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Prólogo.

12 de mayo de 2007.

Las producciones que desarrollan en el cine moderno eran realmente interesantes, atrayentes e incluso merecedoras de la más pura atención.

Kim pensaba que podría pasarse una vida entera viendo alguna película de ciencia ficción o cualquier otro género. Una de sus pocas fantasías a sus dieciséis años era tener una pareja que compartiera sus mismos gustos y así pudiera disfrutar en compañía; si tuviera a la persona indicada todo sería perfecto.

Este mismo Kim con nombre NamJoon era una persona excepcional, inteligente, (un poco nerd,) guapo y más cosas que lo hacían un hombre codiciado no solo por su belleza exótica, sino por los pensamientos que podían cautivar a cualquiera.

Era doce de mayo cuando salió a una cita con Iseul, una hermosa chica que era su novia desde hace algunas semanas. No había duda de que ella era bella, algunas veces usaba gafas y tenía un cuerpo de infarto (palabras de chicos tontos de la escuela). Pero había algo que NamJoon ignoraba. Él fingía no sentir esa pequeña indiferencia hacia la muchacha; quizá con más citas se iría acostumbrando a ella.

Aquella sensación aumentó cuando, al estar en la sala del cine (frente a esa pantalla y a oscuras), una mano femenina quiso colarse por sus pantalones. También sintió los labios delgados sobre los suyos y cómo era empujado a su asiento; Iseul casi quería subirse encima suyo EN UN CINE PÚBLICO.

Y si estaba molesto cuando sintió esas manos en su pecho —que, por cierto, no provocaron nada en él—, su irritación subió de nivel al observar a su novia ponerse de pie y sonreírle de manera coqueta.

—Necesito ir al baño. —Susurró poniendo una mano en su hombro y luego marchándose del lugar. Su figura se perdió por el pasillo y él agradeció grandemente eso.

Claro que no se necesitaba ser genio para entender el doble sentido de aquella mirada y las palabras que recibió. Y lo alarmante era que en vez de haberlo provocado se sintió fuera de lugar y con ganas de irse.

Esa última opción la estaba considerando muy en serio cuando pensó en que la chica iba a tardarse un poco de tiempo para esperarlo, unos cuantos minutos y ya estaría en su casa para ignorar a su novia.

Pero por supuesto, el destino dijo «no» cuando él pensaba ir en contra de sus planes...

—Vamos, amor. —Pudo escuchar a su lado derecho la voz chillona de una chica molestando a lo que parecía ser su novio. —Salgamos de aquí, podemos ir a mi casa.

... Porque aunque es incierto, puede ser tan justo como irreparable.

Después de un bufido molesto, se dio cuenta de que no era el único que quería disfrutar de la filmación y una molesta chica lo impedía.

—Jin...

—Ya. —Interrumpió molesto, frunciendo las cejas. —Si tanto quieres irte pues ve tú sola, Lee. Yo me quedo a ver la película.

Ante el repentino tono de voz y las manos masculinas que quitaron de encima el cuerpo más pequeño, NamJoon rió por lo bajo al ver a la chica avergonzada y cómo se levantaba de su lugar mascullando un «imbécil» para después irse a toda velocidad.

No tenía por qué mirar de nuevo al muchacho después de que su novia se marchara, pero aún así lo hizo y se fijó en lo joven que se veía y los rasgos tiernos que adornaban su rostro.

—¿Problemas en el paraíso? —Preguntó genuino, sin poder evitar cuestionarse a sí mismo el porqué un chico preferiría una película de los 90's a pasar el rato con una señorita.

Bueno, él había hecho casi lo mismo pero quería saber si diferentes razones gobernaban las acciones del otro muchacho.

—Es mi ex novia. —Respondió mirando la pantalla grande; observó de soslayo a la persona que le había hecho le pregunta y no pasó desapercibido los bonitos ojos que lo veían.

—¿Por qué la trajiste?

¿Por qué NamJoon estaba preguntando con tanta seguridad?

—La encontré a medio camino y se pegó a mí, ella pagó su entrada pero pensó que quizá yo querría volver con ella. —Negó con la cabeza—. Vi que tú también tenías compañía.

Y ¿Por qué el desconocido respondía con confianza?

NamJoon recordó a Iseul, aunque eso no pareció importante pues la atención se fue al increíble brillo que adoptó el pelo castaño del sujeto cuando la pantalla se iluminó y reflejó la luz.

—Ella probablemente se haya ido ya... Bah, de todos modos sólo quería acostarse conmigo y yo quería ver una buena película.

—Pff. Parece que somos del bando en donde requerimos que nuestra pareja encaje en preferencias con nosotros. —Bromeó, NamJoon se rió de su mal chiste. —Un gusto, soy SeokJin.— Extendió su mano.

El contrario estrechó su mano y enseñó sus hoyuelos en una apenada sonrisa, lo miró a los ojos y murmuró: —Soy NamJoon. El gusto es mío.

Las horas del día se fueron acabando cuando platicaban y reían de cientos de temas de conversación que al final no concluían. Ambos se sorprendieron al ver que, tanto el uno como el otro, sabían las cosas de las que hablaban, y entendían a la perfección si uno mencionaba una canción clásica, o si hacía una referencia a una película. Tenían cosas en común que nunca esperaron compartir con alguien más.

Sin saberlo, ese día cada uno había visto por primera vez al que sería la razón de su latir desenfrenado, de las grandes sonrisas; de las miradas llenas de amor y de las pequeñas cosas que podían cambiar cualquier situación.

Pero el destino muchas veces te hace ver una realidad en donde cada momento parece eterno, y cuando llega la hora de abrir los ojos caes hacia el abismo y descubres que realmente la vida es un martirio que te negaste a mirar.

Pues siempre habrá piezas en el aire; hilos que el tiempo siempre terminará de cortar aunque pareciera que fueron olvidados.

Pieces in the air | NamJin.Where stories live. Discover now