancando y carros avanzando por la avenida era lo que llenaba el silencio de toda la estancia.
Jimin no estaba en casa junto a él, pues un día antes había sido invitado a la casa de uno de sus pequeños amigos, así que SeokJin se encargó de llevarlo a la casa del amigo de escuela de Jimin y asegurarse que él estuviera bien ahí.

No estaba preocupado por su hijo; de hecho, agradecía que Jimin estuviera pasando tiempo con alguien más, porque sería muy vergonzoso que él viera a Jin en su estado deplorable.
SeokJin siempre querría que su hijo lo viera como la persona más fuerte del mundo, aunque no se sintiera, ni de cerca, como ello.

Ese día se cumplía ya tres semanas desde la pelea entre NamJoon y él que había destrozado todo a su paso. Era poco tiempo, pero Jin sentía que había sido el más tortuoso de su vida.

SeokJin quería que todo acabara de una vez. Que todos se fueran de su mundo y que Jin pudiera volver a los días en que no tenía preocupaciones. Pero sabía que eso era imposible; y era ese pensamiento el que lo hundía más.

Desde que Kim SeokJin echó de su hogar a NamJoon, éste no le había escrito ni una sola vez. Además, no se había presentado a su edificio correspondiente de trabajo y, por algunos rumores que circularon en toda el área, a NamJoon se le había visto una noche antes con una mujer en una fiesta.

Jin no quería enojarse o hacer un drama por algo tan banal; los rumores no tenían bases confiables y además eran solo eso: rumores.
Agregando que SeokJin le había gritado a NamJoon que le dejaba el paso libre para que pudiese hacer lo que quisiera, así que Jin no tenía ningún derecho de reclamarle si por fin su esposo lo había escuchado y ahora quería vivir de manera libre.

SeokJin no iba a dejar que los celos lo manejaran e hiciera algo ridículo. Él estaba bien. Muy bien.

El timbre del teléfono de casa resonó de pronto, reemplazando el silencio abrumador por un chirriante tono de llamada. Entonces SeokJin corrió al exterior de su habitación y bajó de la misma manera las escaleras hasta la planta baja. Él se apresuró porque realmente esperaba que alguien llamara, pero nunca admitiría que estaba ansioso por saber si el número entrante era de NamJoon.

Ansioso revisó la pequeña pantalla del teléfono, aunque de inmediato se dio cuenta de que era un número desconocido, por lo que exhaló y, un poco decepcionado, contestó la llamada.

Transcurrieron un par de segundos en blanco en la línea. Jin no se molestó en hablar, pues no era él quien hacía la llamada.

—Lo siento, —Por fin hablaron a través del teléfono —¿Número de Kim SeokJin?

El aludido entrecerró los ojos con suspicacia, imaginando cualquier tipo de situación en la que él se encontraba en peligro.

Pieces in the air | NamJin.Where stories live. Discover now