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Entramos al departamento con pasos tambaleantes.

Pateo la puerta con un pie y la presiono contra la pared más cercana. Sus labios se mueven contra los míos, exigentes, y no dudo en igualar la altura. Todavía tengo la cabeza nublada por la bebida, pero todo mi cuerpo está despierto y listo para follar duro toda la noche.

Agarro uno de sus muslos, desnudo gracias al vestido que lleva puesto, y lo coloco alrededor de su cintura. Empujo mis caderas hacia adelante, frotando mi polla en sus bragas empapadas, y ambos gemimos. Estoy tan duro que fácilmente podría rasgarme los pantalones.

—Vamos a la habitación— susurra, alejándome un poco.

Sus manos van al dobladillo de mi camisa, en una petición silenciosa para que me la quite. Rápidamente saco la tela y la tiro a un lado. Siento sus ojos recorriendo mi cuerpo de arriba a abajo, deteniéndose en el tatuaje que tengo encima de la costilla derecha, además de los otros tres esparcidos por ahí.

—O podemos hacerlo aquí mismo.— Sugiero, sin una pizca de ganas de parar.

—No será cómodo.

—Intentémoslo una vez, ¿eh?— Me inclino para besar su cuello, pero me detengo— ¿Qué pasó?

—Vamos a la habitación, querido, será mejor.

Coloco mis manos en la pared y respiro hondo. Ha-Yun y yo intercambiamos miradas.

Mi córnea se desvanece un poco.

—Esta bien. Lo haremos.— digo finalmente.

Tomo su mano y la llevo al dormitorio. Como el apartamento es pequeño, no tardamos más de unos segundos. Tan pronto como me siento en la cama, Ha-Yun se sube y se inclina para llegar a mi boca. Decido volver a ponerme de humor y entregarme a sus caricias. Mis manos recorren la curva de su espalda hasta que agarran el dobladillo de su vestido. Lentamente, alisando la piel sensible de sus piernas, levanto la tela para exponer su delicioso culito. Y, sin pensarlo demasiado, lo abofeteo y aprieto su carne.

Ella gime, frotando sus pechos contra mi pecho, y aprovecho para lamerle el cuello. Mientras sus caderas se ondulan encima de mi polla aún asfixiada por los malditos jeans.

—Levántate un poco.— susurro.

Ha-Yun se arrodilla e intento desaparecer con la ropa que lleva puesta. Su cuerpo desnudo y excitado se cierne sobre el mío, y no puedo evitar tomar uno de sus duros pezones en mi boca. Lo chupo como sé que le gusta, rodeando la areola con la lengua y mordisqueando suavemente, ella agarra mi cabello firmemente, frotándose cada vez más.

Deslizo mi mano sobre su vientre y toco su clítoris hinchado, haciéndola estremecerse y ataca mi boca con impaciencia, y mi erección se acelera cuando me doy cuenta de lo húmeda que está.

—Coge un preservativo del cajón.— le digo.

Ha-Yun se estira para alcanzar el cajón de la mesita de noche y aprovecho la oportunidad para liberar mi polla, tirando mi ropa. Tan pronto como me entrega el paquete plastificado, lo abro y me lo desenrollo. Se coloca un mechón de su cabello largo y lacio detrás de la oreja y sonríe burlonamente. Pero, para mi desesperación, su sonrisa no enciende ni una chispa de lo que esa otra sonrisa es capaz de despertar. ¡Maldición!

—Yo te quiero mucho.— Ha-Yun viene encima, acomodándose en mi regazo— ¡Fóllame!

Acaricio su carne sensible con mi glande.

Ambos gemimos.

Necesito sacar los pensamientos no deseados de mi cabeza.

—Siéntate cariño.

Tentazione; pjmWhere stories live. Discover now