—Siempre supe que eras el chico, más jodidamente sexy —aquella voz lo hizo tensar en el asiento.

Saeng no veia necesario levantar su mirada, para intuir de quien era esa gruesa y tormentosa voz.

—¿Que deseas Yunho?... aun no te quieres rendir.

—Oh, no te iluciones cariño. Vine a entregarte tu regalo... personalmente —dijo Yunho, acercandose algunos pasos más, y quedar cerca a su vista.

Saeng levantó el rostro para verlo directo a los ojos. Había pasado meses desde su ultima vez que se vieron, aunque el atuendo azul marino que llevaba y que a simple vista se apreciaba lo costoso que era, no pudo pasar desapercibido que Yunho, había bajado de peso, y hasta podría asegurar que no había pasado buena noche, sufriendo de algún tipo de insomnio.

—No tenías porque hacerlo, debiste dejarlo en el mismo lugar donde están los demás, como todos —habló lo más calmadamente. No tenía nada de ganas de soportar alguna escenita o escándalo con el hombre.

—No lo creo —expreso Yunho, moviendo de un lado al otro, el sobre que sostenía con los dedo—, porque lo que llevó aquí —lo elevó, como exigiendo que lo mirará—, estoy más que seguro, que te sorprenderá.

—Que te hace pensar que lo que me traigas, causará alguna sorpresa para mi... no deseo cartas de amor —contestó secamente Saeng.

—Te conosco muy bien, y odias las cartas de amor... lo que sí es extraño, es que jamás pense que te gustarán... —se detuvo un momento, como pensando lo que le iba a decir—, que te gustarán los mayores.

Saeng solo por unos instante sintió que no respiraba, algo andaba mal, la malicia en los ojos de Yunho, le dio un fuerte escalofrío.

«¿Sabrá algo de más?», se cuestionó.

Justo en ese momento, la bocina del auto que lo recogería, lo salvo de aquella conversación. Miró una vez más a Yunho, quien le estrechaba el sellado sobre negro. Hace solo dos minutos no lo iba recibir, pero ahora tenía la gran curiosidad e incluso el miedo, de que su ex se había enterado de la relacion que mantenía con su tutor.

Sin ninguna palabra más, se levantó, quitandole el sobre que habia conseguido hacerlo sudar frio. Y corrió hacia el auto.

—¡Feliz cumpleaños mi Saengie! —se despidió Yunho, con emoción. Pero la mirada, seguía dándole temor.

El recorrido hacia la mansión se le hizo eterno, le sudaban las manos, queria abrir ese maldito sobre, pero sabía que necesitaba algo más de privacidad, no debía arriesgarse más. Si Yunho se habia enterado de lo que mantenía en secreto, no debía correr el riesgo de que otra tercera persona se sumará a eso.

Sus pasos fueron apresurados para llegar a su habitación. Realmente andaba con los nerviosos al tope.

—Vamos Saeng, que mas podria ser que unas simples fotos —se ánimo asi mismo.

Se sentó en el borde de su cama, sosteniendo con ambas manos aquel objeto que lo tenia nervioso. Ese instante deseaba que en verdad fueran una de esas cartas de amor que Yunho le escribía. Pero lo dudaba.

«Hyun debería estar aqui... !mierda!»

Rasgo el sobre con sumó cuidado. Sus manos temblaban, esperaba con ansias que aquello no sean fotos algo muy comprometedoras. En pocas palabras en pleno sexo.

Al mirarlos, se encontró con un par de fotos de la salida al supermercado junto con Hyun. Tres fotos más, e incluso una donde se veia claramente el beso que había compartido con su tutor. Pero no solo visualizo fotos, sino un extraños de documentos y detras de ello, fotos que claramente no eran suyas.

AMOR PROHIBIDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora