Pero hago la vista gorda y me centro en lo que importa.

Voy a las puertas corredizas de cristal que dan al patio trasero, y una leve brisa nocturna mese las cortinas que cubren la entrada abierta. Salgo, y allí encuentro a quien buscaba. Bajo una noche oscura y con las luces del pórtico apagadas, Katsuki está sentado en silencio en una de las sillas del jardín mientras mira un punto fijo frente a él. Desde donde estoy observo su perfil, está con una seriedad tan dura como el concreto, y su postura me indica que se desplomó agotado sobre esa silla. Su brazo derecho está acodado al apoyabrazos, y su mano mantiene la punta de sus dedos tocando su frente. Está demasiado metido en sus pensamientos como para notarme, pero oye mis pies cuando avanzo lentamente hacia él.

Sus ojos salen del trance perdido en el que estaba y se abren un poco más lucidos al verme. Se reacomoda en silencio sobre la silla, y ninguno de los dos dice nada cuando me acerco por su lado derecho, me siento en el apoyabrazos donde antes estaba su extremidad y extiendo una de mis manos sobre sus hombros, dándole una lenta y consoladora caricia.

Miro al frente, justo al punto donde su rostro volvió luego de notarme, y me doy cuenta que no estaba viendo la nada... Sino que, a unos metros de nosotros, debajo del gran árbol que tenemos en el patio, descansa apoyada contra el tronco la bicicleta rosa que le dimos a Kaida para sus siete años.

Sonrío de forma bobalicona por los recuerdos que me trae. Aquel día no sé quién estaba más feliz; si Katsuki por el regalo que le había conseguido a Kaida, o ella por ver la bonita bicicleta color rosa, con dibujos de flores, porras multicolores colgando de ambos lados del manubrio, una campanilla que hacía música al tocarla y un canasto al frente con más flores.

Katsuki siempre confió en su niña, sabía que ella podría dominar la habilidad, pero no se despegó en ningún momento mientras la ayudó a que aprendiera a andar solita. Saqué muchas fotos en ese tiempo porque me hacía gracia toda la preparación con la que había armado a Kaida, poniéndole casco, rodilleras, coderas, guantes y sin soltar la bicicleta ni un segundo mientras ella pedaleaba.

Estoy segura de que no fue así el modo en el que él aprendió a manejar su primera bicicleta, pero con su niña, Katsuki puede llegar a ser muy sobreprotector.

Pero ahora mismo, puedo decir que Katsuki pasa por un corazón roto como padre...

...Y lo entiendo.

Bajo la vista a verlo, y sigue con su expresión seria, dolida. Su entrecejo muestra preocupación. Y sus labios apretados; frustración.

Katsuki y Kaida tienen temperamentos tan similares que siempre suelen chocar con discusiones por orgullo y terquedad. Pero hoy tuvieron de las más fuertes que he presenciado.

Mi esposo sabe que lo estoy mirando, y que me preocupa lo que él pueda sentir ante todo esto y cómo lo lleve a afrontar las cosas el día de mañana. Por eso, se atreve a compartir un pensamiento que hace que sus ojos carmesíes se pongan algo cristalinos.

—Me odia. —Su voz ronca en medio del silencio nocturno deja en evidencia que esconde un pesar—. Piensa que soy el peor padre del mundo.

—Katsu...

—Tú la oíste —rebate rápidamente para que no niegue las palabras que tanto él y yo escuchamos de los labios de Kaida—. Ha dicho que me odia. No te lo ha dicho a ti. Me dijo a mí que soy el peor y más jodido tipo que ha pisado este planeta.

Kaida no usó esas palabras. Puede que esté exagerando... Pero sé que este hombre al que tanto amo, ahora quedó con su corazón herido y cree que ha hecho todo mal.

Lentamente, paso de sentarme sobre el apoyabrazos a hacerlo sobre sus piernas. Su diestra pronto rodea mi cadera y me aprieta para acercarme más a su cuerpo. Rodeo su cuello con mis brazos y pongo mi rostro justo frente al suyo para que solo me mire a mí. Cuando nuestras miradas se encuentran, sus ojos emiten la misma preocupación de antes, pero ahora más desesperada. La fachada de dureza se abre, la terquedad y el orgullo se hacen a un lado. Aunque lleve el corazón dolido, Dynamight deposita toda su esperanza en mí cuando me mira de aquella forma tan vulnerable y temerosa, con un entrecejo que le tiembla de la tensión, pidiendo silenciosamente ser salvado.

𝐁𝐀𝐊𝐔𝐆𝐎'𝐒 𝐔𝐍𝐈𝐕𝐄𝐑𝐒𝐄 ‧₊˚✧| 𝐄𝐒𝐂𝐄𝐍𝐀𝐑𝐈𝐎𝐒Where stories live. Discover now