sette

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Arrodillándome sobre el colchón, sosteniendo sus piernas bien abiertas alrededor de mi cintura, puedo ver mi polla deslizarse hacia adentro y hacia afuera mientras ondulo mis caderas para profundizar más. Alessandra continúa contrayéndose, succionándome y apretándome cada vez que me inserto, como si quisiera extraer cada gota de mi semen. ¿Qué logrará pronto si mantenemos este ritmo?

—Voy a.... Aahn... Terminar viniendo así.

Mi casi gemido provoca una risita descarada, que trato de deshacer empujando un poco más fuerte, apretando su clítoris excitado. Su expresión es puro placer. Su gemido sin aliento golpea mis terminaciones nerviosas y termino gimiendo de lujuria. ¡Qué delicia!

–¡Te encantan las bromas, ¿no?!–susurro igual de provocativo.

–Sí. Porque me encantan tus reacciones.

Ahora soy yo el que sonríe. A ella le gusta bromear y a mí me gusta que me burlen, cuando no estoy haciendo lo contrario. Después de todo, ambos sabemos cómo jugar el juego y sacamos mucho provecho de él.

—¿Qué tal si te pones a cuatro patas por mí?

Golpeo su muslo y lo aprieto, sintiendo la suave carne bajo mis dedos; Alessandra se muerde el labio y raspa con sus largas uñas arriba y abajo de mi abdomen, provocándome una exclamación ahogada.

Me alejo, peinando mi cabello húmedo hacia atrás mientras la veo arrastrarse toda seductora. Siento una punzada en el bajo vientre. La imagen es tan erótica, que no puedo evitar inclinarme y morder una de sus nalgas, y luego lamer su sensible y húmedo coño. Alessandra se estremece y agarra las sábanas.

Mi nombre escapa de sus tentadores labios en un gemido mientras me froto contra su necesitada entrada. Solo pongo la cabecita un par de veces, las suficientes para sentir como quiero follármela, y la quito para volver a frotarme. Recibo un gruñido molesto en respuesta y sonrío.

Dije que también sabía bromear.

–¡Hazlo de una vez...!

Colocando el glande entre sus carnes, doy un empujón repentino, que hace temblar su cuerpo y la cama. Ella grita, enloquecida, y mi voz sale casi amenazante mientras murmuro:

–También se jugar eh.

Envuelvo su cabello alrededor de mi muñeca y tiro tan firmemente como sé que a ella le gusta. El sonido de nuestras pieles chocando, de mi pelvis chocando contra su hermoso trasero, se mezcla con nuestros gemidos y llena toda la habitación. La cama se balancea cuando la golpeo una y otra vez.

La música que suena no es suficiente para ahogar los ruidos de nuestro sexo duro y apasionado.

Sus paredes calientes y apretadas me conducen justo al límite. Consciente de que el orgasmo no tardará en llegar, presiono mi pecho contra su espalda y, llenando mi mano con un seno, muevo la otra contra su clítoris y me hundo en ella.

Alessandra agarra mis brazos, marca mi piel con sus uñas y mece sus caderas conmigo.

Otra vez, otra vez...

Luchamos como dos animales salvajes en busca de placer.

El cabecero de la cama prácticamente le gana a la pared.

–Veo lo mucho que te gusta– le digo con la boca puesta en su oído.

Alessandra agarra mi cabello y se gira para mirarme.

–Jimin...

La beso para beber en sus suspiros de satisfacción, rodando los ojos al sentir que me aplasta por dentro, y me corro de inmediato. Nuestras caderas siguen moviéndose, más lentamente, para prolongar la puta buena sensación de éxtasis. Eso es hasta que el esfuerzo pasa factura.

Tentazione; pjmWhere stories live. Discover now